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El 25 de mayo de 2020, Begoña Villacís cortaba simbólicamente una cinta colocada alrededor de una terraza de Madrid. Lo hacía para dar su apoyo a un sector -el de la hostelería- en la reapertura de su actividad. Días después abrían en Chamberí las primeras terrazas sobre plazas de aparcamiento, una de las medidas estrella del área de Vicealcaldía para paliar los efectos económicos de la pandemia sobre bares y restaurantes. Ha pasado un año desde entonces y el distrito suma 170 terrazas sobre la calzada.
Debido a esta acumulación de veladores de carretera, Chamberí se ha convertido en la zona de Madrid con más terrazas Covid, los permisos especiales de veladores concedidos durante la pandemia (195). Sus calles acogen ahora 5.479 mesas al aire libre, 855 más que antes de la llegada del coronavirus, según datos municipales recopilados por este periódico. Solo la zona de Salamanca se acerca a estas cifras. La vida ha cambiado mucho para los chamberileros de determinadas calles en las que antes solo había bares de puertas para adentro, y ahora se han multiplicado las cañas al aire libre.
Beatriz vive desde hace más de 20 años en una de estas zonas transformadas con la pandemia. Su calle, Donoso Cortés (Arapiles), era una de las que no tenía ancho de acera suficiente para que sus bares y restaurantes sacaran terrazas. Pero desde que el Ayuntamiento de Madrid buscó una interpretación más laxa de la ordenanza municipal, todo su barrio se ha convertido en zona hábil para las mesas y sillas de hostelería. “Desde Bravo Murillo hasta mi casa hay una hilera continua de terrazas que te quita sitio para caminar y un montón de plazas para aparcar el coche”, lamenta.
“Yo estoy a favor de ayudar a la hostelería, igual que a cualquier otro comercio. Lo que no puede ser es que algunos locales tengan más aforo fuera del que tenía dentro”, explica Beatriz. Un ejemplo lo tiene cerca de su calle, en la esquina de Blasco de Garay con Fernández de los Ríos: la cervecería La Ola cuenta con permiso para que en su interior se encuentren 22 clientes, pero el Ayuntamiento le concedió una terraza sobre aparcamientos con 7 mesas y espacio para 28 comensales. Gracias al permiso municipal ahora puede atender a más personas que antes de la pandemia.
“Ahora tengo que sortear terrazas y personas borrachas”, se queja Beatriz, que habla de ruido constante, gritos y cánticos pasadas las doce de la noche. “Esto es como si fuera el centro, con muchísima gente de fuera del barrio. Entiendo la necesidad de hacer negocio, pero lo de la invasión de terrazas no se puede convertir en una constante”.
Hosteleros volcados con Ayuso
Chamberí es el distrito en el que vive Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid. En la campaña electoral por la que fue reelegida era aplaudida por los hosteleros mientras se paseaba por su barrio. Incluso la asociación de bares y restaurantes de Ponzano aprobó colocar carteles de apoyo explícito en las puertas de sus negocios.
Hoy, las plazas de aparcamiento casi han desaparecido en esta calle, una de las que más ambiente nocturno concita en la capital. Una larga hilera de terrazas las sustituyen. El alcalde afirma que sus permisos acabarán el próximo 31 de diciembre, pero Villacís le pide mantenerlos. Es una discusión que todavía tendrá más capítulos, según se vaya acercando esta fecha. Y que puede acabar con el idilio del PP con los hosteleros.
Mientras, los vecinos toman posiciones. En torno a Ponzano, pero con visos de extenderse a otras partes aledañas, acaba de nacer el movimiento SOS Chamberí, con el que sus habitantes quieren llamar la atención sobre los problemas de ruidos y de acumulación de otras incomodidades asociadas al ocio en sus calles, como los de agresiones, vandalismo y drogas. “No pueden fastidiar la vida a los vecinos, mientras nos han quitado las plazas de aparcamiento, los bares tienen el doble de negocio”, se queja Pilar Rodríguez, que forma parte de la asociación El Organillo y es una de las portavoces de esta plataforma que sigue la estética y el lema de otros que han surgido en Malasaña, Centro o Lavapiés.
Los vecinos temen que la situación en Chamberí, “que ya estaba descontrolada antes de la pandemia” -se quejan- vaya a más este verano con el cóctel explosivo que supone el negocio dentro y fuera de los bares, con muchas terrazas en calles estrechas donde antes no cabían. El siguiente mapa muestra la ubicación de todos los veladores con permiso en acera (azul) y los situados sobre la calzada (en naranja).
“En áreas de Chamberí como Ponzano lo que hace falta es una zona de control de ruido, no más terrazas”, apunta el edil Jorge García Castaño (Más Madrid). “En los sitios de especial concentración de bares, el problema del ruido puede ser mayor ahora con todos los permisos concedidos”, avisa. García Castaño conoce bien estos barrios, después de ser el concejal-presidente en Chamberí durante la pasada legislatura. El apostaría por una negociación que incluyera a vecinos y hosteleros, evitando el enfrentamiento entre ellos, una estrategia que funcionó durante la legislatura pasada en zonas del distrito Centro como la plaza de Cascorro.
En la regulación de las terrazas y su cantidad, García Castaño cree que el Ayuntamiento debería actuar “por ámbitos concretos”, más allá del carácter general. “Hoy no hay un problema grave de ruidos asociado a las terrazas fuera de la almendra central”, puntualiza. A la vez, también reclama que el espacio que se ha ganado en las calles retirando las plazas de aparcamiento “no vuelva a los coches” y que se aproveche para acometer otras acciones de urbanismo, como “ampliar las aceras cerca de los colegios”, una de las reclamaciones más constantes de las familias durante los últimos meses en Chamberí.
Los hosteleros también han entrado en el debate, después de ver cómo las mesas de terrazas Covid corren peligro más allá de este año. Aseguran que pueden desaparecer hasta 2.000 permisos de este tipo (en realidad, el Ayuntamiento ha concedido hasta el momento 953) y que corren peligro 6.000 puestos de trabajo, según una nota de prensa publicada por la asociación Hostelería Madrid. La mayoría de locales con terraza ha recuperado ya entre el 60% y el 90% de su facturación anterior a la pandemia, afirma una encuesta publicada por la misma entidad entre sus asociados. Así que piden más permisos, además del fin de las restricciones horarias y de aforo en el sector.
“Las terrazas de veladores han sido, en esta pandemia, más importantes que nunca para los negocios y ha quedado demostrado que pueden tener una convivencia con la vida vecinal”. La importancia económica de los veladores está clara, que la convivencia vecinal haya mejorado está aún por demostrarse, al menos en distritos como Chamberí, donde sus vecinos temen que con la extensión de los horarios en el verano -algunas terrazas pueden funcionar hasta la 1.30 o las 2.30 horas de la madrugada- los problemas se acrecienten aún más.
De momento, la responsable municipal de la Comisión de Terrazas, Silvia Saavedra (Ciudadanos) ha anunciado que volverá a convocar la Mesa del Ocio Nocturno para intentar conjugar los intereses de hosteleros y vecinos. Este órgano consultivo, en el que participan todos los actores implicados en la convivencia de la noche en la ciudad, no se reúne desde que en el año 2017 las asociaciones de Centro abandonaran el diálogo por considerarlo “inoperante”.
Mientras llegan soluciones, los chamberileros tienen miedo que su barrio se esté perdiendo para no volver: “Si vamos a convertir Chamberí en un barrio de las Letras, será un buen sitio para salir de copas, pero no para vivir”, se queja Beatriz, la vecina de Donoso Cortés. “Hay que volver a una vida un poco más normal”.