Familias del Ramiro de Maeztu denuncian la demolición de patrimonio en unas obras con la sombra de la escuela europea

Guillermo Hormigo

Madrid —

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Lo que parecía un final feliz se ha convertido en una breve tregua repleta de incertidumbre. Las obras llegan al Instituto Ramiro de Maeztu dos semanas después de que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso anunciase, instigado por las protestas de familias y alumnado, que daba marcha atrás en su proyecto de implantar un centro de élite para hijos de diplomáticos europeos dentro de uno de los dos únicos institutos públicos del distrito de Chamartín. La oficialmente conocida como Escuela Europea Acreditada (EEA).

“La comunidad educativa del Colegio Ramiro de Maeztu levanta su voz en protesta ante la demolición planeada del escenario y los bancos deslizables históricos ubicados bajo el mismo del salón de actos, datados en 1934. Estos bancos, parte integral de nuestro patrimonio cultural e histórico, están en riesgo debido a las obras en curso en el colegio”, lamentan desde la plataforma Ramiro No Cabemos, constituida para frenar el proyecto de la escuela europea.

“Aunque las obras han comenzado sin que tengamos acceso previo a los planos detallados, contamos con el acta número 25-bis/2024 de la Comisión Local de Patrimonio Histórico de Madrid, que describe la demolición del escenario en el que se instalan los bancos retráctiles como parte del proyecto general del colegio. Es crucial destacar que este acta fue aprobada sin la presencia de todos los firmantes necesarios, lo cual plantea serias dudas sobre la legalidad y transparencia del proceso”, denuncian en el escrito.

“La destrucción de estos bancos no solo constituye un ataque directo a nuestro patrimonio cultural y educativo, sino que también evidencia una absoluta falta de consideración por parte de las autoridades hacia la historia y la identidad del Colegio Ramiro de Maeztu. Es fundamental recordar que estos bancos no son simplemente muebles antiguos, sino un Bien de Interés Cultural, testimonio vivo de décadas de educación y comunidad en nuestro colegio”, añaden en el documento compartido por la agrupación Ramiro No Cabemos.

“Además, las obras en curso corresponden al proyecto original para la ampliación del colegio con la Escuela Europea Acreditada (EEA), que ya ha sido descartado. No se ha modificado el proyecto de las obras, y dado que la EEA ya no se implementará en el Ramiro de Maeztu, la demolición de los interiores, incluidos escenario y bancos deslizables históricos, carece de sentido y necesidad”, consideran desde esta entidad que aglutina a familiares de alumnos del centro.

Fuentes de la Consejería de Educación aseguran a Somos Madrid que se trata de “obras de mejora de las instalaciones, de ampliación, ya que el proyecto de la EEA está detenido como se anunció en sede parlamentaria”. El consejero del ramo, Emilio Viciana, aseguró el 20 de junio en la Asamblea de Madrid que la decisión se tomaba tras dialogar con la comunidad educativa del Ramiro, que se había opuesto con fuerza al proyecto por entender que era nocivo para el colegio e instituto y que además no había espacio físico para meter dentro de un centro ya lleno una nueva escuela con cientos de estudiantes más.

“La comunidad educativa del Ramiro de Maeztu demanda una reconsideración inmediata de este proyecto y la adopción de medidas para preservar estos elementos históricos. Exigimos transparencia en el proceso de planificación de obras y un diálogo efectivo que incluya a todas las partes interesadas, para que los trabajos a acometer reviertan realmente en una mejora de las instalaciones acorde a las necesidades existentes. Además, denunciamos de nuevo la falta de consulta y la unilateralidad con la que se están llevando a cabo estas decisiones por parte de la Consejería de Educación, que sigue sin escuchar a la comunidad educativa”, concluyen desde Ramiro No Cabemos.

Las familias y la oposición continúan vigilantes

Elena, una de las madres movilizadas contra el plan de la escuela europea, relata a este periódico los motivos por los que mantienen sus suspicacias pese al anuncio de la Comunidad de Madrid: “Sabemos que en el proyecto de las obras, cuyas fotografías o memoria no hemos podido ver, sigue apareciendo el nombre de la Escuela Europea Acreditada. Nos dicen que todavía no han podido actualizarlo”.

“Mientras, estamos comprobando cómo se ejecutan las modificaciones que nos indicaron a finales de mayo y que rechazamos: una sala más no se sabe para qué o la división de la biblioteca para crear en su interior algo que llaman aula futura”, continúa Elena. “Después nos comunicaron que no se harían obras en cubierta y sí se llevarían a cabo otras que son necesarias como la habilitación de baños para hacerlos accesibles, la climatización de pabellones o la mejora en la protección contra incendios. Pero está siendo al revés”, apostilla.

“Estamos alarmados, pero solo queremos que el aula de música no pierda metros y que los solicitantes de la EEA nos confirmen que se van. Hasta entonces seguiremos vigilantes y atentas”, dice Elena para terminar.

Alicia Torija, diputada de Más Madrid en la Asamblea regional, avisa de que “se han vaciado zonas y todos los espacios comunes se van a tocar para que quepan más aulas”. Se pregunta “para qué sirve la palabra de la presidenta Isabel Díaz Ayuso” y de su “Gobierno del humo” si finalmente se ejecutan unas obras de esta envergadura. Cree que la presidenta autonómica reaccionó porque “el ruido ha llegado a Europa”, pero el Ejecutivo madrileño “no tiene intención de parar el proyecto”. Apostilla que en el último Consejo de Patrimonio Cultural se habló de que “todo estaba aprobado”, por lo que lamenta que finalmente “empotrarán a las familias la escuela europea”.