Un camarero enfermo de VIH denuncia a un bar de Chueca por discriminación

Hace unos días eldiario.es se hacía eco del testimonio de un camarero, Daniel J., al que un local de copas de Chueca había despedido por su enfermedad. Según relataba el afectado a ese medio digital, el pasado mes de mayo entró a trabajar de barman en el Mokai, un bar de copas de la Plaza de Vázquez de Mella, paradójicamente situado muy cerca del gran lazo rojo en homenaje a las víctimas de ese silencioso virus.

Su trabajo se desarrolló con total normalidad hasta que, en un ataque de sinceridad fruto de la confianza que le había cogido con su jefa, le confesó abiertamente que convivía con la enfermedad del VIHS y que, por ese motivo, debía acudir al hospital una vez al mes a recoger su medicación. Tan solo dos horas después, su superior le comunicaba que estaba despido.

Una versión muy diferente a la alegada por la empresa, que declaró a eldiario.es que en ningún momento Daniel les comunicó su estado serológico y que su único objetivo es conseguir el dinero de una indemnización. Además, explicó que le despidió estando todavía en pruebas, tras un día y medio de trabajo.

Ante la negativa de la empresa a readmitirle, Daniel buscó asesoramiento tanto en el área de Clínica Legal de CESIDA, con la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FELGTB), el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (COGAM) y como en el área LGTB de la Comunidad de Madrid, quienes le informaron de sus derechos y le animaron a presentar la correspondiente denuncia contra la sociedad Mokai Bar de Copas y Tapas S.L., que está en marcha desde el pasado 25 de junio.

Desde la empresa apuntan que tienen derecho a contratar «gente sana», lo que para Barrios demuestra una injustificable desinformación, «un Pacto de Estado frente al VIH y contra el Estigma sería una herramienta clave para contrarrestar el peso de los prejuicios instalados en todas las esferas de nuestra sociedad: las instituciones tienen que apostar por la defensa y la igualdad de quienes vivimos con VIH».

Un caso nada aislado

Lamentablemente la historia de Daniel no es un hecho aislado y, a pesar de que las cifras concluyen que las personas con VIH tienen una productividad similar a la población general, su infección no les descalifica para el desempeño de ningún puesto de trabajo y las normativas estatal y la comunitaria no justifican la exclusión de las personas con VIH ni en los trabajos que conllevan la manipulación de alimentos, la desinformación y el miedo acerca de la enfermedad hace que muchos hosteleros opten por despedir a personas infectadas por el virus.

El miedo a ser señalados de por vida hace que muchas de las víctimas opten por el silencio. Por ello el presidente de CESIDA, Juan Ramón Barrios, alaba la lucha de este joven «contra el estigma que le ha llevado a visibilizar su caso, y por ende, el de muchas personas que se han visto discriminadas por vivir con VIH, unos hechos que debido al silencio de las víctimas quedan impunes».