Mercadona prepara en Malasaña la apertura de un gran supermercado mientras el pequeño comercio tiembla

Era un secreto a voces pero esta semana se ha confirmado: la cadena Mercadona abrirá un nuevo supermercado en pleno Malasaña. Será en el número 77 de la calle Fuencarral, en los bajos del edificio que una vez fue propiedad de la Seguridad Social y que el Estado vendió en el año 2015 para que se convirtieran en viviendas.

El anuncio se ha producido con la colocación de un cartel de “próxima apertura” en la entrada del antiguo Pasaje de la Mutualidad, donde desde hace semanas trabajan los obreros para poner en marcha el supermercado más céntrico de Malasaña, el segundo en llegar al barrio después de la puesta en marcha de un Lidl unos números más abajo, en las antiguas instalaciones del Drugstore.

La cadena de supermercados que más vende en España inicia así el asalto al centro de Madrid, una zona en la que no contaba con ninguna tienda. Lo hace en una zona (Malasaña, cerca también de Chueca) donde no existía oferta similar y en la que se habían multiplicado numerosas tiendas de otras cadenas de alimentación como Dia o Carrefour, aprovechando la falta de un competidor de mayor tamaño.

El anuncio ha caído como un jarro de agua fría entre las tiendas que venden alimentos en el barrio. Todavía no saben cómo les puede afectar, pero temen que parte de sus clientes puedan preferir la cadena de alimentación valenciana a los productos del comercio minorista de barrio. Las pocas charcuterías y pollerías que quedan en la zona aguardan los efectos de la irrupción de una gran cadena junto a sus establecimientos, algo que puede suceder a finales de este año.

Una de las claves será comprobar si el nuevo supermercado contará solo con una puerta de acceso desde la calle Fuencarral o tendrá también una entrada en la Corredera de San Pablo. En este segundo caso, el acceso de los clientes del interior de Malasaña será más fácil y pondrá en competencia directa a los negocios que lo circunden, donde resisten algunos comercios clásicos después de una década en la que han ido desapareciendo el resto, en un lento pero palpable goteo.

Mientras los pequeños comercios hacen cálculos en esta zona del centro de Madrid, los vecinos de otro barrio del norte protestan porque Mercadona ha anunciado que se marcha de donde viven. Aterrizó en Begoña hace doce años y su llegada arrasó con el tejido de tiendas que existían allí. Ahora cerrará porque no le encajan las cuentas y los ciudadanos que lo rodean se quedarán sin un lugar donde hacer sus compras diarias cerca de casa.

Recordando el pasadizo de Fuencarral

El Pasaje de la Mutualidad cerró hace casi una década después de años de declive, fruto de la falta de interés de su propiedad -el Gobierno de España a través de la Seguridad Social- de utilizar sus instalaciones, que contaban con un rico tejido comercial en sus bajos y hasta un anfiteatro en la parte del edificio. Uno de sus últimos inquilinos, Alberto Langa, recordaba para Somos Malasaña en el año 2011 la lista de comercios que habían ido cerrando.

El último inquilino del pasaje de Fuencarral fue Emilio Monge, un joyero que acabó trasladándose a la calle Fuencarral en 2016 después de ser convencido por los compradores privados del inmueble. A partir de ese momento comenzó la operación urbanística que levantó en el lugar varias viviendas de lujo (algunos de sus áticos costaban un millón de euros) y dejó hueco para que Mercadona tuviera sitio para abrir este año un gran supermercado en Malasaña.