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El día que llegaron la estatua de El Abrazo de Genovés y el 'tamayazo' a Madrid

Desde abajo, Monumento a los Abogados de Atocha, Madrid, España, 2015

Luis de la Cruz

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El 10 de junio de 2003 un grupo de figuras políticas llegaban con resuello a la plaza de Antón Martín, donde confluyen las calles Atocha, Magdalena, Santa Isabel y la calle del León. El aún alcalde en funciones, José María Álvarez del Manzano, el pintor Juan Genovés y miembros del sindicato Comisiones Obreras, entre otras personalidades, se disponían a inaugurar el que hoy es uno de los conjuntos escultóricos más populares de la capital: la versión de El Abrazo, del propio Genovés.

Aunque no conocemos el contenido de las conversaciones de la comitiva, no cabe duda de que el tema del día era un acontecimiento que varios de ellos acababan de presenciar en directo en la Asamblea de Madrid, y que cambiaría el curso de la política madrileña por muchos años: el acto de transfuguismo en el que dos miembros del PSOE, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, impidieron con su abstención en la segunda votación de investidura la elección de Rafael Simancas como nuevo presidente de la Comunidad de Madrid. Aquella mañana, una celebración simbólica de la democracia española quedaba opacada por uno de los espectáculos más bochornosos de la democracia madrileña.

Francisco Javier López Martín, secretario general de CCOO de Madrid entre los años 2000 y 2013, explica que el sindicato trasladó al alcalde José María Álvarez del Manzano la idea, masticada desde hace tiempo internamente, que Madrid debería contar con un monumento que reconociera la figura de los abogados del PCE y CCOO asesinados el 24 de enero de 1977 en el despacho de la calle Atocha, 55.

Dos años atrás, se había empezado a debatir el asunto, a recoger firmas y se habían unido a la propuesta la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos y los grupos municipales de IU y PSOE. Finalmente, la iniciativa fue aprobada por unanimidad por el pleno del ayuntamiento madrileño en 2002.

El plan contaba ya con la aprobación del pintor, cuya obra era inequívocamente adecuada por el significado simbólico que ya atesoraba y porque en el despacho de los abogados laboralistas había colgada una lámina de El Abrazo/Amnistía. Fue la primera y única obra escultórica de Genovés, que adaptó él mismo su cuadro.

La empresa no fue trivial a nivel técnico. Se hubo que llevar a cabo obras para reforzar la estructura del metro para aguantar un volumen de cuatro metros de altura con una base de piedra blanca. El monumento lo pagó el propio sindicato con el complemento de una suscripción popular y aportaciones del Ayuntamiento de Madrid, los colegios de arquitectos y abogados y la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos. En 2007, aprovechando el 30 aniversario del atentado, se colocó una placa que explica el significado del monumento de forma explícita a los paseantes. Pone, en una inscripción inusualmente extensa para el género:

LOS ABOGADOS DE ATOCHA. Si el eco de su voz se debilita, pereceremos (Paul Elouard)

El 24 de enero de 1977, en un despacho de Abogados Laboralistas que estaba situado en el número 55 de esta misma calle Atocha, fueron asesinados cuatro abogados y un sindicalista, dejando malheridos a cuatro abogados más. Todos ellos miembros del PCE y de CCOO.

Esta escultura reproduce el cuadro de Juan Genovés conocido como “El Abrazo”, símbolo de la restauración de la libertad. Fue inaugurado por el Ayuntamiento de Madrid el 10 de junio.

El acrílico de dos metros por metro y medio que sirvió de modelo fue elegido por el antiguo dirigente comunista José Sandoval en el propio estudio de Genovés para publicitar la Junta Democrática (estructura política de oposición al franquismo), en la que político y pintor colaboraban. El problema es que un soplo en la imprenta acabó con la incautación de los ejemplares y el pintor encerrado una semana en los trístemente famosos bajos de la DGS, en la Puerta del Sol. El cuadro comenzó a conocerse popularmente como Amnistía, pues se utilizó para esta reclamación. También fue durante años el símbolo de Amnistía Internacional, que sufragó los gastos de su primera sede madrileña vendiendo láminas con la imagen impresa.

No ha faltado quien ha analizado el paso de Amnistía a El Abrazo como reflejo del cambio de calado en la atmósfera política del país durante la Transición, si bien es cierto que el propio pintor lo denominaba informalmente como El Abrazo antes de ofrecerlo para fines políticos.

La vida del cuadro no ha sido fácil, en todo caso, lo que ofrece testimonio de las costuras mal cosidas del relato canónico de la transición española. En manos de un coleccionista norteamericano durante años, fue recuperado por el gobierno de Adolfo Suárez. Sin embargo, al llegar al Museo Español de Arte Contemporáneo, en la Ciudad Universitaria (donde hoy está el Museo del Traje), se esfumó. Apareció perdido en una caja abandonada gracias a la voluntad indagadora de trabajadores de la institución afiliados a Comisiones. En 1986 fue trasladado al Reina Sofía, donde estuvo relegado en los almacenes, de donde lo sacaban de vez en cuando para que algún periodista interesado lo fotografiara, según contaba con resignación el propio Genovés.

En 2016 El Abrazo llegó al Congreso, donde -Genovés se lamentaba de ello- tampoco es fácilmente visto por el pueblo (aunque ha vuelto al Reina Sofía para exposiciones). En la Sala Constitucional de Carrera de San Jerónimo ha servido de marco a fotografías como el pacto abortado entre Pedro Sánchez y Albert Rivera en 2016, o en la cumbre de la OTAN de 2022, que es razonable pensar no habría gustado al autor, fallecido en 2020.

Cada 24 de enero el monumento se llena de coronas de flores y cientos de personas recuerdan a los asesinados en el cercano piso de la calle Atocha. De cara a las espaldas del grupo de hombres pétreos –hay una mujer que, decía el autor, abraza al futuro– unidos por los brazos. Nadie relaciona, menos mal, el hito urbano con el tamayazo, aunque muchos de quienes se paran con una mezcla de pesar y orgullo frente a él no lo han olvidado en absoluto.

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