Resulta que el único sereno que sigue en activo en esta Villa y Corte es vecino de Lavapiés desde hace seis años y en su rondar diario lo que ilumina, más que calles y plazas, son conocimientos sobre Madrid y lo que abre no son puertas de casas sino de saberes olvidados.
Resulta también que este sereno, que en verdad es una serena que responde al nombre de Sonia Taravilla, ha tenido a bien escribir un libro repleto de contenidos inéditos o poco conocidos: Por las calles de Madrid. Por él desfilan personas, paisajes e historias de mediados del XIX y del siglo XX, principalmente.
Taravilla es licenciada en Humanidades, diplomada en Turismo, Máster en Gestión Cultural y conocida, sobre todo, por su álter ego digital, El sereno de Madrid, personaje creado una década atrás -con web y redes sociales propias-, a través del cual realiza una infatigable tarea de divulgación sobre aspectos históricos, artísticos, de patrimonio y sociales de Madrid.
De Por las calles de Madrid le pedimos que extrajera tres historias relacionadas con Lavapiés antes de hablar más sobre su libro y Sonia, ante un café y tras cantar la hora y el tiempo atmosférico -“las diez y media y sereno”-, nos presentó a Caridad Serradell, Edmond de Bries y a Augusta Berges y su Pulga.
La Cari
Cuenta Taravilla que fue Caridad Serradell fue la castañera más famosa del centro de Madrid, con puesto en la plaza del Progreso (actual Tirso de Molina). Tanto fue así que recibió homenajes en vida por parte de los alcaldes Tierno Galván y Álvarez del Manzano.
Nacida en 1904 en lo que hoy es Malasaña, esta madre soltera de 6 hijos vivió en el número 11 de la calle Mesón de Paredes, estableciéndose cerca como frutera. Además de a la venta de castañas se dedicó a la de otros productos fuera de la temporada de estas y hasta despachó pequeños juguetes y cromos y cerámica en el Rastro.
Esta mujer siguió al pie del cañón como castañera hasta su muerte, en 1990, fecha para la que ya ostentaba el título oficioso de decana de las castañeras de Madrid.
Su desaparición fue motivo de artículos de prensa y a su velatorio acudieron famosos como Tony Leblanc.
Edmond de Bries
Nacido en Cartagena como Asensio Marsal Martínez, en la última década del XIX, este hombre recaló con su madre y su hermana en una pensión de la calle Relatores pegada a la entonces plaza del Progreso (Tirso de Molina). Trabajó como modista y sastre de cupletistas para, seguidamente, triunfar a lo grande como transformista con el nombre artístico de Edmond de Bries, primero siendo imitador de las grandes de la canción y luego actuando con repertorio propio.
Su exitosa carrera en el mundo del espectáculo tuvo su debut en el lavapiesero Teatro de la Encomienda, situado en el número 16 de la calle del mismo nombre.
Sus días de mayores éxitos, en los que incluso llegó a girar por las Américas, los vivió en la década de los años 20, llegando a cobrar importantes cantidades por sus actuaciones y destacando por el vestuario de sus espectáculos, que él mismo confeccionaba.
La Pulga de madame Berges
Uno de los cuplés más famosos y pícaros, cuya fama llega aún hasta nuestros días, fue el de La Pulga. Esta canción se escuchó por vez primera, a finales del XIX, en un pequeño teatro de la calle de la Primavera, el Barbieri, en la voz de Augusta Berges.
“El cuplé en cuestión era una polka italiana que esta cantatriz cantaba en francés durante el intermedio de las representaciones, provocando aullidos entre el público”, escribe Taravilla en su libro para, citando al empresario y actor Enrique Chicote, afirmar que Berges lograba llenar aquel teatro muchas noches con La Pulga. La canción, interpretada posteriormente en español por las principales divas del cuplé, se convertió en un éxito arrollador.
Compendio de microhistorias de Madrid
En Por las Calles de Madrid hay mucho más Lavapiés que lo anteriormente expuesto, nombres como el de La Sarasate, una vecina de la calle de La Ruda y una de las protagonistas del llamado Motín de las Verduleras de 1892; colectivos como los de las lavanderas del Manzanares y las trabajadoras de La Tabacalera, etc. Pero no es un libro sobre Lavapiés, sino sobre Madrid.
Estructurado en cinco capítulos, rescata nombres e historias de modas y modistas, de cosas del comer, de pioneros de la fotografía y del cine y de oficios de otros tiempos, entre otros. Es un compendio de “microhistorias que hacen la historia” -en palabras de la autora- y un “homenaje a quienes han ayudado a construir la ciudad”.
Encontramos en él un gran protagonismo de las clases trabajadoras, así como de lugares y personas anónimas, o casi anónimas, de las que no suelen aparecer en los libros pero que también son memoria de Madrid.
“Cuando en septiembre de 2021 desde la editorial Espasa me animaron a escribir un libro sobre Madrid tuve claro que no quería contar nada relacionado con reyes ni con episodios que ya se habían contado muy bien en otras muchas publicaciones. Así que me centré en una época, eché mano de los conocimientos y de los contactos que había acumulado a lo largo de los 10 años que llevo alimentando mis cuentas de El Sereno e investigué en lugares como el Archivo de la Villa, el Archivo General de Palacio, el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, la Filmoteca española, su biblioteca de la calle Magdalena y en la Biblioteca Nacional. En la prensa histórica es donde he encontrado la mayoría de datos y de información que presento en el libro y, luego, he tenido la suerte de completar todo ese trabajo de documentación con la generosidad de algunas de las familias y descendientes de las personas de las que hablo en el libro, que me han contado muchos episodios que hasta ahora habían permanecido ocultos”, cuenta Sonia Taravilla, quien destaca la gran cantidad de material inédito que contiene un libro ameno, reivindicativo y carente de nostalgia.