Luces y protesta ciudadana, de la tensión entre la pobreza energética y la espectacularización navideña de Madrid
El elefante está en medio de la habitación y emite señales luminosas. Ya no es cosa de grinchs ni agentes antinavideños. Los gobiernos firman tratados internacionales que afirman que ha llegado el tiempo de poner coto el gasto energético a la vez que los distintos ayuntamientos pelean por tener la ciudad más iluminada. En Madrid, este año, con casi doce millones de bombillas.
Algunos vecinos de Vigo, autoproclamada capital de las luces navideñas, se han cansado del derroche lumínico y han organizado una campaña consistente en colgar sábanas blancas en sus balcones. Protestas que señalan las incongruencias del derroche a la vez que se insertan en la lógica de las que recientemente han señalado los impactos negativos del turismo en los barrios céntricos de las ciudades.
Las protestas ciudadanas con el alumbrado navideño en el foco no son nuevas. Durante los años del último franquismo y la transición, la iluminación de las calles fue una reivindicación de los nuevos barrios de Madrid, junto con el transporte público, la urbanización de las calles o la vivienda digna. El contraste de las calles en penumbra con las que recibían una iluminación adicional con motivo de las fechas navideñas era demasiado obvio como para dejar de señalarlo.
El periódico El País se hacía eco a finales de 1976 de la protesta en forma de amenaza de los vecinos del barrio de Orcasitas por la falta de iluminación de algunas de sus calles:
“No podemos aceptar que el Ayuntamiento nos coloque tres árboles repletos de bombillas como adorno navideño mientras en el barrio tenemos cuatro calles sin ninguna iluminación”, decía Félix López-Rey, histórico dirigente vecinal vecinal y hoy concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid. Lo que advertían desde Asociación de Vecinos de Orcasitas era muy original: quitarían las bombillas que el Consistorio iba a poner en algunos árboles del barrio para alumbrar ellos mismos las tres calles que carecían de iluminación: Camino del Río, Dulce, Fuentitas y el enlace entre Joaquín Francés y la avenida Pradolongo. En aquel momento eran numerosas las calles a las que aún no había llegado el alumbrado público, pese a que existía un Plan de Urgencia para el Acondicionamiento de Barriadas que lo tenía entre sus prioridades.
Durante muchos años las protestas por el alumbrado navideño más frecuentes fueron las que señalaban la falta de luces o los agravios comparativos de unos barrios con otros. Sin embargo, en lo últimos años se ha despertado una importante sensibilidad ecológica y se ha puesto sobre el tapete un tema que, desde luego, no es nuevo. La pobreza energética de muchos hogares.
En este contexto, llegó en las navidades de 2021 la acción de sabotaje de un colectivo desconocido y anónimo denominado Colectivo Corta Cables. El 18 de diciembre de ese año, el misterioso grupo dejó sin luz temporalmente la bandera de España sobre el Paseo de la Castellana, a la Menina del Paseo del Prado, la iluminación de la Puerta de Alcalá y los árboles de Navidad de Nuevos Ministerios y Atocha.
“El Ayuntamiento de Madrid se ha gastado 3,6M€ en el alumbrado navideño (12% más que el año pasado), mientras el precio de la luz alcanzó ayer el máximo histórico y el 13% de los hogares madrileños viven bajo pobreza energética”, decían en el comunicado con el que reivindicaban la acción.
Uno de los puntos más importantes que el colectivo incluyó en la reivindicación fue el año que por entonces llevaba sin luz parte de la Cañada Real Galiana, un problema que no se ha resuelto cuatro años después pese a que recientemente el Consejo de Europa ha resuelto que España vulnera los derechos de la Carta Social Europea por los continuos apagones del barrio, a raíz de una denuncia de la Plataforma Cívica por el derecho a la luz de la Cañada Real.
La falta de luz incide especialmente durante los meses de frío y afecta a miles de personas, incluidos 1800 niños y niñas. Los actos de protesta durante las navidades han sido frecuentes. Ya en 2020 acudieron los adolescentes de la Cañada a la Puerta del Sol para señalar en Nochebuena la falta de luz en sus casas. “El centro de Madrid está iluminado siempre y nosotros no podemos tener ni una bombilla encendida”, decían ante los medios de comunicación congregados.
También en 2020, el colectivo artístico Boa Mistura trabajó con colectivos locales para llevar a cabo una acción que llamara la atención sobre el problema. El resultado fue un imponente mensaje formado por 4000 velas en el que se podía leer “Nos están apagando”. Las navidades siguientes volvieron a la Cañada de la mano de la asociación de mujeres Tabadol, y colocaron guirnaldas alimentadas con energía solar en las calles de esta barriada con los mensajes “Seguimos luchando/ Queremos contratos/ Luz para Cañada”.
Sin duda, hay una tensión social sobre la mesa que pone de frente el continuo aumento presupuestario del alumbrado navideño y la creciente conciencia energética de la ciudadanía. Además de los de Boa Mistura, ha habido en los últimos años otros ejercicios de reflexión desde el arte en el espacio público, como los del colectivo Luzinterruptus, que nació en Madrid durante la crisis de 2008 para dejar acciones urbanas reivindicativas en la calle. Quince años después han trascendido el arte urbano y la guerrilla comunicativa pero siguen militando en la conciencia de su tiempo, con instalaciones como el árbol de navidad consumista. También se pueden encontrar en su web proyectos nonatos alusivos a la navidad, que ponen luz sobre alambradas de espino en alusión a la guerra, por ejemplo.
Los contrastes entre la abundancia y la escasez sirven para señalar problemas. De la misma manera que los vecinos de Orcasitas dejaron de usar la iluminación navideña para reivindicar el alumbrado público cuando este llegó, los vecinos de los sectores 5 y 6 de la Cañada cesarán de señalar con el dedo el alumbrado de la Puerta del Sol cuando puedan calentarse y estudiar dignamente. Durante mucho tiempo, la navidad se ha asociado con la luz, pero las representaciones acudían a la iconografía de la vela. La luz puede tomar muchas formas y dimensiones y algunas acciones reivindicativas subrayan el hecho tozudo de que cada navidad nos empeñamos en soslayar el sino de los tiempos.
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