El lugar del que salen las placas para las 9.392 calles de Madrid

Diego Casado

Madrid —
13 de marzo de 2024 18:32 h

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El pantone 2757C es el color que te ubica en Madrid. Ese azul oscuro que busca el viandante cuando quiere saber en qué paseo, avenida o travesía de la capital se encuentra, pintado sobre las placas situadas en sus esquinas. Encontrar estos elementos metálicos de un vistazo es crucial en una ciudad con muchas, muchísimas calles: 9.392, según el portal de datos municipal.

Las placas para orientarse son muchas más. El consistorio tiene contadas hasta 61.174. Y en el hipotético caso de que algún madrileño se haya preguntado cómo llegan hasta su destino, un grupo de periodistas hemos tenido hoy la suerte de, por vez primera, presenciar la respuesta: se fabrican en una nave industrial de las afueras de Aranjuez, al ritmo de un millar cada año.

La empresa encargada de ello se llama Api Fabricación y mantiene un contrato firmado con el Ayuntamiento de Madrid para proveer un icono que la ciudad necesita reponer constantemente: según cifras municipales, se roban o dañan casi dos placas al día, 612 cada año. La que más suele desaparecer es la del paseo de John Lennon, en el distrito de Retiro, suponemos que por los fans de los Beatles o de la posterior carrera del cantante. Tanto se roba que los operarios municipales han elevado su altura para que sea más difícil llevársela. Cada vez que una desaparece, al Ayuntamiento le cuesta 100,33 euros reponerla.

Dentro del millar de placas que el área de Movilidad cambia cada año también están las que se renuevan porque se encuentran obsoletas o dañadas, algo que van revisando los técnicos municipales recorriendo las calles de la capital. Este mes le ha tocado al Barrio del Pilar y, por eso, en la fábrica de Aranjuez andaban esta mañana retocando una señal de la plaza de Mondariz.

El proceso de fabricación es industrial, aunque muchas de las fases por las que pasa cada distintivo se perfilan a mano. Una máquina corta con láser las chapas de aluminio y acero con el tamaño adecuado, después se pliega para poder anclarla a las fachadas más fácilmente, se limpia, un robot la cubre con una imprimación y luego le pinta el azul oscuro, antes de entrar al horno. Para cuando sale la placa azul ya está listo el vinilo con el nombre de la calle, en negativo. Un operario rellena con un aerógrafo de pintura blanca los huecos de las letras y el escudo municipal, antes de que sea cubierto con un barniz que protege la placa de la intemperie, de las firmas y que le otorga además su característico brillo.

Antes de todo este proceso, los diseñadores han encajado las letras que van en la nueva placa con la fuente tipográfica que marca la normativa municipal, Gill Sans MT Condensed. Lo hacen siguiendo unas estrictas medidas que marcan una altura fija (25 centímetros) y un ancho variable en función del texto, de 45 centímetros a 1,20 metros.

Cómo llegar al callejero de Madrid

Cambiar el nombre de un espacio en la capital no es fácil. Lo mas sencillo es poner el nombre en los nuevos desarrollos, que generalmente adoptan una temática concreta. En Madrid está aún pendiente denominar las calles y avenidas de los dos grandes desarrollos urbanos, Ahijones y Berrocales. Otro cantar es contar con un espacio en la parte más consolidada de la ciudad. Ahí el Ayuntamiento de Madrid aprovecha jardines, rotondas o plazuelas aún sin denominación para rendir homenaje a figuras relevantes desaparecidas que merecen el recuerdo de la ciudad.

Porque para que una persona reciba el nombre de una calle tiene que haber muerto primero. Lo dice la normativa, que también describe el trámite para entrar en el callejero de Madrid: primero el equipo de Gobierno o una Junta de Distrito aprueba la denominación en un pleno y traslada esta petición al Servicio de Cartografía e Información Urbanística, que comprueba si es procedente. Es entonces cuando se manda fabricar el distintivo en Aranjuez.

La última placa instalada por el Ayuntamiento de Madrid fue la que recuerda al periodista Pepe Domingo Castaño en una glorieta de la periferia. De la primera no se tiene constancia pero tuvo que ser instalada a partir de 1835, cuando el alcalde de entonces -el Marqués Viudo de Pontejos, tiene su placa en una plaza junto a la Puerta del Sol- publicó un listado con todos los nombres de las calles y plazas de Madrid.

En la misma fábrica también se fabrican las señales de tráfico que el consistorio necesita para ordenar la circulación. Las próximas que indicarán los tramos en obras las ha estado supervisando este miércoles el responsable de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante. Además de comprobar todo el proceso, el delegado también ha dejado un dato para los más frikis de la señalética madrileña: el indicador más grande que existe en la ciudad es una señal de 130 metros cuadrados ubicada en el Nudo Norte, que marca el tránsito de la carretera de Colmenar a la avenida de la Ilustración. Tan grande como la superficie media de dos pisos en el centro.