El pasado mes de mayo, Malasaña perdió a uno de sus vecinos, figura de referencia en la hostelería y emprendedor de casi todo. Los habituales del Lucy in the Sky, el conocido bar de la calle San Vicente Ferrer, le recordarán pinchando en su cabina. Y los vecinos y visitantes de locales de la calle Espíritu Santo tal vez probaron allí alguno de sus batidos.
Melf llegó a Malasaña a principios de siglo y se instaló en la calle Divino Pastor, procedente de su Alemania natal (nació en Schleswig-Holstein, un estado en la costa del Mar del Norte). Primero, creó un negocio de smoothies que elaboraba desde su cocina en San Bernardo. Sus batidos cosecharon mucho éxito en los desayunos de Lolina, Vacaciones o 2D.
Más adelante fue el cocreador oficioso de Lucy in the Sky, en San Vicente Ferrer, donde, dada su pasión por la música, no era raro encontrarlo en la cabina del DJ. Ejerció durante años de guía turístico descubriendo Malasaña a grupos de ingleses, alemanes y franceses. Y, por supuesto, se le podía ver en primera fila allá donde había música en directo: en la sala Maravillas, en el Wurlitzer o en el Siroco. No en vano, también trabajaba como enlace con los artistas en festivales como el Mad Cool o el Dcode.
Fundó la Deutscher Stammtisch Madrid, la primera tertulia alemana de España que alcanzó los 1.500 miembros entre los que querían practicar la lengua, alemanes o no. Aunque empezó en la Mad Dogs Tavern de la calle Rodríguez San Pedro, la acabó trasladando al Bar Leiner, en Conde Duque. Su propietario, Mario Lasheras lo recuerda como “un generoso arreglabares, siempre dispuesto a echar una mano en temas que iban desde la contabilidad y los eventos a las reformas, como hizo en el actual Leinerhaus: estuvo trabajando duro para habilitar la antigua Casa Perico”.
Aunque Melf se había trasladado a Cádiz con su pareja durante la pandemia, nunca perdió la vinculación con el barrio y volvía cuando sus amigos le necesitaban. Lucía una generosa barba, a veces sombrero y otras pañuelo pirata. Era un enamorado de Malasaña, barrio en cuya vida se involucró con toneladas de energía, generosidad y carisma.
Melf falleció el pasado mayo, a los 49 años, después de una rápida enfermedad. Sus amigos y familiares han decidido montar un festival a su nombre, el MelfTival, como celebración de su vida y homenaje. Será el sábado 24 de junio en el patio neogótico de la Iglesia Protestante Evangélica de habla alemana, en Castellana, 6, de 13.00 a 22.00 horas.
Después de una celebración religiosa para familiares y amigos cercanos, la música favorita de Melf comenzará a sonar a las 13.00. También habrá actuaciones de artistas de Malasaña, sus amigos, repartidas en dos pases: a las 15.00 y a las 18.00. Entre ellas figuran el rock&roll clásico de Milton Castillo, el pop de Papaya o la música clásica de un componente de la orquesta del Teatro Real.
Durante todo el festival se celebrará una clásica barbacoa alemana, con salchichas, ensalada de patata y cerveza germana, cuyos beneficios serán donados a la familia y a la propia iglesia. Allí trabajó Melf de voluntario durante sus años madrileños, en eventos como el mercado navideño o la Oktoberfest. Además de los amigos que se acercarán desde Malasaña y otros puntos de Madrid, muchos familiares y amigos volarán desde Alemania, entre ellos, su madre, Hella, y su hermana, Anne Wienke, mientras que su pareja, Carolina, llegará desde Cádiz.
El cartel y el ambiente del festival tratará de reflejar su dinámica y desprendida personalidad. Apasionado por el mundo de los piratas, a pesar de ser alemán hasta el tuétano, aseguraba que no volvería a vivir en Alemania “ni loco”. Le gustaba demasiado la improvisación y romper las normas.