En 1858, poco después de que el agua del Lozoya llegara a Madrid gracias a la inauguración del Canal de Isabel II y brotara por vez primera en una fuente de la calle de San Bernardo, inauguración real mediante, un hombre, vecino de la calle de Valverde, fue quien tuvo el privilegio de tener instalado en su hogar el primer grifo de agua corriente de la ciudad.
Claro está que ese hombre no era un madrileño más, sino que se trataba de Lucio del Valle, el ingeniero que firmó la gigantesca obra de ingeniería civil que fue el Canal y que vivía en el número 33 de la citada vía.
El grifo se instaló realmente en el bajo del edificio en el que vivía Del Valle, al estilo de una fuente de vecindad. El agua del canal, desde San Bernardo, tenía un recorrido subterráneo hacia la Puerta del Sol que, casualmente, pasaba justo por debajo del domicilio del ingeniero, cosa que fue aprovechada para realizar la acometida directa al edificio en el que residía y que era de su propiedad.