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Madrid apaga 'Un cuarto en llamas': el espacio cultural y juvenil en Conde Duque se despide entre críticas a su cierre

Dos jóvenes recitan un poema escrito por el cierre del espacio 'Un cuarto en llamas', en Conde Duque, durante el acto de este martes.

Guillermo Hormigo

1 de marzo de 2023 01:00 h

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“La cultura, el ingenio y el apoyo mutuo”. Así resumía Daniel, uno de los responsables del apartado técnico de Un cuarto en llamas, los pilares de una iniciativa cortada de raíz cuando más estaba floreciendo. Un proyecto concebido y desarrollado por jóvenes, asentado en la Sala Polivalente del Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque desde octubre de 2021. Este martes ha acabado su andadura, al menos tal y como se estaba desarrolando hasta ahora, con una despedida festiva, abierta y emocionante, señas de identidad a lo largo de su recorrido. Pero en este final indeseado revoloteaba también un aire de indignación y tristeza. “¡Qué dolor!”, reconocía un chico al llegar. “Parece un tanatorio”, bromeaba otro.

El colectivo de acción cultural Masquepalabras, que ganó el concurso público convocado por el Ayuntamiento de Madrid para la cesión del espacio, denuncia ahora los términos de este final de actividad. “Según las bases del Boletín Oficial del Ayuntamiento de Madrid la cesión es por un año, que se cumplió en octubre y se puede ampliar otro más. Cuando pedimos la prórroga nos encontramos con que solo nos la dan hasta marzo, contradiciendo esas mismas bases”. Lo explica Anna Berchuk, coordinadora de Un cuarto en llamas a sus 24 años, en conversación con Somos Madrid.

Se llega de este modo a un abrupto desenlace para una iniciativa que ha tratado de revitalizar el tejido artístico no solo en Conde Duque, sino en todo Madrid, con chavalas y chavales de todos los puntos de la capital e intereses de lo más dispares. Un cuarto en llamas ha funcionado a través de la “autoprogramación por y para gente joven”, dice Berchuk, conformando “un lugar de diálogo y acción cultural”. Una especie de centro cultural dentro del centro cultural, pero con una gestión totalmente abierta y asamblearia. Liberado de encorsetamientos, en una decidida apuesta por la libertad creativa y curatorial.

Gracias a la implicación altruista de cientos de personas, que encontraron aquí un refugio en el que desarrollar su imaginación pero también su humanidad, el recinto ha acogido todo tipo de manifestaciones artísticas: exposiciones pictóricas; micros abiertos de poesía, rap y freestyle; performance; coloquios y hasta desfiles de moda. Muchas de estas cosas sucedían incluso al mismo tiempo.

La democratización del espacio llegaba igualmente a su gestión. Cada martes a las 18.00 se proponían, debatían y decidían las actividades a desarrollar en las semanas venideras o las formas de llevarlas a cabo. Quien un día ejercía de artista a la semana siguiente, o incluso al mismo tiempo, se desenvolvía como gestor cultural de otra disciplina.

Todo ello con el asesoramiento de profesionales del terreno, como el rapero y agitador cultural Javier Benedicto “Bene” (junto a Anna Berchuk, la persona que más agradecimientos recibió este martes). Esto permitía que la iniciativa funcionase asimismo como vía para la profesionalización en el sector. Y sin el “elitismo” de otros ambientes de formación artística, como se encargaron de destacar en el acto de despedida varias de las personas que se atrevieron a contar lo que esta experiencia ha supuesto para sus vidas.

Proceso “transparente” según el Ayuntamiento

Desde el Área de Cultura del Ejecutivo municipal, liderada por Andrea Levy, afirman en declaraciones a Somos Madrid que la prórroga no podía ampliarse más tiempo “porque la dirección artística de este espacio necesitaba la Sala Polivalente para desarrollar su programación y sus actividades de mediación”. Hablan de “talleres, ensayos y otras actividades de arte, además de participar en otros programas culturales como Veranos de la Villa”.

Inciden en que “las bases marcaban que todo dependía de las necesidades del propio espacio cedido” y que por tanto “se han cumplido” en un proceso “transparente”. Destacan además que “Masquepalabras interpuso un recurso de reposición reclamando la prórroga de un año y no de cinco meses que fue desestimado”.

Anna Berchuk reconoce que el contrato de cesión incluía “una cláusula para cancelarlo si el recinto pasa a estar ocupado por un bien de interés cultural debidamente acreditado”, pero “no se ha hecho ninguna justificación que lo avale”. De hecho, como se desprende de las declaraciones de la delegación de Cultura, el objetivo es regresar a los usos previos de la Sala.

Un espacio muy vivo presente también en redes

El origen de Un cuarto en llamas está en los Pactos de la Villa, un acuerdo entre las cinco formaciones presentes en el consistorio madrileño para responder a las necesidades y urgencias ciudadanas asociadas a la crisis del covid-19. Una de ellas, la de renovar el tejido cultural, era la función principal de este espacio. Y lo cierto es que lo estaba logrando. En el autohomenaje que ha puesto fin a su andadura se habló de “un vínculo emocional confeccionado a la vez que el artístico”.

Nos hemos querido mucho, que nos podamos seguir queriendo

Berchuk recuerda con orgullo todo lo que han logrado desde que empezaron a instalarse en octubre de 2021. Le congratula especialmente la disparidad de las personas que se han ido sumando para dar forma a “un proyecto diverso cada vez más fortalecido”. Las cifras así lo avalan: “En estos 17 meses hemos ejecutado 270 actividades de distintos formatos y disciplinas, hemos implicado a más de 600 jóvenes, hemos recibido más 15.000 visitantes y hemos superado las 600.000 interacciones en redes sociales”.

La coordinadora de Un cuarto en llamas reconoce que no se han planteado qué será del proyecto ahora que deja de estar ligado a la ubicación en la que emergió. “Todavía no hemos pensado demasiado en encontrar un nuevo espacio, nos centrábamos en cerrar como era debido el trabajo que hemos venido desarrollando en Conde Duque con el evento de este martes”. Pero como mucha gente resaltó en dicho acto, lo importante es conservar y afianzar los vínculos: “Nos hemos querido mucho, que nos podamos seguir queriendo”.

Apoyos y capacidad para reinventarse no les faltan: han crecido a base del boca a oreja, de divulgar su labor en centros educativos y especialmente con su dominio de las redes sociales (sobre todo TikTok). Para Berchuk la clave está en que no son personas adultas tratando de interpelar a una generación posterior, sencillamente son esa generación: “Hacemos cultura no solo enfocada a los jóvenes, sino creada por nosotros mismos”. Comparten experiencias, problemas, formas de encarar la cultura o el arte y en definitiva una misma etapa vital. Eso encendió y extendió su llama, eso puede hacer que se mantenga viva. Porque, como dijo otra de las personas que tomó la palabra, ahora son “llamas sin cuarto”, pero llamas a fin de cuentas.

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