Cocktail o puerta: terrazas del centro de Madrid que se niegan a servir café, refrescos o cerveza por las tardes
“No sé si es ilegal, pero creo que dice algo terrible sobre el modelo de consumo que tenemos”. Con estas palabras justifica José su indignación después de que en una terraza del centro de Madrid le indicaran que no podía sentarse para consumir un café a las 18.00, ya que solo servían “cocktelería o comida”. Después acudió a una cafetería situada a pocos metros, donde recibió la misma respuesta. “¿En qué se está convirtiendo Madrid?”, se preguntaba en sus redes sociales, y lo vuelve a plantear en declaraciones a este medio.
José vivió esta situación en dos establecimientos de la plaza de Santa Ana, en el corazón de un Barrio de las Letras cada vez más masificado por el turismo. Ahora bien, más allá del componente social o humano, esta estrategia comercial bordea el marco legislativo en materia de consumo. “Existe una normativa que consideramos que estas prácticas incumplirían”, apunta a Somos Madrid el secretario general y portavoz de Facua, Rubén Sánchez.
Se trata de la Ley de Protección de los Consumidores de la Comunidad de Madrid (1998) y la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (2007). La primera de estas normas incluye en su artículo 50 “la negativa injustificada a satisfacer las demandas del consumidor producidas de buena fe o conforme al uso establecido, cuando su satisfacción esté dentro de las disponibilidades del vendedor o prestador de un servicio” entre sus “infracciones en materia de normalización técnica, comercial y de prestación de servicios, así como en materia de condiciones o técnicas de venta y suministro de bienes o servicios”.
Respecto a la legislación estatal, su artículo 47 cita como infracción “el incumplimiento de las normas reguladoras de precios, la imposición injustificada de condiciones sobre prestaciones no solicitadas o cantidades mínimas o cualquier otro tipo de intervención o actuación ilícita que suponga un incremento de los márgenes comerciales”. Sánchez recurre incluso al Código Civil “en el sentido de que la costumbre en este sector comercial es que en terraza se pueda pedir la totalidad de la carta”. Así, según la normativa que citan desde Facua, el cliente podría solicitar que se le sirva la consumición pedida y, en su defecto, presentar una hoja de reclamaciones.
Un factor clave en este tipo de casos, que no exime del posible incumplimiento de las normas anteriores pero evita otros abusos, es la información suministrada a los clientes en el propio local. José reconoce que el primer restaurante en el que se sentó disponía de un cartel al respecto que no había visto cuando publicó su post, aunque el pasquín solo limita los cafés (a los servicios de desayunos, comidas y cenas) y establece los horarios donde únicamente se sirven comidas (13.00-17.00) y cenas (20.00-23.00) en las terrazas.
Así, de acuerdo a esta indicación a las 18.00 podría haber tomado un refresco, pero le dieron como única opción comer o consumir alguna copa o cocktail. Ni siquiera una cerveza, en la gran capital de las cañas. Desde O Cacho do José, el local en el que este ciudadano intentó pedir un café, no han respondido por el momento las preguntas trasladadas por este medio.
Estamos en un Madrid cada vez más enfocado al turista rápido, el que viene a pasar un fin de semana y a quedarse en un Airbnb, lo que ha provocado que ya ni siquiera te puedas sentar a tomarte un café tranquilamente en tu ciudad
Pero José insiste en que no es tanto una cuestión de “sentirse estafado” como de enfrentarse a “un Madrid que cada vez está más enfocado al turista rápido, el que viene a pasar un fin de semana y en un Airbnb, lo que ha provocado que ya ni siquiera te puedas sentar a tomarte un café tranquilamente en tu ciudad”. De hecho, al compartir su caso en redes otros usuarios le han trasladado maniobras similares en negocios de otras zonas, como Lavapiés.
Opina que “cada vez hay menos opciones para disfrutar gratis en plazas o bancos”, por lo que el consumo como equivalente al ocio en la capital es algo “prácticamente asumido”. El siguiente paso es este: “Ya no sirve gastar, ahora además hay que gastar mucho”.
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