Ponzano ha pasado en muy poco tiempo de convertirse en una de las principales referencias gastronómicas de Madrid a enervar a parte de sus vecinos con su agitada vida nocturna. La nueva milla de oro de la restauración en la capital corre peligro de acabar engullida por su propio éxito con las aperturas de locales más centrados en las copas que en las raciones y con la llegada de las discotecas, que alargan hasta el amanecer una noche que antes se quedaba tranquila a partir de las dos de la madrugada.
Conscientes de la situación y pensando en formas de reconducirla, muchos de los pioneros de esta calle y algunos recién llegados se están organizando a través de la Asociación de Hosteleros de Ponzano, una entidad creada hace cuatro años, cuando esta vía de Chamberí se convirtió en lugar obligado de visita para cualquier foodie.
“Nosotros queremos hacer las cosas bien, dar una buena imagen al barrio. Convivir en armonía y tener una calle linda”, resume Martin, de Casa Fonzo, uno de los locales asociados y con más de diez años ofreciendo comida en el barrio. La Asociación de Hosteleros de Ponzano nació en 2016, cuando se empezaron a constatar los primeros problemas de convivencia entre los clientes que acudían cada fin de semana a la zona y los residentes de la calle. Entonces no había la densidad de locales actual, pero sus asociados tomaron medidas: “Dejamos de dar vasos de plástico hace tiempo porque no queríamos a gente bebiendo en la calle”, explica David Lorenzo, su presidente y responsable del Claxon.
Entre las iniciativas que han puesto en marcha entre sus asociados está la de no ofrecer chupitos a sus clientes, suprimir las ofertas de 2x1 para no fomentar el consumo de alcohol desaforado. O impedir beber fuera del local, además de vetar la entrada a sus locales de las despedidas de soltero. También colocan luces a lo largo de la vía en cada Navidad y vigilan que sus asociados no tiren vidrio después de las 23.00 de la noche o saquen el contenedor amarillo cuando deben. Pero tal vez la medida que más impacto ha tenido fue la de contratar serenosserenos para vigilar los desmanes de los visitantes.
La figura del sereno, que se puso en marcha en 2017 y duró hasta julio de 2019, consistía en dos o tres vigilantes de seguridad que paseaban toda la noche por la calle recordando a los clientes que estaban en el exterior la normativa municipal en aspectos como gritos, venta y consumo de alcohol en vía pública, además de trabajar en la prevención de hurtos. Aunque su principal función era la disuasión con su sola presencia, con la que se consiguió alejar fuentes de problemas como rateros y lateros. Pero una denuncia ante Delegación de Gobierno por intrusismo (solo tenían permiso como controladores de acceso) los retiró de la calle hace menos de un año.
“Era una figura importantísima, porque de día es más fácil que los locales podamos controlar a la gente, pero de noche no tanto”, indica Martin. La Asociación de Hosteleros de Ponzano han pedido una cita con Delegación del Gobierno para conseguir recuperar esa figura mediante su autorización, y que puedan incluso levantar actas de denuncia a los locales que incumplen. Lo serenos no les salían baratos -pagaban 5.000 € al mes por el servicio- pero aseguran que resultaba muy efectivo para evitar molestias a los vecinos.
29 asociados en una zona con más de 100 bares y restaurantes
A los vecinos que lean estas líneas les podrá parecer que las medidas adoptadas por los hosteleros no coinciden con lo que ven luego cada noche en Ponzano. Y es que muchos negocios no las cumplen porque la mayoría de locales de hostelería no pertenecen a este grupo: son 29 socios (aquí, el listado completo) en un entorno de más de un centenar de locales (ver mapa). “Hay gente que no ha entrado en la asociación porque querían hacer las cosas a su aire”, admiten. “Y 29 sobre 100 es un porcentaje demasiado pequeño para poder hacer la suficiente fuerza”, explica su presidente mientras se señalan otros focos de problemas de la zona como el exceso de mesas en las terrazas de Santa Engracia.
La asociación pide -al igual que los vecinos- más presencia policial en la calle, tanto de paisano como en coches patrulla, para evitar situaciones molestas. “Necesitamos que el Ayuntamiento dé soluciones” se quejan ante la realidad del control policial en las calles: Chamberí cuenta actualmente solo con dos coches patrulla de policías municipales para todo el distrito. Y por las noches se tienen que repartir con otras prioridades y con la zona de Argüelles, donde también existen muchas quejas nocturnas de los vecinos. “Los policías nos dicen que no tienen más efectivos”, explican los asociados.
En la etapa de Carmena como alcaldesa, los hosteleros recuerdan que durante un tiempo la Policía Municipal extremó los controles nocturnos en la calle e intensificó la acción policial. Fue en 2016, cuando la asociación acababa de echar a andar. Entonces había pruebas de alcoholemia nocturnas, patrullas paseando por la calle... algo que, junto con la acción de los hosteleros y sus serenos, “erradicó el problema de la gente en la calle”, apuntan.
Durante la charla de Somos Chamberí con los miembros de la Asociación de Hosteleros de Ponzano, entre los que también se encuentran Joaquín (Casa Fonzo) o Rafael (El Tinglao), los asociados muestran un interés activo en conocer cuáles son las demandas de los vecinos y en mantener pronto una reunión con ellos. Su análisis de la deriva de la calle coincide con el expuesto hace unos días por los propios residentes: el punto de inflexión fue la apertura de las tres discotecas del entorno y sus problemas de convivencia asociados, algo que no vieron venir: “No éramos conscientes del follón que iban a generar en la calle”, admiten. “Antes, la gente desaparecía de esta zona a la una y media, porque no tenían más sitios a donde ir”, explican antes de apostillar que “no podemos hablar en su nombre porque no pertenecen a la asociación”. El pasado fin de semana la Policía Municipal denunció a una de ellas -Piccaro- por exceso de aforo y bloquear las salidas de emergencia.
Posible ZPAE
Entre las medidas que el Ayuntamiento de Madrid baraja para Ponzano está la de establecer una Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE), algo a lo que los hosteleros no se oponen en principio. “Nosotros estamos a favor de implantar la ZPAE, pero se tiene que hacer con cabeza y dialogando antes con todos los implicados”, explican. Aunque recuerdan que el problema principal de la zona es “qué hacer con la gente que se queda en la calle cuando todos nuestros locales cierran a las dos de la madrugada. No sabemos cómo disuadir eso sin los serenos”, insisten.
La Junta de Chamberí, de momento, prepara una partida presupuestaria para contratar a jóvenes monitores que se dediquen a informar y sensibilizar a los clientes para rebajar el ruido de los vecinos, como ya adelantó durante el pleno de febrero. Pero de momento no se conocen más detalles de esta iniciativa, que sería similar a la campaña Salimos sin molestar.
Por su parte, la Asociación de Hosteleros de Ponzano estudia colocar un decálogo a la entrada de sus locales con normas de convivencia autoimpuestas, que serían de obligado cumplimiento para sus asociados. Y expulsar a aquel que no las siga a rajatabla. El objetivo es recuperar la sintonía entre vecinos y hosteleros que generaron locales emblemáticos como Fide y El Doble. “Queremos que haya paz en la la calle, que los vecinos puedan dormir y que nosotros podamos trabajar”, resume Martin.