Los 200 policías municipales que el Ayuntamiento aseguró desplegar este fin de semana en Madrid no han servido para frenar los botellones y molestias por ruido que sufren los habitantes de Malasaña, donde la juerga ha durado de viernes a domingo por la noche y algo más allá. Las plazas y calles de este barrio de Madrid han servido como escenario para una fiesta aderezada con música de altavoces, lateros y gritos que se han extendido incluso hasta el lunes por la mañana, coincidiendo con el camino del colegio de algunos padres, que llevaban a sus hijos al primer día de clase.
El despliegue policial especial lo anunciaba la delegada de Seguridad este sábado, en el que afirmaba que la noche anterior “se notó mayor afluencia incluso hasta altas hora de la madrugada, pero no hubo demasiado problema en desalojos de plazas”, explicaba Inmaculada Sanz a los medios. Su percepción distaba mucho de lo que había sucedido en plazas como Dos de Mayo o Rastrillo, donde según los vecinos consultados por este medio los botellones fueron permanentes y solo desaparecían cuando se asomaba por allí un coche de la Policía Municipal. Para luego volver en cuanto desaparecían los agentes.
La única situación de conflicto que reconoció Sanz fue en la plaza de Comendadoras, donde se produjeron agresiones a las patrullas policiales: los que estaban allí de fiesta a altas horas de la madrugada lanzaron objetos a los agentes desplegados en la zona, lo que motivó que acudiera mayor presencia policial al área mientras los participantes en la concentración huían hacia otras zonas del centro con menos policía para apurar sus bebidas.
Aunque desde el Ayuntamiento no se indicó la hora del despliegue en este área de Conde Duque, testigos presenciales indican a Somos Malasaña la presencia de numerosos coches de policía en el entorno de la calle San Bernardo pasadas las tres de la madrugada, una de las horas clave cada noche debido al cierre del ocio nocturno.
“Necesitamos una patrulla permanente en la Iglesia de la plaza de las Comendadoras, no es normal la permisividad que hay con los que están destrozando el barrio”, se quejaba una vecina del barrio ante las escenas que se repiten de lunes a domingo, con especial intensidad el fin de semana.
De momento, el Ayuntamiento de Madrid solo ha respondido con un despliegue policial que ha resultado escaso y con el anuncio de que vallará la zona conflictiva del parque de Conde Duque como solución a una situación que se le escapa de las manos y que solo llegó a estar controlada durante los días posteriores al fin del estado de alarma. Entonces, las imágenes del primer macrobotellón en Malasaña motivaron un mayor despliegue policial y que los coches patrulla se apostaran en las plazas que más quejas concitaban. Fue la última vez que sus vecinos no se despertaron sobresaltados por un ruido presente en las noches del centro de Madrid durante todo el verano.