Se acabó. La vida de La Moda, tienda de ropa infantil que ha permanecido con sus puertas abiertas durante tres siglos diferentes en la calle del Pez, llega a su fin.
Cuando el pasado mes de noviembre hablamos con Ángel Viñuales, su propietario, ya nos contó que el negocio renqueaba y su larga historia no ha dado más de sí: 1896-2019.
Volvimos a hablar con Ángel y, de camino, descubrimos que alguien había empapelado la contigua calle del Marqués de Santa Ana con un periódico mural trufado de necrológicas de viejos negocios –varias publicadas por este mismo medio– como el Palentino, Alimentación Nieto o el bar Farmacia de Guardia. Pronto habrá una más que añadir a la lista, la tienda donde se compraba -entre otras cosas- la ropa del colegio echará el cierre, seguramente, hacia finales de febrero.
Ángel cuenta, con el lagrimal humedecido, que la cosa no iba bien comercialmente desde hace tiempo y que, además, tienen que operarle de la pierna para ponerle una prótesis, lo que ha sido “la gota que ha colmado el vaso”. No es la primera vez que debe pasar por quirófano y las prisas por volver tras el mostrador no han ayudado en la recuperación las otras ocasiones.
Justo antes de entrar nosotros a la tienda –cuenta Ángel– se ha marchado un señor con una pena tremenda: “Me quieren pegar por cerrar, me dicen algunos bromeando”. El local es propiedad de varios miembros de su familia y será vendido. Él solo piensa en tomarse el tiempo que precise su recuperación pero tendrá que buscar luego otro trabajo. “Si tuviera licencia de bar con mi parte tendría la vida resuelta”, bromea.
En el caso particular de La Moda resuenan ecos de la decadencia comercial de una calle, la del Pez, que llegó a ser una de las más comerciales de Madrid; y en los de esta calle, los del pequeño comercio, en general. “Cuando cerró La Cervantina, hace ya muchos años, empezó a notarse una pequeña bajada de ventas”, dice Viñuales mientras señala frente a la tienda, hacia el local hoy cerrado en el número 21 de Pez, en el edificio clausurado de lo que no hace mucho fue el Patio Maravillas. “Como era librería-papelería, mucha gente compraba el material escolar y, de paso, se llevaba de aquí ropa para los críos”. Esa era la lógica que convertía Pez en territorio fértil: uno podía ir de compras y adquirir todo lo que necesitaba, como hoy puede empezar con una caña, cenar y terminar con un gin tonic. A medida que iban cerrando tiendas, las que quedaban morían un poquito también. “Hace muchos años ya que lo decía el de Marty, la tienda de interiores que estaba donde hoy están los chinos Supermercados Pez: ¡Nos comen!”
La losa definitiva sobre La Moda ha sido la eclosión de los grandes almacenes low cost. “La apertura de Primark ha perjudicado mucho a todas las tiendas de textil. No podemos competir. Y mira que todos los que entran en la tienda dicen que ellos no compran allí, pero no puede ser… Y yo lo comprendo porque la forma de vida ha cambiado y te empuja hacia ese tipo de consumo”, dice entre la amargura y la resignación.
Ángel espera vender lo máximo que pueda antes del cierre, la tienda está en liquidación total. “Se han acercado de una galería de la calle Escorial interesados en tijeras u otros enseres antiguos, hay una caja registradora de cierto valor y mobiliario de tienda normal”. Aún no sabe qué sucederá con el famoso maniquí del niño comiendo chocolateniño comiendo chocolate, que ha custodiado la calle del Pez durante más de un siglo. “Tiene mucho valor sentimental, hay quien nos ha dicho que se podría subastar y hasta quien ha dejado su teléfono por si decidimos venderlo, aunque yo no creo que tenga mucho valor”. La viuda de Moncho Alpuente, que lo veía cada día desde su casa, se pasó esta misma semana por La Moda y comentó: “Si Moncho viviera, seguro que haría lo que pudiera por quedárselo”.
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