Hagan la prueba, paseen por una calle cualquiera de Malasaña fijándose en las puertas de entrada de cada edificio y sabrán el porqué de este artículo: donde antes sólo había puertas antiguas de madera ahora verán una de madera, una moderna de hierro, una de madera, una de hierro, otra de hierro... Esto sólo puede significar una cosa: Madrid está perdiendo un patrimonio único de manera constante y sin que apenas nadie se dé cuenta.
El hierro en las puertas de entrada de los edificios del centro de Madrid está ganando poco a poco la partida y lo hace de manera ilegal. En una zona como el barrio de Universidad, urbanísticamente consolidada en su totalidad antes del inicio del siglo XX, la inmensa mayoría de sus inmuebles gozan de una protección de Patrimonio de nivel 3 como mínimo y sus fachadas son elementos que se deben conservar tal y como están. El mandato de conservación de esas fachadas incluye también el de sus puertas de entrada, que antes eran todas de madera. Por lo tanto, está prohibido que las comunidades de vecinos sustituyan sus puertas sin solicitar previamente permiso, algo que no conseguirán de la administración. Pero, ¿qué es lo que está pasando entonces?
Desde la Asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio (MCyP) uno de sus vicepresidentes, Álvaro Bonet, indica que “el Ayuntamiento de Madrid no ejerce de oficio control alguno sobre estos elementos protegidos de los edificios y tampoco establece medidas sancionadoras para quienes los dañan, con lo que queda al libre albedrío de las comunidades, a su sensibilidad y buen gusto, sustituir o no las puertas de sus inmuebles y resulta demasiado barato saltarse la normativa”.
Según Bonet, sería muy sencillo controlar este hecho y aboga por, si no multar a las comunidades incumplidoras, sí, al menos, obligarles a reponer la pérdida de una puerta por una réplica igual a la original. También señala que si a esa falta de control municipal le unimos la mala costumbre que tenemos los ciudadanos de no valorar nuestro patrimonio ni el trabajo de los artesanos -las antiguas puertas de madera están hechas a mano- el resultado es lo que está sucediendo en la actualidad, que cada quien hace lo que le viene en gana “con el consiguiente empobrecimiento visual y cultural de la ciudad, que conlleva, incluso, una pérdida de valor de las mismas viviendas”.
Desde MCYP indican que lo mismo está sucediendo también con otros elementos de las fachadas como las carpinterías de balcones y ventanas y que la falta de uniformidad que podemos encontrar en Madrid sería impensable hallarla en los centros históricos de otras grandes ciudades. Álvaro Bonet insta a poner freno a esa pérdida de uniformidad, al mismo tiempo que alerta sobre el efecto contagio que se produce en una calle cuando algún edificio decide cambiar la puerta de entrada: “No sé si será porque les parece que una nueva puerta -generalmente de hierro- aporta una imagen más moderna o más limpia del edificio, lo cierto es que ese contagio es un hecho más que comprobado”.
Jean-Baptiste Van den Heede, restaurador-conservador del taller Tasarestaura es experto en dejar como nuevas las antiguas puertas de madera de los edificios y asegura que con un mínimo mantenimiento anual una comunidad de vecinos puede presumir de entrada centenaria, al tiempo que advierte del elevado valor económico que tienen esas puertas que, a veces, se desechan tan alegremente. “Una vez restaurado el portal por un profesional, el mantenimiento suele ser anual y económico como puede ser la limpieza superficial y volver a poner una capa de barniz o retoques de pintura”, apunta. Según Van den Heede, “los daños que suelen presentar la mayoría de los portales en Madrid ciudad cuando se trata de puertas centenarias son, en primer lugar, estéticos -desaparición de su pintura o barniz, o bien de los bronces- y, en segundo lugar, de orden estructural -falta de algún elemento de madera, rodapiés, molduras, rajas en los plafones...-. Nada insalvable.
Van den Heede sí cree que las comunidades de vecinos, en general, están orgullosas de sus puertas e intentan preservarlas. Sin embargo, admite que, siendo a veces un gasto importante la primera restauración, en no pocas ocasiones dejan la madera sin cuidados y añade un elemento más a tener en cuenta: “A menudo las comunidades de vecinos están cansadas de ver cómo se maltrata su fachada con grafitis y pintadas y no ven entonces la necesidad de restaurar su patrimonio”.
De la desaparición silenciosa de puertas de madera de la que hablamos no hay constancia estadística, pero es un hecho comprobable a simple vista. No existe censo oficial alguno que documente esta pérdida, aunque en el visualizador urbanístico del ayuntamiento de Madrid resulta sencillo hallar constancia de ella al comparar las actuales fachadas con las imágenes antiguas de los edificios que contiene la citada herramienta.