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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Las vecinas que derribaron el campo de golf de Aguirre: “Fuimos las primeras indignadas”

A veces, los movimientos vecinales más potentes empiezan por las cosas más simples. Con detalles que encienden los ánimos y provocan que los ciudadanos se junten. Con algo tan sencillo como una valla informativa. En el caso del que acabó con el campo de golf que Aguirre construyó en mitad de Chamberí -en pleno centro de Madrid- sucedió así: una mañana del año 2006 el cartel de las obras del Canal de Isabel II sobre el Tercer Depósito cambió. Lo que iban a ser campos de fútbol y un helipuerto pasó a dibujar el proyecto de un campo de prácticas para golfistas que escandalizó a muchos de los que por allí pasaban.

Una de esas vecinas era Carmen Ochoa (67 años), que vio el cartel cuando iba paseando a su perro por el Parque Santander, como hacía todas las mañanas. Mercedes Arce (66) -la otra protagonista de esta historia- lo descubrió poco después. Entonces no lo sabían, pero la indignación que sintieron en ese momento iba a acabar, años después, llevándose por delante la carrera política de Ignacio González, por entonces mano derecha de la expresidenta y que fue encarcelado por llevarse -todavía supuestamente- cientos de miles de euros en comisiones gracias a la construcción del campo de golf.

“Yo pensé: tiene que haber alguien más que piense que es una locura poner un campo de golf aquí”, recuerda Mercedes sentada en un banco del Parque Santander, en conversación con Somos Chamberí, poco después de que se haya completado la demolición de las torres ilegales. Muy cerca de ese lugar pero doce años antes, Carmen observó que dos chicas colocaban una pancarta en contra de la instalación, junto a la estatua de Rizal, y se quedó hablando con ellas, compartiendo su enfado. Acabaron quedando para un encuentro de vecinos como ellas, en desacuerdo con estas instalaciones y que querían hacer algo para cambiarlo. La primera reunión fue en la sede de El Organillo, una organización vecinal que resultó clave en estos primeros momentos de formación del movimiento. “Había siete personas y yo no conocía a nadie”, recuerda Carmen. Pero la soledad solo fue al principio. A los siguientes encuentros fue acudiendo más gente. Se trasladaron a una cafetería que el Canal tiene en el Primer Depósito porque empezaban a no caber. Llegaron a juntarse cien vecinos.

Mientras se organizaban, los poderes políticos se movían rápido: si el proyecto del campo de golf se había presentado en octubre, para el mes de enero de 2007 Esperanza Aguirre ya lo había declarado “de interés general” con el objetivo de saltarse la obligatoria licencia municipal, que el entonces alcalde Ruiz Gallardón le negaba por haber cambiado el diseño original (que era suyo, de su época como presidente autonómico). “Esperanza Aguirre quería cobrar un euro a todos los atletas que fueran a correr por allí, eso estaba en el proyecto inicial”, apunta Mercedes.

Con la pancarta y en los juzgados

La decisión que primero tomó el grupo de vecinos contrarios al proyecto fue la de echarse a la calle para visibilizar que existía oposición vecinal al campo de golf, y así unir más adeptos a la causa. Las manifestaciones comenzaron a finales de 2006 y se convirtieron en habituales durante los años siguientes. “Primero por el campo de golf y luego cuando declararon el proyecto como interés general”, añade Carmen. “Eso fue un sinsentido y decidimos pasar a las acciones legales”.

El movimiento vecinal fue ganando fuerza con las protestas y se constituyó como asociación. Tomó el nombre de Parque Sí en Chamberí y, sin dejar manifestarse en las calles, puso un pie en los juzgados primero para denunciar en 2007 el proyecto en sí y la adjudicación -presentaron a través del Organillo el primer contencioso administrativo, aunque costeándolo con sus fondos- y luego demandar a Ignacio González en 2009. Las acciones llegaron a raíz de unos artículos que publicó la revista Tiempo. En ellos, el periodista Manuel Rico describía perfectamente la trama de adjudicaciones ilícitas por la que años después sería encarcelado el expresidente de la Comunidad de Madrid, en la que estaban implicados también su hermano y su cuñado.

Las demandas judiciales contra González pincharon en hueso: las echaron atrás desde la Fiscalía del TSJM, que dirigía entonces Manuel Moix, del que luego se supo que era uno de los protegido del propio Ignacio González. “Nos decía que no había nada ilegal”, recuerda Carmen. Poco después, Moix ascendió a Anticorrupción, pero tuvo que dimitir por poseer cuentas opacas en Panamá. Antes le dio tiempo a tumbar otra demanda posterior de Parque Sí, indicando que no había ningún tipo de delito en la acción del expresidente.

Pero el movimiento vecinal siguió protestando en la calle y en los juzgados. Sus esfuerzos fructificaron en forma de sentencia en diciembre de 2012, cuando se consideró ilegal la declaración de interés general. Los vecinos habían ganado, pero el Canal intentó echar por tierra la victoria aprobando después un plan especial para legalizar todas las instalaciones. “Incluyendo los campos de fútbol y el Parque Santander. Fueron unos irresponsables porque pusieron todo el parque en peligro al añadir más elementos al campo de golf”, señala Mercedes, quien admite que en ese momento cundió el pesimismo entre los vecinos.

“Nos vinimos abajo. Acabábamos de ganar y veíamos que había que empezar todo otra vez”, recuerda con angustia Carmen. Entonces El Organillo se echó a un lado y quedaron otras siete personas para tomar las siguientes decisiones. “Teníamos que seguir luchando, no podíamos dejarlo así”. Y se lanzaron a una nueva batalla judicial: esta vez un contencioso-administrativo que presentaron en el año 2013 y que fue el que, a la postre, acabó con el intento de legalización.

Este segundo contencioso fue posible gracias a un grupo de personas con muchos conocimientos técnicos que presentó alegaciones al plan y elaboró un informe mejor elaborado que el plan de la Comunidad, que llevaron también ante el juez. “Es que ellos lo habían hecho fatal, estaban hasta mal medidas las zonas verdes”, señala Mercedes. Y también gracias al apoyo económico de cientos de vecinos, que ayudaron a recaudar los 5.000 € necesarios para costear el proceso. En septiembre de 2016 salía la sentencia que anulaba el plan especial y que dejaba sin efecto la petición de licencia que había cursado el Ayuntamiento de Madrid, justo antes de que Ana Botella dejara su puesto a Carmena.

Buenas relaciones con el Canal

“Pon bien en el artículo al Canal, porque se están portando. Nos atienden bien, nos escuchan y como organización estamos contentísimas con el trato y con las decisiones que están tomando”, pide Mercedes durante la entrevista. La relación de Parque Sí con la empresa pública que gestiona el agua de los madrileños ha pasado de la noche al día. El cambio lo protagonizó el actual presidente de la Comunidad de Madrid y del Canal, Ángel Garrido. En 2017 decidió no recurrir la sentencia y abrir negociaciones con los vecinos que les habían llevado a los tribunales para construir sobre el Tercer Depósito el parque que reclamaban. “Hemos conseguido llevarnos muy bien con el Canal de Isabel II, aunque la primera reunión con su gente fue muy tensa”, recuerda Carmen. Tuvo lugar en abril de 2017, el mismo día de la detención de Ignacio González, con la Guardia Civil sacando documentación de las instalaciones del Canal. La incertidumbre en esas oficinas era enorme.

Superadas las primeras reticencias, el Canal se sigue reuniendo hoy con Parque Sí para planificar la futura zona verde, que contendrá todas las sugerencias del proceso participativo que desarrolló la asociación, y que presentó la expresidenta Cifuentes a principios de año. “Tenemos buena relación con la que consideramos la principal empresa de Chamberí, ellos han visto que somos unos vecinos que queremos mejorar nuestro barrio y que no nos movemos por ningún otro interés”, resalta Mercedes. “También hemos negociado bien, pero nos ha tocado luchar para conseguirlo, porque siempre hay mucho dinero de por medio e intereses en cualquier operación en Chamberí”, añade Carmen.

¿Parque Sí se disolverá con la construcción de este parque? No parece probable: ahora la Comunidad de Madrid está elaborando el proyecto para la licitación del parque más grande de Chamberí, que incluye la plantación de más de 800 árboles, nuevas pistas deportivas, zonas para caminar, una gran plaza y juegos de agua. La actual buena sintonía con el Canal también han conseguido la apertura de una nueva zona verde junto al Depósito Elevado y otra a lo largo de Bravo Murillo. Pero podría haber más: la empresa pública ha limpiado la histórica Fuente del Lozoya y va a estudiar abrirla al público junto a la sala anexa, donde las vecinas proponen instalar un museo de la historia del Canal. Además, reclaman la apertura de puertas de la antigua Sala de Bombas, situada junto al Depósito Elevado.

¿Y nuestras dos vecinas, se jubilarán también de las protestas? Tampoco lo ven cercano. Ni Carmen ni Mercedes habían participado antes en los movimientos vecinales de Chamberí. Las movilizaron los proyectos de Aguirre y González. Pero a partir de ese momento no han parado de meterse en nuevas iniciativas: “Creo que fuimos las primeras indignadas”, afirma Mercedes, quien luego leyó el famoso libro de Stephane Hessel y se reconocía en cada una de sus páginas. Ellas son las caras visibles de este reportaje, pero representan a los cientos de personas que decidieron levantarse un día contra el poder político y que fueron retirándose de las primeras líneas de la protesta por diferentes razones. “Hubo varios casos que fueron por presiones políticas y amenazas en sus empresa”, denuncian cuando se acuerdan de todas ellas.

Mientras reciben homenajes a su organización (fueron pregoneras en las últimas fiestas de Chamberí), recuerdan que Parque Sí sirvió para juntar a su alrededor todos los movimientos sociales del barrio, en una de sus muchas fiestas de la Sala Clamores (así comenzó Chamberí Se Mueve). Su enorme victoria vecinal convertirá un campo de golf ilegal, sobre el que se efectuaron operaciones corruptas, en el parque más grande de Chamberí, el distrito con menos zonas verdes de Madrid. Hoy miran los planos del futuro parque con cariño, casi como si fueran las fotos de una nieta. Y pasean felices por la zona, mirando el hueco donde estaban las torres y elucubrando sobre el futuro: “Creo que voy a pedir que mis cenizas las tiren en esta esquina del parque”, deja escapar Carmen.