Las críticas sobre el “abandono institucional” de Lavapiés al que hacen referencia distintos colectivos de la zona y partidos políticos -y que han derivado en protestas y en una campaña de visibilización del hartazgo que ante la acumulación de problemas y pérdida de calidad de vida manifiestan muchos vecinos- se fundamentan en hechos como que el colegio público del barrio, el Antonio Moreno Rosales, lleve cinco años cerrado por obras y que sus alumnos de educación infantil y primaria tengan que desplazarse a diario en un autobús hasta el CEIP Perú, en Carabanchel, centro que les presta las aulas y el espacio que le sobra.
A los padres y madres de los alumnos de este centro les cuesta creer que esta situación pueda darse en otra zona de Madrid y una de ellas (Saida Serroukh) acaba de iniciar una recogida de firmas en la plataforma change.org para tratar de volver a llamar la atención sobre este asunto: “El Moreno Rosales presta servicio a unas familias que vivimos cerca del colegio, pero nuestros hijos se desplazan 5 kilómetros y vemos que los años pasan y que las obras no acaban”, denuncia.
La recogida y entrega del alumnado en el servicio gratuito de autobús que los lleva a Carabanchel se realiza en Ronda de Toledo 9, siendo la salida a las 9. Llegar hasta allí desde donde se encuentra el colegio ya supone cerca de 15 minutos andando.
Centro en el exilio
Lo que en 2018 iban a ser unas obras de rehabilitación que tendrían una duración de un año se han convertido en un lustro interminable de trabajos y en un centro en el exilio, con todo lo que ello implica, especialmente teniendo en cuenta el alto índice de alumnado de origen migrante de este colegio y las dificultades extra que tienen estas familias para seguir y apoyar de cerca la etapa educativa de sus hijos.
“Las familias nos preguntamos que si influye en estos hechos que el 90% de los alumnos del colegio y sus familias procedamos de países fuera de las fronteras de Europa y que tengamos grandes necesidades de apoyo escolar, económicas y de idioma. Estas dificultades se acrecientan con esta distancia entre la casa y el colegio: hay que desplazarse en metro para cualquier gestión escolar (tutoría, trámite…) y al no ver al profesor diariamente en la puerta del colegio, la comunicación es más complicada debido a estos problemas con el idioma”, apunta Saida Serroukh en el escrito que ha hecho público en change.org.
“Los centros escolares públicos son el eje vertebrador de los barrios y a nosotros se nos está privando de ello. Necesitamos que nuestros hijos aprendan en las mismas condiciones que el resto de los alumnos de los distintos centros educativos de Madrid: necesitamos que tengan las mismas oportunidades”, insiste Serroukh.
Desde el mismo colegio, se reivindica también -a través de su página web- la vinculación del centro con la zona, algo que la distancia física dificulta enormemente: “Nuestro alumnado es reflejo de la riqueza y diversidad de nuestro entorno. Esto hace que dentro de nuestras aulas se reciba una formación integral, no solo basada en contenidos curriculares, sino también social y humana. Por ell@s y para ell@s nos sentimos vinculados a nuestros vecinos y familias, siendo nuestro centro un lugar de referencia en el vecindario, manteniendo la esencia de colaboración e implicación activa con ellos”.
Situado en el número 4 de la calle Olmo, este centro educativo está en un área con alta densidad de población infantil. Desde que en 2016 se supo de la necesidad de cerrarlo para adecuar sus instalaciones a la normativa vigente, se temió por la continuidad real del mismo, algo que desde las distintas administraciones se ha asegurado.
#LavapiésDenuncia
La reapertura del Moreno Rosales es también una de las reivindicaciones que los vecinos que se hallan detrás de la reciente campaña de protesta #LavapiésDenuncia han hecho suya y que incluyen en el manifiesto en el que exigen una intervención integral en la zona para mejorar las condiciones de vida en el entorno.
Participantes en esta protesta aseguran que les es indiferente si la reforma del colegio se ha atascado en el Ayuntamiento, en la Comunidad de Madrid o en cualquier otro lugar, pero que es un signo más del “olvido institucional” del barrio que vienen denunciando.
En 2020, la Junta Municipal del Distrito de Centro anunciaba que había concluido una primera fase de las obras del colegio y que la EMVS tomaba el relevo para concluir la segunda y última parte de la rehabilitación a finales del año 2021, según dijo por aquel entonces la portavoz del Gobierno municipal, Inmaculada Sanz, quien añadía: “Esta actuación pone de manifiesto la clara apuesta del Ayuntamiento por el reequilibrio territorial de los barrios”.
El Moreno Rosales se ubica en un edificio de 3.100 metros cuadrados conocido como Palacio del Marqués de Molins o Palacio de los Molins, cuya construcción data de antes de 1830 y que cuenta con un alto grado de protección en algunos de sus elementos. Su etapa como centro educativo arrancó en 1919.
La EMVS tiene el encargo de adaptar y mejorar el espacio para atender los requerimientos de la Comunidad de Madrid referentes a las necesidades que deben cumplir los centros de enseñanza infantil y primaria, prestando especial atención en los sistemas de protección contra incendios y la mejora de la accesibilidad.