Cada día, los visitantes de la Biblioteca Pública de Conde Duque se asoman a los ventanales de su última planta y divisan parte de los jardines el vecino Palacio de Liria, probablemente el gran palacio urbano de la ciudad. Sin embargo, su interior es muy desconocido para los madrileños ya que, a pesar de que existen visitas durante seis meses al año para cumplir con la Ley de Patrimonio Histórico, estas son muy restringidas y las listas de espera alcanzan los dos años.
Hoy hemos sabido a través del periódico El País que pronto podremos visitar sin cortapisas el Palacio de Liria y su magnífica colección de arte previo pago de una entrada: el proceso de conversión del inmueble residencial visitable en museo está en marcha y será una realidad en unos meses.
Según avanza el diario, las obras han dado comienzo hace unos días y han empezado por la reforma de las taquillas y la instalación de la tienda de rigor, y podría estar abierto al público –dependiendo de la marcha de las obras– antes del próximo verano. En realidad, la visita a la casa museo, con una doble vertiente de contenedor de arte y testimonio de la forma de vida nobiliaria, mantendrá la línea seguida hasta ahora, por lo que no deberían ser necesarias grandes transformaciones en el inmueble. La segunda planta, que es en la que la familia ha desarrollado más su vida, quedará excluida de las visitas musealizadas, como hasta ahora. Continuarán existiendo, incluso, las visitas gratuitas para grupos reducidos (de 16 personas) que había hasta la fecha, esas que exigían apuntarse y esperar años hasta que llegara el turno.
Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, como titular del título de Duque de Alba y presidente de la Fundación Casa de Alba da así un paso adelante en la apertura al público de uno de los patrimonios artísticos privados más importantes del país. El movimiento tiene precedentes, sin embargo. En 2011 se produjo una exitosa exposición sobre la Casa de Alba en el Palacio de Cibeles que alentó el debate sobre la apertura de la colección y del palacio, asunto que había estado durante la Transición en el tapete de las peticiones vecinales en parte. Entonces, la Asociación de Vecinos de Malasaña reivindicaba la apertura pública de sus jardines, y El País llegó a publicarlo como un hecho en 1976, aunque posteriormente fue negado en una carta al director del mismo periódico, escrita por Alfonso Martínez de Irujo.
El Palacio de Liria es el más importante en el interior de la ciudad después del Palacio Real. Construido en el XVIII al gusto neoclásico, su primer habitante fue el tercer duque de Berwik, (la presencia de esta familia en España se debe a James Fitz-James, hijo ilegítimo de Jacobo II de Inglaterra, que recibió el ducado de Liria y Jérica después de su triunfo en la batalla de Almansa en 1707). En 1802 las casas de Alba y Berwik (Liria) se unen tras morir sin descendencia María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, conocida por haber sido musa de Goya. El edificio se incendió en 1936 a raíz de los bombardeos franquistas (la familia estaba exiliada en ese momento), aunque muchos documentos y obras de arte se salvaron gracias a la acción de los empleados de la casa y los voluntarios republicanos, que los sacaron al exterior. El palacio se reconstruyó entre los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.
Liria encierra una valiosísima pinacoteca histórica, que cuenta con obras de Goya, Zuloaga, El Greco, Ribera, Murillo, Fra Angelico, Perugino, Tiziano, Canaletto, Rembrandt, Rubens, Miró, Dalí, Picasso o Marc Chagall. Son reseñables, además, sus tapices, esculturas y el propio inmueble como testimonio de las élites españolas.