Es poco probable haber vivido el Madrid de los ochenta y no haber oído hablar de La Cadena del Water. Muchos son los que la sintonizaban en el dial y, también, numerosos los que decían haberlo hecho. Porque, de oídas, toda la ciudad conocía la emisora en cuestión.
Tenemos que situarnos en la primera mitad de la década, antes del desencanto traído por el Sí en el referéndum de la OTAN y de que bajara la espuma festiva post-dictaduraSí. En medio, entre la frivolidad y el activismo, se situaba esta cadena pionera de las ondas libres madrileñas. Un grupo de amigos –y amigos de amigos– un tanto al margen del movimiento político que articulaba la mayoría de radios libres del momento, pero que no se libró de tener roces con la autoridad.
Las radios libres pioneras de Madrid fueron Radio La Voz del Pobre (1976-78), antecedente de La Cadena del Water, Radio Ola y Radio Keka (que comienzan a emitir en 1980). Después de estas tentativas, más o menos experimentales, llegó el aluvión de emisoras madrileñas, que había de poner voz a nuestros ochenta: Onda Verde Vallekana, Onda Sur, Radio Luna –en el barrio–, Radio Vallekas, Radio Elo…o La Cadena del Water, de la que hoy nos ocupamos. Al hablar del auge de las radios libres, y en relación con el barrio, cabe señalar que, tras el histórico Encuentro Estatal de Villaverde (1983) ,se produciría otro en el Cuartel del Conde Duque (1984), apoyado por la Consejería de la Juventud.
Hacia 1976 comienza a emitir Radio La Voz del Pobre, desde la vecina calle de Luchana. En aquel momento, la emisión no traspasaba las fronteras de Chamberí, pero la experiencia serviría de semilla para que naciera, ya en el número cuatro de la calle San Vicente Ferrer, la mítica Cadena del Water que, ahora sí, tendría alcance metropolitano.
Mucho antes de que se hablara de hackers, existían manitas tecnológicos capaces de llevar las ondas hertzianas a tu casa con muy pocos medios. Es el caso de Pepe y El Cura, responsables de una tupida red de repetidores colocados en todos los rincones de la ciudad…y hasta en municipios cercanos. Cómo sería el despliegue que hasta ¡hicieron su propia marca de aparatos emisores! Los repetidores estaban repartidos en pisos altos de oyentes cómplices, que accedían a instalarlos en sus casas.
Existe en internet una grabación que muestra la guarida malasañera en los estertores de la emisora, que fue siempre secreta para evitar que se plantaran allí los oyentes en masa. Se puede ver a El Cura –Capitán Bricolaje–, a Albertín Sobornez, litronas, los dos estudios desde donde se ponían discos, y hasta el urinario de la emisora, con su cadena y todo.
Para financiarse, los locos de la cadena del Water organizaban una sonada fiesta de Nochevieja a la que acudían oyentes y amigos de la cadena. También editaban fanzines o vendían papeletas. Y a emitir un año más.
A pesar de tener, en principio, un perfil menos político que la mayoría de las radios libres de su época –se puede decir que iban a su bola–, su programa diario contrainformativo Boletín Imperiodístico se vio envuelto en problemas legales durante las huelgas estudiantiles de 1987 (en las que se hiciera famoso El Cojo Manteca). Como era habitual en la emisión, los teléfonos estaban abiertos para que los oyentes, con total libertad, hablaran. Y, claro, el tema del momento era el relativo a las técnicas de guerrilla urbana para hacer frente a las cargas policiales, lo que acabó con la detención de algún responsable del programa y con cargos que, finalmente, fueron desestimados.
Quienes colocaron la losa que habría de cubrir el fértil nicho de las radios libres fueron el PSOE y José Barrionuevo, con su Ley Para la Reforma y Ordenación de las Telecomunicaciones, nacida en 1987 y que entraría en vigor un par de años después. Pero la Cadena del Water no podía irse de forma normal, y lo hizo con un especial de 48 horas ininterrumpidas de radio. Poco antes de chapar el chiringo de San Vicente Ferrer, habían intentado poner en marcha también un canal de televisión, La Imagen del Invidente, cuya emisión en carta de ajuste llegó a ser sincronizable. En 1988 salió también a la calle la revista de La Cadena del Water, dirigida por Albertín Sobornez, uno de los responsables históricos de la emisora, a quien se conoce también por su participación en grupos como The Refrescos, Los Petersellers, o por sus artículos en el fanzine Mondo Brutto.
En tiempos en los que algunos programas de cadenas nacionales necesitan acudir a llamadas falsas de amigos, cuesta imaginar que una radio libre hiciera de las llamadas en directo pilar de su emisión. Más sorprendente es saber que su audiencia, según sus responsables, rondara los 70.000 oyentes, cifras que dejaban muy mal a las cadenas comerciales de la época.