Suecia dice adiós al barrio de Chueca

Tras cincuenta y cinco años vistiendo y calzando a las mujeres de Chueca y Salesas, la mítica tienda “Suecia” “Suecia”(c/ Barquilo, 7) echa el cierre. La repentina muerte del dueño del negocio y los compromisos profesionales de su mujer e hijas hacen inviable la continuidad de este veterano negocio, que dirá adiós al barrio el 28 de diciembre.

Lo que no han conseguido ni la crisis, ni la plaga de tiendas de calzado de muestrario de la zona, ni la desleal competencia de los fabricantes chinos está a punto de cargárselo el destino. Porque tanto Carmen como sus hijas, Esther y Marta, se plantearían encantadas continuar con el negocio familiar si no tuvieran ya otros trabajos que ocuparan la mayor parte de su tiempo y el local fuera suyo. Teniendo que pagar un alquiler y pudiendo abrir tan sólo unas cuantas horas por la tarde a diario y los sábados (día en el que se concentran la mayor parte de las manifestaciones) durante todo el día, las cuentas no cuadran. Echando números, es imposible garantizar la viabilidad de la tienda a largo plazo, a pesar de que clientas no les faltan.

Porque, si una cosa tiene esta boutique de las de toda la vida es, precisamente, una clientela de lo más fiel, tan compungida por el cierre de la tienda que ya han pedido que los fabricantes de esos zapatos que tan bien les sientan y que tan complicado es encontrar en la zona les digan otras tiendas en las que poder conseguirlos cuando “Suecia” cierre definitivamente.

Una negocio familiar de película

La historia de “Suecia” recuerda muchísimo a la de Sira, la protagonista de la novela “El tiempo entre costuras” (a la que da vida Adriana Ugarte en la pequeña pantalla), pero cambiando los retales y telas por la marroquinería. El abuelo de la familia, Jaime Ginés Belmonte, un madrileño de familia humilde muy emprendedor, se dio cuenta de que las clientas de la sastrería de su calle necesitaban zapatos y bolsos para complementar su look así que, ni corto ni perezoso, decidió abrir su propio taller de zapatos y bolsos en el barrio de Salamanca.

Puro refinamiento y diseño hecho cuero, que hacía las delicias de las familias más pudientes de la época. El negocio iba tan bien que en poco tiempo ya tenían dos tiendas (una en la calle Serrano y otra en la calle Conde de Aranda) y decidieron acercarse un poco más al centro de la capital, para que las mujeres de diplomáticos y gente adinerada pudieran también llevar sus bolsos y zapatos en eventos de la alta sociedad madrileña. Fue así como llegaron hasta la calle Barquillo, en la que por aquellos entonces había muchos negocios relacionados con el sector (una sastrería, una tienda de ropa de caballeros...). Sin ir más lejos, el local en el que decidieron instalarse, en el número siete, había sido anteriormente una guantería. Tomando el relevo de su padre, Jaime Ginés Casal, se convirtió en todo un referente en el barrio para las señoras con un poder adquisitivo alto, que han sido fieles desde entonces a la tienda.

De zona con clase a la “Calle del sonido”

Aunque hoy sea difícil de imaginar, durante muchos años la calle disfrutó de una bonanza económica envidiable y llegó a ser tan importante que en ella se instaló el primer semáforo de todo Madrid, allá por 1929. En la década de los ochenta los negocios más tradicionales fueron dando paso a otros en los que se vendían los últimos productos audiovisuales, motivo por el cual se ganó la denominación de “Calle del sonido”. Fueron años difíciles, en los que Chueca y Salesas vieron cómo el fantasma de la droga golpeaba de lo más duro en el barrio y sus calles se llenaban de delincuencia, prostitución y drogadictos. “Cuando era pequeña no me dejaban venir hasta la tienda en metro. Era demasiado peligroso”, recuerda Esther, la mayor de las hijas.

Sin embargo, la llegada en la década de los noventa del colectivo gay supuso toda una mejora para la zona: nuevos negocios de ropa de diseño en la calle Almirante y alrededores, rehabilitación de casas... Nada que ver con los vecinos de los ochenta “Son gente muy culta y educada. Estamos encantados con los cambios que han traído los gays al barrio”, nos explica Carmen llena de entusiasmo mientras atiende a unas clientas habituales que todavía no terminan de creerse las noticias del cierre. “¿No me digas que cerráis? ¡Qué pena!”, exclaman muchas de las mujeres que entran en la tienda atraídas por las ofertas de liquidación.

Un público de lo más internacional y fiel

Aunque el perfil de cliente de la tienda es el de una mujer española de entre 45 y 50 años, no son las únicas. Los extranjeros que se acercan hasta Madrid también quedan seducidos por la calidad de sus productos. “Hemos atendido hasta gente de Mongolia”, nos cuenta Marta, la benjamina de la familia. Pero alemanes, australianos y latinomericanos tampoco desaprovechan la oportunidad de conseguir calzado de calidad y a buen precio, prendas que en sus países son difíciles de conseguir o no están al alcance de todos los bolsillos. “Los españoles compran uno o dos zapatos como mucho, pero los extranjeros... esos se llevan las botas o botines de tres en tres, de diferentes modelos o del mismo en distintos colores para tener calzado para varias temporadas”, nos comenta Esther.

Como su padre, el cabeza de familia siempre quiso que sus clientas tuvieran productos de calidad y por eso las estanterías están llenas de zapatos, botines, botas y bolsos de piel de los que ya casi no se fabrican. “Nosotros sólo trabajamos género español, déjalo muy claro. Y aunque hay algunas cosas de polipiel, la gran mayoría es cuero nacional”, nos explica Carmen. “Nos costó mucho que mi padre introdujera productos que no fueran de piel”, recuerda Esther, “pero entendió que era importante adaptarse a las necesidades de los nuevos tiempos”. Ahora incluso se planteaba hacer una tienda online, sobre todo para los artículos más vintage, que vuelan de la tienda en cuanto los ponen en el escaparate. “Aprovechando que yo soy informática, mi padre quería subir algunos de los productos a Internet, pero ya no podrá ser”, recuerda Esther.

Zapatos y bolsos retro de diseño propio

Zapatos y bolsos retro de diseño propio

Uno de los rasgos distintivos de “Suecia” son los zapatos y bolsos que el abuelo de la familia diseñaba y fabricaba con esmero en sus propios talleres. “Todavía tenemos en el almacén las máquinas de coser que usaban para hacerlos”, nos cuenta Esther. “A mi padre le encantaba su profesión. Era su vida. En cuanto una clienta le enseñaba el pie sabía exactamente el tipo de zapato que le quedaría bien. Nunca se equivocaba”, nos recuerda con emoción. Era ese trato personalizado y el profundo conocimiento del género lo que ha hecho que la clientela se haya mantenido fiel durante años. “Hay señoras que venían a la tienda porque sabían que mi padre les encontraría exactamente el zapato que necesitaban y que no les dañaría los pies”, nos cuenta Marta. Además, siempre han tenido en cuenta todos los tipos de pie, desde los de las clientas que tienen el pie más pequeño (tienen calzado desde el número 35) hasta las que usan un 41, pasando por las que necesitan un ancho especial. “Eso se nota sobre todo en las botas. Muchas clientas con la pierna gordita se sorprenden de que las botas les cierren”, nos explica Marta.

Comienza la cuenta atrás para esta súbita despedida. “Suecia”, una de las pocas tiendas de siempre que aún sobrevive en la calle Barquillo echa el cierre definitivo el día 28 de diciembre. Hasta esa fecha aplicarán descuentos del 50% en los productos de la tienda para poder liquidar el stock que aún les queda y donde se pueden encontrar auténticas prendas y complementos de los años cincuenta y sesenta, además de botas, botines, zapatos, sandalias y hasta prendas de vestir de mujer. Una buena alternativa para adelantar los regalos navideños.

Fotografías:  Somos Chueca