La calidad arquitectónica, la accesibilidad del espacio o la sostenibilidad ambiental. Estos son algunos de los filtros que el Ayuntamiento de Madrid y el Colegio Oficial de Arquitectos (COAM) han establecido para el futuro de la plaza del Dos de Mayo, en pleno barrio de Malasaña, cuyo diseño partirá de una de las 59 propuestas recibidas en un concurso público de ideas. Acaba de finalizar el plazo de adminisión para nuevos proyectos, por lo que un jurado con representación de ambas entidades tendrá ahora cinco meses para deliberar.
Entre sus miembros se encuentran la delegada del Área de Obras y Equipamientos, Paloma García Rodero, y el decano del COAM, Sigfrido Herráez; así como arquitectos e ingenieros de “reconocido prestigio” como José Ignacio Linazasoro, Santiago Cifuentes o Juan Fisac, según ha informado el Ayuntamiento. El primero ha participado en complejos proyectos dentro y fuera de España, como la remodelación de un antiguo mausoleo y una plaza romana; el segundo hizo lo propio en zonas de la región como Collado Villalba o Torrelodones, y el tercero es doctor e ingeniero de caminos, canales y puertos que trabajó en el arreglo de Puente de Vallecas.
El decano del COAM, que será miembro del jurado, explica a Somos Madrid que el siguiente paso será convocar a las partes en la sede del Colegio. Es decir, a ellos y al Ayuntamiento. Herráez estima que esa reunión llegará más pronto que tarde, e incluso que podría decidirse al ganador al final de esa misma jornada. El encuentro podría durar unas tres horas, teniendo en cuenta el número de candidaturas a analizar, que dice tener ya en su poder. Y cree que llegará mucho antes de concluir el plazo fijado de cinco meses, para así licitar y comenzar las obras cuanto antes.
El concurso contempla tres premios y un máximo de tres accésits. El primer premio será de 14.200 euros, el segundo con 9.480 euros y el tercero con 6.320 euros. Los accésits, de 1.000 euros. Una vez seleccionado el proyecto ganador, la idea del Ayuntamiento es que las obras para revitalizar la plaza del Dos de Mayo puedan comenzar a andar dentro de un año, en 2026.
De esta manera se actuará su actual diseño, que data de 1869 y que utilizó los suelos del borde sureste del cuartel de Monteleón, donde se congregaron los insurrectos contra la ocupación francesa de la capital española en la primera mitad del siglo XIX. Una antigua batalla que dio nombre al espacio e inspiró obras que ya han pasado a la historia, como 'Los fusilamientos' pintados por Goya.
La idea es que la nueva plaza sea más verde y accesible, y afectará también a todas las calles colindantes: la de San Andrés, Ruiz, Daoíz, Dos de Mayo y Velarde hasta llegar a Fuencarral, según el pliego que inauguró el mismo concurso de ideas que ahora acaba de concluir. Las vías seguirán sin tener bordillos, pero se dará prioridad a las ideas que potencien el “confort urbano” y la influencia de los materiales en el calor que se desprenda en el espacio, tal y como detalló el Ayuntamiento.
Las talas, salvo aquellas imprescindibles por razones fitosanitarias o de riesgo de caída, estarán prohibidas durante la obra, y tratarán de que se reutilicen algunos de los materiales que ya forman parte de la glorieta. Para su distribución, la pretensión de las instituciones municipales y el COAM es que goze de cuantas menos “barreras arquitectónicas” posibles, mejor, dejando vía libre a la circulación por toda su demarcación.
Que hayan existido altercados notorios en el Dos de Mayo es uno de los motivos por los que también se incide en la seguridad, dejando constancia de que habrán de evitarse los espacios ocultos, fondos de saco o un exceso en los desniveles del suelo, y que complementarán la instalación de nuevas cámaras de vigilancia. Ya a principios de este año, la acumulación de tres apuñalamientos en la zona instó a las familias del espacio a denunciar una “situación límite” de inseguridad, a lo que añadían constantes peleas o en las que hablaban de consumo de estupefacientes o alcohol en plena calle.
Solo habrá una línea roja innegociable: el monumento a Daoiz y Velarde, ubicado justo en el centro de la plaza. Este conocido grupo escultórico pertenece al Museo del Prado y la entidad no permite su traslado. Lo mismo ocurre con el arco de Monteleón, a su espalda. Las esculturas son un encargo del rey Felipe VII al artista Antonio Solá, que concluyó en 1830 y muestra a los militares que defendieron el cuartel de Monteleón durante aquel histórico mes de mayo de 1808, que se cogen de las manos en señal de juramento ante la batalla que se avecinaba.
Mientras se decide qué proyecto surtirá el nuevo diseño, los vecinos de la plaza también aguardan impacientes. Hace poco, a finales de octubre, el AMPA de uno de los colegios de la zona, el Pi i Margall, emitió un comunicado alertando a los arquitectos para que tuvieran en cuenta que la plaza es su actual lugar de esparcimiento, y el de la escuela infantil El Duende.
Las familias pusieron en valor que desde hace siglos esta zona forma “parte intrínseca” del servicio que ofrece el centro escolar, por lo que pedían a los ideólogos de su futura estructura que tuvieran en cuenta su necesidad de “uso y disfrute” de, al menos, una parte de la plaza en los años venideros y únicamente en horario escolar, garantizando también la seguridad de la comunidad educativa.
Reclamaron además el “recuperar y humanizar la calle Daoiz”, una de las que el concurso prevé intervenir. Según el AMPA, “desde la última legislatura muestra un aspecto deplorable de abandono y falta de mantenimiento. Casi la totalidad de los árboles han secado, no se han repuesto y sus alcorques han sido cementados”.