La crónica de una tala anunciada se materializó este lunes en la capital con la entrada de la maquinaria en los parques de Madrid Río y Comillas, en los distritos de Arganzuela y Carabanchel. 523 árboles serán eliminados en los próximos días durante los trabajos de ampliación de la línea 11 de Metro según el proyecto aprobado por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso (que antes de la resistencia vecinal llegó a contemplar la destrucción de 1027), con el beneplácito del Ayuntamiento que lidera José Luis Martínez-Almeida.
Pero no por esperada la jornada fue menos dramática: vecinos de Arganzuela y ecologistas se organizaron para atarse o subirse a algunos ejemplares hasta que la policía les expulsó, mientras que familias del colegio Perú rodearon el vallado de lo que todavía es el parque de Comillas (su parque) para acabar una manifestación espontánea en el interior. En este último caso ya se consumaron varias talas, pero en Madrid Río no ha sido hasta este martes cuando los operarios han comenzado con ellas.
Así lo acreditan numerosas fotografías o vídeos captados por residentes y publicados en redes sociales. La Asociación Vecinal Pasillo Verde Imperial denuncia el “arboricidio en directo” que las autoridades madrileñas están ejecutando, para lo cual adjuntan imágenes (y sonidos, el de la motosierra es inconfundible) del que afirmaban era el primer plátano talado.
Fotografías tomadas junto a las vallas que delimitan las obras para edificar la futura estación de Madrid Río dan cuenta de los troncos y raíces que han caído en los primeros compases de los trabajos. En el exterior de esta barrera, algunos ejemplares lucen carteles con el mensaje “nos salvamos gracias a la acción vecinal, pero 162 todavía están sentenciados”. Son algunos de los 504 árboles que se han librado con las últimas modificaciones del plan, entre los que se encuentran especímenes en otras zonas como los Jardines de Palestina. Sus cercanos compañeros, en cambio, parecen condenados. Algunos ya han sucumbido.
El siguiente vídeo era grabado en la noche del martes al miércoles en Madrid Río:
La rabia acumulada por los vecinos que veían cómo quedaban reducidos a serrín árboles que en muchos casos acompañaron las infancias de los habitantes de Arganzuela se trasladaban por la tarde al pleno de la Junta, que debatía los asuntos del mes de diciembre. Ante la Casa del Reloj, su lugar de celebración, se reunían los manifestantes y medio centenar interrumpía la sesión con sus proclamas: “Madrid capital de la tala ilegal”, gritaban.
La concejala de Arganzuela aguantó un minuto las protestas, llamó al orden tres veces y suspendió el pleno de inmediato, ante la estupefacción de los ediles de la oposición. “No es la manera, hay otras alternativas” se quejaba la socialista Enma López. “Podía haber ordenado un receso, podría haberse acercado a las vecinas y vecinos para escucharles y dialogar con ellos, pero son las formas absolutistas a las que no está empezando a acostumbrar el gobierno del señor Almeida”, denunciaba después.
Ministros contra la tala
Más allá de las acciones vecinales, que han ido desde lo simbólico hasta la movilización permanente (poniendo en riesgo incluso su propia integridad física), las protestas han llegado también desde cargos públicos. Las portavoces de Más Madrid y PSOE en el consistorio madrileño, Rita Maestre y Reyes Maroto, visitaron Madrid Río y Comillas este lunes para mostrar su apoyo a la movilización ciudadana.
Pero las críticas han escalado a la política nacional de la mano de dos importantes miembros del Ejecutivo de Pedro Sánchez. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha rechazado las talas de Madrid Río con un mensaje en X: “Esto es contrario a la demanda social y a la recomendación generalizada de contar con más espacio verde en las ciudades para luchar contra las islas de calor. Además, es completamente innecesario”.
El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, tampoco ha dejado pasar la ocasión para incidir en una de sus principales labores desde que tomó posesión del cargo: arremeter contra Isabel Díaz Ayuso y su gestión del suburbano madrileño: “Duele mucho que sean árboles. Pero ya que no saben construir líneas de Metro sin derribar algo, hubiera sido peor que insistieran con las casas” (en referencia al hundimiento de la estructura en la línea 7b a su paso por San Fernando de Henares y su afectación a numerosas viviendas).
Más allá del zasca, profesionales del urbanismo han registrado una carta dirigida al alcalde donde le exigen “preservar el arbolado afectado por el actual proyecto de trazado de la línea 11 de Metro”. La misiva cuenta ya con 80 firmas, pero está abierta para que sigan sumándose autoridades en la materia. Es la segunda epístola que hacen llegar a Almeida. Después de la primera de ellas consiguieron el compromiso del delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, para minimizar el efecto de las obras. “Finalmente el avance del proyecto derivará en la pérdida de una cantidad de ejemplares que destruirá el ambiente urbano conseguido a lo largo de varias décadas y alteraría el bello paisaje actual”, lamentan.
Esta acción es la última muestra de una indignación que estos días ha dejado numerosas imágenes que sirven de contrapunto a la desolación de las talas. La de una respuesta transversal entre vecinos y familias que no se dan por vencidos por mucho que empiecen a contemplar la “infamia”, como lo define la madre de un alumno del colegio Perú, que tanto temían.