Tras la recogida de firmas para que el gobierno de España declare a las librerías servicio esencial hay ya más de 70.000 apoyos y una pregunta que trasciende el fin mismo de esta campaña surgida en el madrileño barrio de Chueca: ¿Qué tipo de mundo y de ciudad queremos?
Quien invita a que cada uno de nosotros nos planteemos esta cuestión no es otro que Rafael Soto, la persona que hace unos días inició la citada recogida de adhesiones en la plataforma change.org y que desde hace cinco años tiene una pequeña librería -Nakama- en el número 22 de la calle Pelayo.
“Si hay un nuevo confinamiento o, incluso, nuevas restricciones de horarios, es posible que cientos de librerías independientes de toda España no aguantemos”, indica Soto, quien considera los libros un bien de primera necesidad, “un salvavidas en el que buscar consuelo, evasión, esperanza, entendimiento y libertad”, y que reclama que en el caso de que fuera necesario un nuevo cierre de negocios por la Covid-19 el Gobierno permita que las tiendas de libros permanezcan abiertas como se lo permitió a las de alimentación e, incluso, a los estancos, entre otras.
En países como Bélgica y México las librerías ya han sido declaradas servicios esenciales y hay numerosas iniciativas en otras naciones trabajando en el mismo sentido. En España, por el momento, la cosa va por autonomías.
Cataluña ha declarado la Cultura bien esencial, amparando así la posible apertura de las librerías en caso de nuevo confinamiento, y Andalucía también ha reconocido como fundamental este servicio. Pero lo que la campaña de Soto persigue es que en todo el país alcancen ese rango. No parece ir por mal camino: 70.000 personas la han apoyado por el momento y, además, ha conseguido que el tema entre en la agenda política de algún que otro partido.
La puesta en marcha de esta recogida de firmas surgió de una conversación entre el mismo Rafael Soto y los responsables de una pequeña editorial como Libros.com y, según declara el librero, constituye ante todo una invitación a adoptar una posición de fondo.
“Siendo realistas, es muy posible que no tengamos que volver a un confinamiento y a un cierre de negocios como el que vivimos en marzo, por lo que habrá quien pueda pensar que esta campaña tiene un sentido relativo. También habrá quien la vea como una mera reivindicación de un tipo de comercio con la que se pueda sentir más o menos identificado. Sin embargo, partiendo de lo específico lo que planteamos es algo mucho más global”.
Con estas declaraciones Soto pone sobre la mesa un asunto que trasciende a su negocio y que constituye una llamada de atención a reflexionar sobre modelos de consumo y también sobre modelos de ciudad e, incluso, de mundo que queremos.
“Todos recordamos con horror todos los pequeños negocios de nuestros barrios cerrados y las calles desiertas durante el confinamiento, pero creo que no somos conscientes de que eso podría ser lo normal si no nos cuidamos entre todos y nos abandonamos a consumir a través de grandes plataformas de distribución online, que luego ni pagan sus impuestos en España ni cuidan a sus trabajadores como deberían. ¿Es eso lo que deseamos? Yo animo a cuidar al libro, al cual considero un bien de primera necesidad, pero también a las librerías independientes de barrio y de pueblo, como negocios esenciales y, a la vez, a todo el tejido comercial de proximidad”.
Para Soto el enemigo, más allá del coronavirus, es claramente Amazon, un gigante que juega con ventaja y que en cuanto a ventas de libros factura ya la mitad de los que anualmente se venden en España. “Es necesario que hagamos mucha pedagogía al respecto. Muchas personas ni se han planteado lo que implica para el futuro inmediato de su propia ciudad el hecho de hacer un pedido a través de este tipo de plataformas. Volviendo otra vez a hablar de mi sector, de las instituciones también espero leyes que eviten la desigualdad que existe entre nosotros, los pequeños, y ellos, los gigantes.”