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Donde compran las marquesas, las condesas y otras gentes a las que les gusta dormir entre sábanas de hilo

Francisco Rodríguez, tras el mostrador de Almacenes Los Ángeles

Antonio Pérez

19 de noviembre de 2020 08:00 h

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Representante de aquellos comercios bien que sólo se podían encontrar en el centro de Madrid y con la única competencia en toda la ciudad de otro establecimiento clásico como Matarranz, Almacenes Los Ángeles apenas llama la atención desde su ubicación en el número 18 de la calle de San Mateo, entre Chueca y Malasaña. 

Ajeno a las más mínimas reglas del marketing y del escaparatismo e, incluso, a las redes sociales, este pequeño comercio goza de buena salud y los clientes y la autoridad se la proporcionan los 80 años que lleva abierto teniendo por bandera la calidad de los textiles que ofrece para el hogar y la confección a medida de ropa de cama y de mesa, particularmente.

Francisco Rodríguez Calomardo es la tercera generación al frente de un negocio que abrió su abuelo, Ángel Rodríguez Mengíbar, y que continuó su padre, Francisco Rodríguez de Osuna. 

Desde que hace 16 años tomó las riendas del mismo, tuvo claro que un negocio como el suyo no podía competir en precios con las grandes superficies, pero que podría dar bien la batalla en cuanto a servicio y calidad: sus tejidos llegan de proveedores italianos, belgas, franceses…; triunfan sus telas de hilo para mantelerías y juegos de cama; confecciona a medida lo que se le pida, borda a mano iniciales y motivos decorativos, añade festones... 

“Mi principal clientela tiene un poder adquisitivo medio-alto y no vive en la zona. El público de barrio no suele venir más que a comprar alguna toalla y a saludar y a charlar, que en eso sí que somos un comercio de los de toda la vida”, comenta Rodríguez mientras enseña un muestrario de tejidos para confeccionar unas mantas muy finas, de exquisito tacto y altísima aportación calórica, al alcance de cualquiera que tenga 400 euros en el bolsillo.

“No ofrecemos edredones nórdicos, que es algo que se puede encontrar en cualquier lugar, pero apostamos por mantas como éstas que calientan mucho y no pesan nada. Lo que sí confeccionamos son las fundas del edredón; en hilo, por supuesto...” Mientras explica a este periódico cómo funciona su negocio una clienta interrumpe la entrevista: busca tela para cubrir los estantes de unas alacenas y el dependiente la atiende con calma, desplegando muestrarios y aconsejando tejidos y calidades. 

Quince minutos después todo acaba en la compra de cuatro metros de hilo italiano por un total de 220 euros. A la hora de preguntar el nombre a la clienta para enviarle el pedido y hacerle la factura correspondiente escuchamos un apellido compuesto.

“Esta sería una clienta tipo de mi negocio: personas de buen nivel adquisitivo que vienen buscando buenos textiles para el hogar, como los que toda la vida ha habido en casa de nuestras abuelas”.

La infanta Doña Pilar, fallecida hermana del rey emérito, fue buena clienta de este establecimiento, que también ha visitado la infanta Elena y del que son habituales muchas marquesas y condesas, grandes empresarias -que llegan protegidas por sus escoltas- y señoras a las que trae un coche con conductor, el mismo que las recogerá luego en la misma puerta sin que deban esperar ni un minuto.

Clientas, infantas, condesas, marquesas, señoras… El público del viejo Almacenes Los Ángeles es eminentemente femenino.

Mientras que Rodríguez expone su deseo de que, al menos, al negocio le quede cuerda para poderse jubilar en él y pasa luego a hablar del suelo original de la tienda, de los mostradores de madera y del reloj temporizador que, sin fallo alguno, lleva 80 años haciendo que se apaguen y enciendan las luces del escaparate cuando toca, una pareja mayor, ante sus cristales, comenta: “¡Qué pocos negocios así quedan!”. Recientemente, en la cercana Corredera Baja de San Pablo cerró el antepenúltimo del sector, Almacenes de Aragón, poco después de haber cumplido un siglo.

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