Las mazmorras de la calle de la Cabeza: vestigios visitables de la Cárcel de la Corona
La historia del pasado insospechado del actual Centro Municipal de Mayores Antón Martín se esconde en su sótano, abierto al público curioso bajo demanda. En este lugar murió a martillazos el cura Matías Vinuesa
En el número 14 de la calle de la Cabeza, escondidos bajo lo que hoy es el Centro Municipal de Mayores Antón Martín, permanecen los vestigios de lo que en su día fue la Cárcel de la Corona: 5 angostas celdas visitables en las que no debieron pasarlo nada bien quienes las habitaron en su día y que, al menos en una conocida ocasión, fueron asaltadas por una turba enfurecida para linchar, en 1821, al cura de Tamajón, Matías Vinuesa, en un conocido episodio especialmente cruel, según el relato del mismo que ha llegado hasta nuestros días.
Basta informar al conserje del centro de que se quiere ver las mazmorras de la vieja prisión para que, después de tomar los datos del visitante, le franquee la entrada hacia el subsuelo del edificio, al que se llega de inmediato a través de una estrecha escalera.
Rehabilitadas en el año 2011, cuando tras una inversión de 1,8 millones de euros se transformó en espacio dotacional esta antigua corrala del siglo XVII, las celdas se han dejado con el aspecto que tuvieron en origen, si bien han desaparecido las argollas que había en las paredes para encadenar a los presos, así como las puertas que las cerraban de forma individual.
El recorrido por las mazmorras se puede completar en unos pocos minutos y conectará al visitante con una de las insospechadas historias que encierra el viejo Lavapiés.
Las celdas tienen alrededor de metro y medio de ancho por tres y pico metros de profundidad y están unidas entre sí por unos pequeños ventanucos enrejados.
De cárcel a viviendas, tasca y centro municipal de mayores
La Cárcel de la Corona fue concebida para encerrar a miembros de la Iglesia que hubieran cometido delitos civiles para, posteriormente, ser también utilizada por la Inquisición.
Si bien se cree que en el momento de su creación pudo haber estado en otra calle de Lavapiés, en el siglo XVII ya se la sitúa en Cabeza, donde permaneció como tal hasta finales del primer cuarto del siglo XIX, cuando fue transformada en una corrala de vecindad en una fecha poco precisa pero que Somos Lavapiésha podido acotar entre 1821 (año del asesinato del mencionado cura de Tamajón) y 1826.
Según leemos en el Diario de Avisos de Madrid del 30 de marzo de 1826, un anuncio habla de “una vivienda al lado de la que fue cárcel de la Corona”, por lo que en esa fecha la prisión ya habría dejado de serlo. Más adelante, en la misma publicación del día 22 de septiembre de 1831 encontramos el siguiente aviso, que da cuenta de su completa transformación: “En la calle de la Cabeza , casa que fue cárcel de le Corona, cuarto bajo, se hace almoneda durante estas ferias de cuadros , libros ,manuscritos, estampas antiguas, cosas chinescas, y un magnífico biombo, con otras varias cosas de gusto”.
Benito Pérez Galdós, al referirse muchos años después a los hechos relacionados con el ajusticiamiento de Vinuesa, dejó escritos más detalles sobre cómo era la cárcel, según recogió Rafael Martín en su blog 'La Muralla reciclada': “Un portalón daba entrada al patio, que no había sufrido variaciones esenciales y tenía en dos de sus lados columnas de piedra para sostener la crujía alta. Las prisiones estaban en el piso bajo y en los sótanos, y consistían en calabozos inmundos, algunos con rejas a la calle. Dos puertecillas abiertas a un lado y otro del zaguán indicaban el cuerpo de guardia y lashabitaciones de algunos empleados de la cárcel. Todas y cada una de las partes del edificio, dentro y fuera, arriba y abajo, ofrecían repugnante aspecto de incuria, descuido y degradación”.
Con el tiempo el pasado carcelario del inmueble se fue perdiendo hasta quedar únicamente visible en los sótanos de una edificación que en años mucho más recientes albergó la Taberna del Avapiés.
En 2005, el Ayuntamiento de Madrid inició la expropiación de los 1.336 metros cuadrados de superficie del edificio del número 14 de la calle Cabeza, en tiempos de Ruiz-Gallardón en la alcaldía. El 19 mayo de aquel año el diario El País daba cuenta del acuerdo que se había alcanzado en junta de gobierno al respecto indicando lo siguiente: “Todavía no hay acuerdo con la veintena de vecinos que habita el inmueble, a los que el Ayuntamiento ofrecerá viviendas públicas que pertenezcan al Consistorio, según anunció Gallardón. Se trata de un paso más en el Plan de Urbanismo para la Revitalización del centro urbano, con el que se crean dotaciones que impulsen la actividad social y económica del casco antiguo”.
El ajusticiamiento de Matías Vinuesa
Matías Vinuesa, conocido como el Cura de Tamajón, encontró la muerte en la celda de la Cárcel de la Corona que ocupaba por conspirar para que volviera el absolutismo el mismo día en el que se conoció que un tribunal lo había condenado a 10 años de prisión en África por esos cargos, el 4 de mayo de 1821.
A quienes deseaban un castigo más duro para el eclesiástico les supo a poco y se tomaron la justicia por su mano.
Corrían los tiempos convulsos del Trienio Liberal, el cual reinstauró el sistema constitucional tras el pronunciamiento de Riego, cuando Vinuesa trazó un minucioso plan para que el absolutismo recobrara el poder.
La trama, en la que estaría implicado Fernando VII, de quien Vinuesa era confesor de honor, quedó al descubierto y el cura pagó por todos: la tarde de aquella fecha la Cárcel de la Corona fue asaltada por una turba de exaltados que, según se dice, poca resistencia encontró entre la guarnición que protegía el penal y, hallando a Vinuesa en su celda, acabó con su vida abriéndole el cráneo con un martillo de fragua, golpes y puñaladas.
Sobre quiénes formaban parte del grupo que linchó al Cura de Tamajón, que había ocupado altos cargos en distintos puestos y que jugó un destacado papel como guerrillero durante la Guerra de la Independencia, mucho se ha escrito: aunque la lógica invita a pensar que serían liberales exaltados quienes protagonizaron los hechos hay quien sugiere también -entre ellos Galdós- que entre los mismos habría partidarios del rey y personajes interesados en demostrar la barbarie y falta de orden que propiciaba aquel reciente gobierno, algo a lo que ayudaría convertir al preso en mártir.
Lo cierto es que Vinuesa acabó asesinado con saña y que, años después, restaurado el absolutismo, en 1824 cinco hombres fueron ejecutados por la muerte del cura por haber sido vistos en el grupo que cometió el crimen en la Cárcel de la Corona.