En Madrid está prohibido beber alcohol en la calle desde hace más de veinte años. La conocida como ley antibotellón lo vetó en 2002 y desde entonces, cualquier persona que tome una cerveza o algo de mayor graduación fuera de una terraza se expone a ser multada. Al mismo tiempo, también se prohibió la venta de bebidas alcohólicas en cualquier comercio entre las diez de la noche y las ocho de la mañana. Y los bares que durante ese horario despacharan bebidas espirituosas no pueden permitir a sus clientes que salgan a la calle con su copa en la mano. Las multas previstas son cuantiosas.
El objetivo de la ley era impedir el consumo de alcohol en la calle, especialmente por la noche, debido a las molestias que causan algunos beodos a las personas que viven o transitan por las zonas de ambiente nocturno en la región. Pero un cambio legislativo introducido en el nacimiento de la normativa abrió la puerta a una barra libre para las tiendas de alimentación que ahora, dos décadas después, ha propiciado una red de licorerías abiertas 24 horas en Malasaña, uno de los barrios de la capital con más ruido nocturno asociado al consumo de alcohol en la vía pública.
El desembarco ha sido rápido, después de la pandemia, en el eje que va desde la conocida plaza del Dos de Mayo hasta San Ildefonso, uno de los epicentros de la juerga nocturna en Madrid. Las tiendas 24 horas se han establecido sobre antiguos comercios de todo a cien que también vendían alimentos, gestionadas por chinos. Ahora son personas de origen pakistaní las que controlan el negocio y las botellas espirituosas han pasado a ocupar la parte más visible de sus escaparates, dejando claro cuál es su negocio principal.
La última en abrir lo hizo hace unas semanas en el local que hasta el mes de julio ocupó Frutería Andrea, una de las tiendas más longevas del barrio. Sus dueños decidieron cerrar el negocio ante la dura competencia de las grandes superficies y organizaron una jornada de despedida. Unos días después, algunos de los vecinos que de habían pasado por allí se encontraron en el local con una nueva licorería 24 horas, a escasos metros de la plaza del Rastrillo y de uno de los after que provoca quejas vecinales en este barrio, el de la calle Jesús del Valle.
La figura clave en este despliegue es la de Khan Banu Sentu, que gestiona varias tiendas de este tipo situadas en San Andrés 22 (a través de la sociedad Sarwar & Nirob City), Colón 15 (misma empresa) o en San Bernardo 77 (con la empresa Nirob City Grupo), según ha podido comprobar Somos Malasaña en los datos del registro mercantil.
Un negocio legal y con permiso municipal
Al menos nueve tiendas de Malasaña despachan alcohol de todo tipo durante el día y la noche, según un recuento efectuado por este periódico en la zona. Pueden hacerlo legalmente gracias a que la ley antibotellón permite vender alcohol a todas las tiendas de conveniencia pequeñas (de menos de 500 metros cuadrados) que permanezcan abiertas al público al menos dieciocho horas al día. La legislación regional les obliga a distribuir su oferta y, además de bebidas alcohólicas, han de vender “en forma similar, libros, periódicos y revistas, artículos de alimentación, discos, vídeos, juguetes, regalos y artículos varios”, explica la norma.
Formalmente todas estas tiendas ofrecen artículos similares, pero la realidad es que el principal negocio de estos espacios se basa en el alcohol y en alimentos para acompañarlo (patatas fritas, frutos secos, etc) y que su horario de mayor venta llega a partir de las diez de la noche, cuando desaparece la competencia del resto de supermercados. Es entonces cuando consiguen sus clientes entre los jóvenes que salen a fumar un cigarrillo y aprovechan para comprarse una lata de cerveza, o adquieren mayores cantidades de bebida para montar un botellón en una plaza o calle cercana. Aunque los compradores se arriesgan a una multa policial porque la venta es legal, pero el consumo en vía pública no.
Esta es la distribución de las licorerías 24 horas por las calles de Malasaña (si conoces más, puedes contárnoslo en redaccion@diariosomos.com):
El hueco legal por el que se ha colado esta nueva red de barras de alcohol 24 horas está presente desde el alumbramiento de la conocida como ley antibotellón. La Ley 5/2002, de 27 de junio, sobre Drogodependencias y otros Trastornos Adictivos decidió introducir una posibilidad de venta de bebidas por la noche para beneficiar a comercios como las tiendas de las gasolineras y otros espacios minoristas.
Pero la propia norma ya incluyó entonces la alternativa de que los gobiernos locales pusieran límites a esta excepción. Lo permite “en las zonas que cada Ayuntamiento determine dentro de su término municipal, previo informe favorable de la Consejería competente en materia de comercio”. De momento, el equipo de Almeida no ha anunciado ningún tipo de restricción a estos comercios de venta de bebidas.
Del estraperlo a los lateros
La proliferación de las tiendas 24 horas en el centro de Madrid ha hecho cambiar la forma de distribución nocturna de alcohol por las calles de Malasaña. Hasta su llegada, se despachaba de estraperlo en tiendas de alimentación que no abrían el mínimo de 18 horas necesario cada día para contar con el permiso. La Policía Municipal podía sancionar entonces a sus responsables por infringir una ley que ahora las nuevas tiendas sin cierre cumplen escrupulosamente.
La existencia de estos comercios abiertos a cualquier hora del día o de la noche es utilizada, en algunos casos, como punto de abastecimiento de los lateros, esas personas que van distribuyendo cerveza por las calles, esta vez sí de forma ilegal. Somos Malasaña ha podido comprobar in situ cómo los lateros llenaban sus bolsas en estos comercios para después venderlos en la plaza del Dos de Mayo o El Rastrillo a uno o dos euros.
Los vecinos de la zona llevan muchos años denunciando que la existencia de tiendas de conveniencia facilita el botellón. El caso más explícito ocurrió durante las pasadas fiestas del Dos de Mayo, cuando un despliegue policial intentó frenar el consumo de alcohol en la calle, que estaba prohibido por la falta de un recinto ferial. De madrugada, mientras los agentes revisaban las mochilas de todo el que intentaba acceder a la plaza central desde la calle San Andrés, la tienda 24 horas situada justo al lado, en la esquina con Palma, despachaba legalmente cientos de litros de alcohol, que los compradores iban a beberse ilegalmente a las calles aledañas, huyendo de la policía.