No es raro escuchar el tópico aquel que dice que “siempre la Guerra Civil, llevamos escuchando lo mismo desde que nacimos”. Un latiguillo, dicho a la ligera, que obvia que innumerables aspectos de la vida de las personas durante la guerra que quedan por desentrañar. La afluencia de refugiados de guerra a Madrid es un hecho poco estudiado todavía, por ejemplo.
Lo que hoy recuperamos es apenas una escena, que esperamos sirva de puerta de entrada a la recuperación de la memoria de los refugiados que llegaron a Madrid después del golpe de Estado franquista y el comienzo de la guerra. La instalación de una parte importante de un pueblo toledano, Quismondo, en los alrededores de Alonso Martínez.
Al principio de la contienda, la zona de Toledo fue un campo de batalla encarnizado. El 3 de septiembre cayó Talavera de la Reina, el 27 Toledo, y durante el mes escaso entre ambas fechas se produjo una gran desbandada de gente en la provincia. La historia de las razias acaecidas por la Legión o las fuerzas marroquíes en los distintos pueblos – Maqueda, Santa Olalla o Torrijos- corrían de boca en boca los pueblos cercanos, lo que desencadenó la huida de miles de personas atemorizadas. De Quismondo, concretamente, escaparon 2100 personas en 1936, el 86,9 % del vecindario. El pueblo sería tomado por el ejército franquista el 6 de octubre.
El éxodo del pueblo toledano aparece mencionado en el ABC, que decía que el pueblo se hallaba “desierto”, y sus vecinos fueron objeto, ya en Madrid, de un reportaje de la revista Mundo Gráfico (cuyas fotografías reproducimos en el artículo).
Mujeres, niños y hombres de Quismondo llegaron a la capital en camionetas de evacuación. Algunos vecinos habían huido a otros pueblos, pero la mayoría recaló en Madrid. Los hubo que se alojaron en casa de familiares o en pensiones, pero el mayor contingente, de varios centenares de personas según la revista, permaneció reunido “como un pueblo en pequeño, en tres pisos de una gran casa de la plaza de Santa Bárbara”. Los pisos habían sido incautados por la Federación de Trabajadores de la Tierra (sindicato socialista) y por CNT.
El alcalde, Emeterio García, había llegado a la cabeza de la expedición y con él concejales, el médico rural y otros notables de una comunidad que describen trasladando su vida diaria del pueblo a aquellas casas y a las calles del barrio. El alcalde seguía ejerciendo de cabeza de la comunidad y el médico pasaba visita a diario. La vida no para, ni siquiera con la guerra en el cogote:
Más allá del pintoresquismo que tiñe el reportaje, de él se pueden extraer informaciones sobre la necesaria organización de aquella comunidad desterritorializada, como los rigurosos turnos de limpieza o de comidas que debieron establecer.
Pero ¿de qué vivían los habitantes de Quismondo en la plaza de Santa Bárbara? De las dos mil ovejas que tenían en comunidad y trajeron desde el pueblo. Las asentaron en un campo cerca de Madrid y allí acudían a diario a por lo necesario.
Desconocemos el destino de este pequeño pueblo afincado en la plaza de Santa Bárbara a medida que el cerco de Madrid se intensificara. Se sabe que en 1936 parte de los hombres estaban en Milicias y ejercían labores en la retaguardia, por lo que es fácil suponer que algunos de ellos participarían de la Batalla de Madrid. Es sencillo imaginar que la vida de refugiado de guerra, como la represión, no acabaría aquí para algunos de estos vecinos huidos de Quismondo en 1936.
Para saber más:
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Refugiados y evacuados de la provinciade Toledo al comienzo de la guerracivil (1936), por Juan Carlos ColladoMundo gráfico 14/10/1936