Uno de los momentos más desgarradores del documental Cara B: Cañada Real Galiana llega cuando Adil Ajahiou, uno de sus tres jóvenes protagonistas (el más locuaz y dicharachero), relata un episodio de discriminación que sufrió en el colegio: “Los de la Cañada allí, en esa mesa”, les reprendía la tutora del comedor, separándoles del mundo y marcándoles con un estigma que todavía les pesa por mucho que luchen contra él cada día.
En un contexto tan adverso, donde a las dificultades económicas o familiares se suma la discriminación, una pasión como el fútbol puede convertirse en una poderosa herramienta para el cambio y la esperanza. Es lo que relata este reportaje del periodista Javi Valle para la plataforma de contenidos deportivos DAZN, que lo ofrece gratuitamente en su web (solo es necesario un registro previo). Valle conversa con Somos Madrid para desgranar los entresijos de una pieza breve, pero que huye de sensacionalismos y de cualquier tono tremendista para mostrar un lado más luminoso de la Cañada sin por ello obviar su realidad. No está solo: hasta las oficinas de DAZN, donde tiene lugar el encuentro, se desplazan los otros dos grandes protagonistas junto a Adil de esta historia de deporte y amistad: Ismail Benayad “Isma” e Ibrahim Zarkan “Ibra”.
A sus 23 y 21 años ambos se dedican al taxi, un camino que Adil les mostró y en el que vieron la oportunidad de labrase un futuro. Les dio un horizonte, una aspiración, igual que lo hacía el fútbol cuando eran pequeños: “Sobre todo de ayudaba a enfocarte en jugar y no desviarte”, cuenta Isma. Rocío Díaz, educadora social de la Asociación El Fanal, lo resume en el documental: “Aquí el fútbol es todo: aprender a resolver conflictos, hacer amistades, tener momentos de convivencia de barrio...”. Su valor puede ser, incluso, físico y material: “Cuando Filomena no teníamos nada para calentarnos, así que para pasar menos frío nos poníamos a jugar al fútbol”, rememora Isma.
Cuando Valle empezó a concebir el reportaje y a llevar a cabo sus primeras visitas a la Cañada, hace ya un año, “no tenía una idea muy clara”. “El primer día flipé en colores para lo bueno y para lo malo”, admite. Pero conoció a Adil e Isma y todo empezó a tomar forma: “Estos chavales son la leche. Hablé con ellos media hora y la historia que había que contar se plantó enfrente de mi cara. Me di cuenta de que podían ser los protagonistas de un reportaje y que al acabar cualquiera los admiraría como a un futbolista de élite”.
“En realidad aquí yo era el único que conocía DAZN”, comenta entre risas Isma. “Viene mucha prensa y estamos cansados porque van una y otra vez a por lo mismo: graban al pobre señor sin luz arreglando sus placas solares, o buscan los kioscos de droga, siempre lo malo. Cuando vino Javi me interesó porque nos dijeron que el documental iba sobre fútbol y porque no metió directamente la cámara, sino que quiso saber de nosotros y se interesó por otras cosas”, explica ya más en serio. “Estamos hartos de sentirnos estigmatizados”, denuncia. “Para mí era muy importante no solo desestigmatizar, sino hacerlo respetando la forma que estos chicos tienen de ver Cañada, a su gente y al fútbol”, sentencia Valle.
Porque este deporte sigue hoy muy presente en sus vidas y en la Cañada, por mucho que Adil ya no viva allí o que Isma reconozca que solo pasa a dormir, que el resto del día prefiere pasarlo en Vallecas. La excepción llega los fines de semana, cuando está operativo el curioso campo de fútbol, con unas medias nada habituales, que la FIFA instaló en el Sector 6 (de ahí son estos tres chavales).
Viene mucha prensa y estamos cansados porque van una y otra vez a por lo mismo: graban al pobre señor sin luz arreglando sus placas solares, o buscan los kioscos de droga, siempre lo malo
“Llegué un día y estaba jugando un montón de gente ahí. Fue increíble”, relata Valle, que en el documental se anima a disputar un triangular y comprueba de primera mano la calidad de la Cañada. “Nos hemos llegado a a reunir 40 tíos o mas, repartidos en siete u ocho equipos que vamos entrando y saliendo según quien gana cada partido”, cuenta Isma. Podría sonar a pachanga, y lo cierto es que el compañerismo prima sobre la competición, pero se lo toman muy en serio. Todos quieren ser los reyes de la pista.
Pese a lo mucho que les aporta este recinto, su historia también tiene una cara B que muestra el abandono institucional que siempre acaba golpeando de una forma u otra la Cañada Real. No solo porque esté cerrado entre semana, sino porque el proyecto inicial de la FIFA nunca llegó a ejecutarse por completo y la organización “lo dejó abandonado”, lamenta Valle. Ahora son los propios jóvenes que lo disfrutan quienes deben mantenerlo. “Había un encargado que nos prometía baños, vestuarios y otras cosas que nunca han llegado a terminar. Pero al final solo hicieron el campo y una cancha de baloncesto que la verdad es que nadie la utiliza. No sabemos qué ha pasado con esa otra parte del presupuesto”, deja caer Isma.
Fútbol de barro y sueños contra montañas
Por suerte no son novatos en eso de gestionarse su propio campo. Antes de esta instalación, fueron ellos mismos quienes improvisaron y apañaron un lugar para jugar al fútbol, el ya prácticamente extinto campo viejo. En el reportaje cuentan cómo lo crearon: unos cuantos hierros para las porterías, neumáticos para delimitar el terreno de juego y alguna que otra red que “tomaron prestada” de polideportivos de Vallecas.
Remontándose aún más atrás en el tiempo, antes le daban a la pelota en una colina, así de simple y llanamente (aunque poco tiene de llana). “No sé ni dónde jugábamos en verdad”, recuerda Isma con una sonrisa. El mejor lugar para observar desde las alturas la Cañada, con ese otro Madrid en el horizonte, fue también el escenario protagonista de muchos partidos de infancia, incontables goles en unas porterías hechas con dos piedras y alguna que otra escalofriante lesión ladera abajo.
Ahora los tiempos han cambiado, aunque la falta de luz y la inacción de la Comunidad de Madrid (cuando no sus polémicas intervenciones) demuestren que no todo ha ido a mejor. Ibra, en cambio, presume de que su sobrino pueda dar en la Fundación del Rayo Vallecano los primeros pasos y pases de los que a él la vida le privó cuando soñaba con una carrera futbolística.
Fue imposible por barreras económicas, pero también sociales o logísticas. El Ensanche de Vallecas, el núcleo de población más cercano, se encuentra a media hora andando. Cuando eran niños no existía ningún autobús que les conectara a la zona. Desde hace tres años hay uno, que pasa una sola vez al día, pero con ello se dan con un canto en los dientes. “Para llegar a cualquier sitio o para volver a casa había que pasar una montaña”, dice Isma. Podría parecer una metáfora, pero era un obstáculo literal.
Unas barreras también sociales y mentales, que se trasladaban al colegio concertado al que acudían (no tenían opción de asistir a ninguno público). Hablan de profesores que les recriminaban delante de sus compañeros que disfrutaran “gratis” de cosas por las que el resto debía pagar.
Para mí era muy importante no solo desestigmatizar, sino hacerlo respetando la forma que estos chicos tienen de ver Cañada, a su gente y al fútbol
A Ibra, por ejemplo, le usaban como ejemplo de buena conducta frente a otros amigos de la Cañada con peor comportamiento, como si quienes proceden de un entorno con peores condiciones no tuviesen permitido equivocarse, como si sus errores contasen más que lo del resto o como si debiesen casi pedir perdón por estar ahí. “Me dolía, porque yo soy de la Cañada y si les señala a ellos también me señala a mí”, se lamenta. Por eso guarda todavía más cariño a quienes no les ponían una cruz por su procedencia, como una profesora que siempre se interesaba por su situación y le ayudaba con lo que necesitase.
Y quizá también por esa infancia complicada Ibra ha desarrollado una coraza de la que poco a poco se va desprendiendo en el documental, que empieza siendo una historia con dos protagonistas y le acaba sumando a él. En los últimos minutos se abre y se desahoga, compartiendo una humanidad como la que reside en todos los habitantes de la Cañada detrás del estigma.
Reconoce que le gusta verse y que le vean. Al igual que a Isma, le convence cómo son retratados en Cara B: Cañada Real Galiana: “El otro día estábamos Adil y yo con dos amigas y puse el documental. La verdad es que está muy guapo. Pero lo mejor es que me giré y Adil estaba el tío secándose las lágrimas de los ojos”, dice Ibra entre risas.
Al término de la entrevista, Ibra e Isma se dan una vuelta por la sede de DAZN: los distintos departamentos de la redacción (automovilismo, fútbol o un área de baloncesto que sigue sin interesarles demasiado), los estudios de grabación o el plató en el que Antonio Lobato graba sus programas después de las carreras de Fórmula 1. Por un rato, antes de volver a su taxi y después a la Cañada, se sienten como dos niños con un balón de fútbol nuevo.
- El documental de Javi Valle para DAZN Cara B: Cañada Real Galiana está disponible gratis, previo registro, en este enlace.