“Creo que nuestra organización, para ser dinámica y fuerte, necesita que las personas no nos eternicemos en los cargos representativos” aseguraba hace poco Quique Villalobos, presidente durante los últimos nueve años de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), la entidad que agrupa a las entidades de los barrios y municipios de la región. Lo sustituyó uno de los miembros de la comisión permanente de la entidad, Jorge Nacarino (1983, Puente de Vallecas), con quien charlamos unos días después de su elección como nuevo líder vecinal en Madrid, en el pequeño local de su asociación, en el barrio de San Diego.
Nacarino lleva más de veinte años peleando por mejorar la vida de los habitantes de su barrio vallecano y asegura que ha dado este paso después de que se lo pidiesen el presidente saliente y el equipo de la junta directiva de la FRAVM, en la que lleva integrado desde 2014. Un tiempo durante el que se han muchos bandazos, algunos especialmente duros como el primer mandato de Almeida, cuando la entidad era diana constante de las críticas de Vox, lo que los llevó al momento más bajo con el Ayuntamiento en décadas.
Hoy cree que la presión sobre el movimiento ciudadano se ha reducido, “pero no tanto como debería” mientras cita los enfrenamientos con las asociaciones en Hortaleza o determinadas actuaciones como los recursos para intentar salvar las cocinas fantasma que causan molestias vecinales.
¿Cuáles son ahora mismo los retos más urgentes que tiene la FRAVM?
Además de la defensa de los servicios públicos, como sanidad o educación, tenemos también un proceso muy importante en la capital que es la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), algo que es clave, la llave maestra de la ciudad. Es un reto en el que llevamos meses trabajando con todas las asociaciones para elaborar una propuesta previa antes de que el Ayuntamiento presente el primer avance del plan y poder incidir desde el minuto cero en todo el proceso.
Luego hay retos más nuevos como apostar por la regionalización de la FRAVM. El día a día siempre nos ha llevado a estar más en la ciudad y a atender menos de lo que nos gustaría a los municipios de alrededor, muy especialmente con los de primera corona metropolitana y parte de la segunda. Esto también tiene que ver mucho con lo que va a pasar con el PGOU. El modelo al que nos quieren llevar tiene que ver con ese traslado de determinada parte de la población a esas coronas metropolitanas.
¿Qué problemas causa esta metropolización de Madrid?
España es peculiar en ese sentido, pero Madrid más aún. A diferencia de lo que ocurre en Barcelona con el área metropolitana, Madrid no tiene ningún tipo de ente más allá del Consorcio Regional de Transportes y determinados consorcios de recogidas de residuos urbanos. No hay una estrategia metropolitana, está abandonada históricamente en la región y es una de las primeras cuestiones que queremos poner encima de la mesa, la necesidad de tener una estrategia regional para ese Madrid Metropolitano. Porque al final hay una cantidad de disfunciones fundamentales, no solo en movilidad, sino también en política de vivienda, en políticas sociales, en promoción económica… en la necesidad de reequilibrar la región, ya que vivimos en una de las regiones más desiguales de toda Europa.
¿Cómo veis la relación entre la FRAVM con la Comunidad de Madrid y con el Ayuntamiento de la capital? ¿Hay diferencias?
Sí, hay amplísimas diferencias. Nosotros tenemos históricamente una relación de diálogo y de trabajo con el Ayuntamiento de Madrid, que desgraciadamente no se da con la Comunidad de Madrid. Ahora mismo es muy desigual. Con el Ayuntamiento hemos vivido momentos de la pasada legislatura bastante complicados, pero ha mejorado la relación. Hicimos una petición de reunión y el alcalde nos ha citado para el día 23 [el próximo miércoles].
Vivimos en una de las regiones más desiguales de toda Europa
Tanto con ellos como con la Comunidad, tendemos la mano para trabajar en base al diálogo, pero sin dejar de plantear elementos importantes en los que sabemos que vamos a confrontar. Estamos convencidos de que si somos capaces de establecer un diálogo y tener una comunicación fluida, vamos a conseguir acercar posturas y al final eso es lo que va a ayudar a mejorar a la vida de la gente. Ese es nuestro objetivo.
Imagino que dependiendo de cada distrito, los problemas son distintos pero, ¿cuáles son los temas nucleares que están ahora mismo sobre la mesa de la FRAVM?
El principal problema es el acceso a la vivienda y la manifestación del pasado domingo fue un paso importante para sacarlo a la calle. Hemos planteado iniciar conversaciones en base a eso. El Gobierno de la Comunidad de Madrid no puede seguir en esa estrategia de no reconocer el problema o de estar en un choque frontal constante con el Gobierno central, en guerras culturales. Queremos que haya un cambio radical en ese sentido y empezar a dejar de entender la vivienda como un negocio o como un bien de inversión para ser convertirse en lo que tiene que ser: un bien de primera necesidad y un derecho para la ciudadanía.
El segundo problema es la desigualdad. Los distritos del sur están completamente descompensados en cuanto a realidad económica y social con otras partes de la ciudad y en la región ocurre lo mismo. Vemos cómo el sur sigue siendo el cuarto trastero de región, donde se lleva todo aquello que no se quiere, mientras se potencia el desarrollo económico zonas del norte y del oeste.
Uno de los temas en los que más habéis incidido en los últimos meses ha sido en la eventificación de Madrid.
No estamos en contra del turismo ni muchísimo menos. Somos conscientes de que en una ciudad como Madrid es una actividad fundamental. Hay que discutir qué modelo queremos, si uno masivo en determinados momentos o en algunas zonas de la ciudad que con el paso del tiempo acabe fracasando y quemándola, convirtiéndola en un sitio poco atractivo. Una determinada minoría sí que se va a ver beneficiada económicamente con este modelo, pero a la larga quienes vamos a padecerlo somos las vecinas y los vecinos de Madrid, porque nuestra salud sufre con ruidos o ataques al medio ambiente. Y a largo plazo vamos a ver cómo es empleo de mala calidad generado acabará destruyéndose.
Si hay determinados eventos, hay que ver cómo gestionarlos y sus limitaciones, su duración, cómo podemos hacer unos planes de movilidad adecuados sin afectar al día a día… y luego hay actividades que no se pueden desarrollar en determinados lugares de la ciudad: el Mad Cool no puede estar en Villaverde, el Bernabéu no puede ser un eventódromo, si hay actividades en Ifema no pueden ser al aire libre, el Wizink Center no puede albergar eventos diarios y que la gente no pueda ni tan siquiera pasear por la calle. Hay que ver cómo regular y cómo convivir, eso tiene que combinar con el desarrollo económico. Hay otras ciudades europeas donde se desarrollan actividades, son competitivas y tienen buena calidad en el empleo.
Además, la ciudad tiene que más policéntrica: no podemos estar concentrando todas las actividades en determinados puntos y tampoco puede ser que lo hagamos en las zonas verdes, que las estamos destruyendo. Ahora está la idea de la noria en el Tierno Galván o la iluminación del Manzanares. Valoremos la maravillosa regeneración de nuestro río, que ha sido internacionalmente reconocida por las instituciones, porque seguramente mucha gente nos va a querer visitar para apreciar eso y no para ver un espectáculo de luces en Madrid Río.
Has mencionado el tema del Bernabéu, donde se ha dado la paradoja de ser uno de los últimos éxitos del movimiento vecinal, con apreciables diferencias económicas entre sus protagonistas y los de otras zonas de Madrid. ¿Qué puede enseñar este triunfo a otras protestas vecinales?
En primer lugar, quiero reconocer el trabajo de las compañeras y los compañeros del entorno de Bernabéu, que se han organizado, que han peleado y han conseguido esa victoria. Creo que eso es indudable. Hay que reconocerlo porque en otras zonas de la ciudad también con un nivel económico importante han sufrido determinados problemas y la gente no ha sido capaz de organizarse y competir contra alguien que sabemos que tiene mucho poder en esta ciudad. Pero sí que hay que reconocer una evidencia: no todos podemos luchar de la misma manera y evidentemente los vecinos de Usera y de Villaverde no pueden pelear con las mismas armas contra el crematorio de la M-40, contra la plataforma logística o contra el Mad Cool. Los vecinos de Puente de Vallecas no tenemos las mismas herramientas para dejar de sufrir los humos y el ruido que nos genera el escaléxtric. Hay una desigualdad. El sistema judicial de este país o la Administración no tratan por igual a todo el mundo: las capacidades que tienes para defender tus derechos tienen mucho que ver con tu código postal .
No obstante, hay que lanzar el mensaje a los vecinos de estos barrios de las periferias y del sur de Madrid que la única solución pasa por organizarnos. Nuestra única herramienta es tener un movimiento vecinal cada vez más fuerte para poder competir contra esos agentes que quieren destruir nuestra calidad de vida.
Almeida está haciendo una especie de boicot a las protestas sindicales con la llamada multa del megáfono. ¿También está afectando a manifestaciones vecinales?
Nuestros compañeros de Carabanchel lo han sufrido. Y para cualquier tipo de manifestación que quieres convocar en el entorno de la Puerta del Sol te deniegan los permisos de megafonía de forma insistente, cercenando el derecho de manifestación. Es el Ayuntamiento de Madrid quien lo está impidiendo. No se puede convertir la Puerta del Sol en un espacio protegido, porque ahí está la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid. Tenemos el derecho a poder protestar ante quien nos gobierna.
Vamos a plantear al alcalde buscar soluciones. No puede ser que Delegación de Gobierno tenga unos plazos concretos para hacer una comunicación de manifestación y el Ayuntamiento cercene este derecho por otra vía administrativa, por el permiso para megafonía. No puede ser que tú puedas abrir una terraza en Madrid sin ningún tipo de problema con una declaración responsable y no puedas hacerlo por ejemplo para comunicar una megafonía en una manifestación. Hay que articular un sistema que permita garantizar ese derecho.
¿Cómo ves el movimiento vecinal actualmente y su evolución en los últimos años en Madrid?
El movimiento vecinal está más fortalecido en zonas ricas de la ciudad, vivimos un momento atípico. Las asociaciones de la almendra central están ahora mismo más fuertes, más activas, quizás por esa pelea que se está dando contra las Viviendas de Uso Turístico, el fenómeno de las terrazas, la gentrificación. En cambio, en los distritos y municipios del sur, donde sufrimos el problema de la desigualdad desde hace tiempo, a lo mejor sí que hemos tenido cierto momento de reflujo, porque la situación social no ayuda. Si la gente está a pelear por la supervivencia, la participación vecinal es más difícil.
Si la gente está a pelear por la supervivencia, la participación vecinal es más difícil
Somos conscientes de que tenemos un problema de envejecimiento en esos distritos y uno de nuestros objetivos es el rejuvenecimiento del tejido vecinal y afrontar también la participación de las personas migrantes. Tenemos que analizar bien cómo podemos facilitarla y que se sientan interpelados por la realidad de sus barrios para mejorarlos porque, por ejemplo, casi el 40% de los vecinos de San Diego responden a este perfil.
¿Cómo crees que afectó al movimiento vecinal los ayuntamientos del cambio y su posterior caída en la mayoría de municipios de la región?
Deberíamos analizar los modelos de participación. Se apostó mucho por ella, pero quizá no se hizo lo suficiente para articular qie esa movilización social dejara un poso, que hiciera organización y construyera movimiento. Se apostó por un modelo de participación más individualizada, o por un exceso de espacios de participación, que no ayudaron del todo. Esa es la queja de lo que pudiera haber supuesto aquel periodo, más allá de que personas concretas del movimiento pasaran a asumir algún tipo de responsabilidad en el ámbito de los gobiernos en municipios.
¿Qué relación tiene que tener la FRAVM con los partidos políticos que hay en Madrid?
La relación de siempre, de respeto mutuo. Creo que lo fundamental en este caso es que ellos respeten la independencia de la Federación. Durante todo el mandato de Quique y con Nacho también se hizo. Mantener la independencia es para mí una de las líneas fundamentales. Vamos a trabajar en colaboración con todos los grupos políticos, pero ellos también tienen que entender que la FRAVM no es correa de transmisión de ninguna opción política. Respeto mutuo, colaboración y diálogo con todos ellos. En los próximos días esperamos empezar a sentarnos con los portavoces regionales de tanto de Más Madrid como el Partido Socialista. Lo haremos también con la ciudad y con los principales municipios de la corona metropolitana.
¿Por qué un vecino de Madrid se habría de implicar en el movimiento asociativo?
A mí me gusta recordar lo que expresaba en una entrevista Julián Ariza, histórico líder sindical: decía que a veces olvidamos algo tan básico como que la unión hace la fuerza. Es decir, los vecinos y vecinas de Madrid tenemos que tener claro que aquellos que no tenemos esa capacidad económica que posee una determinada minoría para conseguir aquello que quiere de manera extraña, la única solución, la única vía que tenemos para conseguir mejorar nuestras condiciones de vida es organizándonos los unos con los otros. Eso es lo fundamental. Nuestra única herramienta es trabajar en común para conseguir mejorar nuestra vida, es lo que nos debería motivar a participar en los movimientos sociales y, especialmente, en el movimiento ciudadano.