El retrato fotográfico cuenta con una larga historia a la hora de documentar y crear identidades. Las obras seleccionadas para esta exposición —que reúne los retratos realizados por más de treinta fotógrafos en diferentes lugares de Europa— se enmarcan dentro de la tradición europea de la representación individual o colectiva.
Utilizando como punto de partida la caída del muro de Berlín —y, en un sentido más amplio, la desaparición del telón de acero—, la muestra tiene como objetivo provocar una confrontación con uno mismo a través de la observación de los diferentes rostros: contemplarlos es como introducirse dentro de un espejo para lograr un compromiso entre la cercanía y la distancia, fomentando la empatía con nuestros semejantes.
De este modo, Europa se nos descubre por medio del individuo, de fotografías, historias personales e identidades particulares que reflejan la personalidad europea, tan variada y heterogénea.