Las novicias de “Quiero ser monja” se van de ronda por Chueca

El domingo se emitía el segundo programa de “Quiero ser monja”, un reality en el que varias chicas (Janet, Jaqui, July, Paloma y Fernanda) conviven durante varios días con religiosas de la Congregación Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada para decidir si su futuro está en los hábitos.

Dentro de su periplo en búsqueda de la vocación religiosa, las jóvenes se tienen que enfrentar a un complejo reto: salir en parejas a recorrer las calles de Chueca para invitar a todo aquel que se cruce en su camino a rezar con ellas en el Cachito de Cielo, la segunda capilla de Adoración Perpetua que las monjas tienen en Madrid, ubicada en la Travesía de Belén número 1.

Todas ellas son conscientes de la dificultad de la evangelización, pero ninguna de ellas imaginaba que les costaría tanto esa tarea y que se enfrentarían a situaciones incómodas. Las cámaras son testigo, incluso, de una salida de armario lésbica, una condición sexual que según explican esas chicas no ve con demasiados buenos ojos la Iglesia y por eso declinan la invitación.

Otras, en cambio, corren más suerte y consiguen persuadir a un grupo de personas que salen de fiesta. «Estamos en la capilla Cachito de Cielo. Entonces os repartimos un papelito para que escribáis, si queréis, una petición por la que vosotros queréis que nosotras recemos», les explica Paloma.

«¿Lo que estáis diciendo es de verdad?», les preguntan y su respuesta es tan firme y contundente que consiguen convencerles y les acompañan al templo, donde encienden velas y depositan su petición.

«Somos chicas normales como vosotras que tenemos una inquietud de vida religiosa», explica Fernanda. «¿La inquietud de vida religiosa quiere decir que planeáis ser monjas?», les pregunta una sorprendida viandante mientras guían a ella y su acompañante hacía la capilla del Cachito de Cielo.

«Ha sido una noche mágica. Una noche de entregar amor», confesó una entusiasmada Fernanda. Pero, mientras unas van poco a poco sintiendo más esa espiritualidad, otras como Yuleysi extrañan su vida normal y tienen serias dudas de que ser monja sea su camino. ¿Llegarán todas al final de la experiencia?