Lo que empezó como una modesta idea para que no se desaprovecharan las entradas de la solicitadísima piscina de Peñuelas, en Arganzuela, pronto creció más allá de sus contornos inicialmente previstos. Llamó la atención fuera de las fronteras del distrito y, finalmente, se ha extinguido por señalamientos, mensajes anti-familia e interferencias ajenas al propio grupo.
R., a quien entrevistamos en esta noticia, decidió abrir un grupo de WhatsApp para intercambiar, ceder o vender por el mismo precio las entradas de la piscina que no fueran a ser usadas. Como se sacan con 48 horas de antelación por vía telemática, es frecuente que imprevistos de última hora hagan que parte del aforo de la instalación del Centro Deportivo municipal Peñuelas se quede sin cubrir, ya que no existe un método para devolverlas.
Hoy, la administradora del grupo anunció que “debido a la presión mediática y política, y para no sentirnos usados en nombre de ningún partido, cerramos este chat”.
El mensaje añadía una reclamación que ya aparecía reflejada en nuestro artículo, y que está en razón primera del grupo: “Exigimos que se resuelva el tema de la devolución de entradas desde el organismo que corresponda para el buen aprovechamiento del espacio público”.
La presión se ha hecho insoportable para R. El grupo pronto llegó a los 400 participantes y se autoreguló pero, a la vez, llamó la atención de otras personas –quizá los mismos paracaidistas con actitudes sospechosas que entraron en el grupo– que empezaron a difundir la idea de que era el instrumento de un cártel de familias organizado para acaparar las entradas.
Todo empezó el pasado viernes con un cartel en la propia piscina que, aunque tuvo una vida efímera, dio lugar el mismo día a un artículo con la fórmula “cártel de familias” en el titular. Luego, llegaron memes con la imagen del Pablo Escobar televisivo y a insistencia de diversos medios de comunicación. Por último, también llamadas intimidatorias que han afectado a su vida privada, según explica R. a este medio.
La piscina de Peñuelas da servicio a unas 150.000 personas del distrito de Arganzuela más, al menos, a la parte sur del distrito Centro. Sus 585 entradas en un entorno privilegiado –con árboles adultos y césped– se han quedado muy pequeñas. Las vecinas organizadas intentaron primero que no se desaprovecharan entradas sobrantes y, ahora, una vez cerrado el grupo, exigen al Ayuntamiento una gestión más eficaz que evite que se queden plazas sin usar a última hora.