El barrio de Malasaña fue una gigantesca cárcel durante la posguerra. Comisarías, edificios de viviendas e incluso conventos fueron utilizados para confinar a los represaliados por la dictadura desde que en 1939 el ejército de Franco entrara en Madrid.
En los muros de Conde de Toreno estuvo encerrado Miguel Hernández. Allí se cruzó, en la parte de los condenados a muerte, con Buero Vallejo. El poeta José Hierro ocupó una de las celdas del convento de las Comendadoras, reconvertido en prisión durante los primeros años de gobierno dictatorial. También el sindicalista Marcelino Camacho.
Esta parte de la historia de Malasaña, desconocida para la mayoría de los habitantes de Madrid, salió a relucir en el pleno del distrito Centro del pasado mes de septiembre. Fue por una iniciativa del PSOE que pedía colocar placas en los seis lugares de la zona que albergaron este tipo de instalaciones.
La demanda reclamaba situar en el mapa estos edificios con un distintivo que recordara su uso como lugar de represión. Dichos centros eran la prisión de Comendadoras en la plaza de Comendadoras, la prisión de San Antón en la calle Farmacia, actual colegio de arquitectos, la prisión de Barco en la calle Barco, 24, la prisión para mujeres de Quiñones en la calle Quiñones 2, la prisión Conde Toreno en la plaza Conde Toreno 2 y la prisión de San Lorenzo en la calle San Lorenzo.
Durante el acalorado debate entre los diferentes grupos políticos municipales, la oposición defendió la instalación de las placas y, en su intervención, el portavoz de UPyD añadió una interesante aportación: la de señalar también los lugares de represión republicana en el distrito durante la guerrra, como los sótanos del Circulo de Bellas Artes, o los existentes en la calle Fomento o en Fuencarral.
La proposición, sin embargo, no vio la luz porque el Partido Popular, con mayoría en la junta, tumbó el texto en aras de evitar, según la exposición de su portavoz, “levantar el odio entre los españoles”.