El grupo de ayuda vecinal Malasaña Acompaña, que en principio surgió en la zona norte del distrito Centro para paliar algo coyuntural como se esperaba que fuera la mala situación económica a la que la crisis sanitaria de la Covid-19 empujó a muchas familias de los barrios de Justicia y Universidad de Madrid, no ha tenido más remedio que perpetuarse en el tiempo, muy a su pesar.
En un horizonte no muy lejano tienen ya su primer año de existencia, al que se aproximan con las arcas vacías, las necesidades de las personas a las que atienden intactas y mirando de reojo a las instituciones, cuya ayuda no llega en auxilio de sus usuarios. El remedio temporal a la deficiente salud monetaria por la que atraviesa este banco de alimentos vuelve a ser la solidaridad de los vecinos y simpatizantes que llevan sosteniéndolo todo este tiempo, a los que de nuevo se les vuelve a pedir, a través de una campaña, que se rasquen el bolsillo. Para ello tienen habilitado un número de cuenta en el que realizar donaciones: ES60 3025 0006 2314 3328 4500
Más gastos que ingresos
Malasaña Acompaña tiene unos gastos fijos mensuales de 2300 euros, que se emplean en comprar alimentos perecederos y productos de higiene para las 97 familias a las que atienden en la actualidad. En total son 284 personas las que se benefician de ella, a través de repartos quincenales que se realizan de forma segura desde el espacio vecinal de la Casa del Cura, situado en la plaza del 2 de Mayo. A día de hoy en su caja no quedan más de 2000 euros, por lo que peligra la ayuda del mes de marzo. Tanto es así que en la última asamblea que realizó este grupo hace unos días se acordó reducir a la mitad el gasto previsto en productos de higiene, para tratar así de estirar el de alimentos en tanto en cuanto no consigan nuevas aportaciones económicas.
Los paquetes de ayuda que entregan a las familias necesitadas a las que atienden están compuestos por alimentos no perecederos recolectados en los supermercados de Malasaña, Conde Duque y Chueca, donde voluntarios de la despensa realizan dos recogidas al mes. Pese a que esas donaciones siguen funcionando bien, gracias a la generosidad de los vecinos de la zona, y que el Banco de Alimentos de Madrid aporta una apreciable cantidad fija mensual de alimentos, los lotes necesitan ser completados con carne, pescado y verdura fresca, además de otros productos específicos que se ajustan a ciertas necesidades puntuales de algunos usuarios y todo eso hay que comprarlo con dinero.
El coste de un lote medio de alimentos de los que se entregan mensualmente a familias de entre tres y cuatro miembros es de 37,25 euros: azúcar, harina, arroz, leche, pasta, aceite, legumbres, tomate frito, latas de conserva de sardinas y atún, galletas, café/cacao, huevos, yogures, pan de molde, fruta, verdura y medio pollo. Ningún lujo.
A lo anterior, hay que sumar los productos de higiene personal y limpieza que también se les facilitan y que, antes de la obligada reducción que piensan aplicar, estaban valorados en 22,7 euros y 5,5 euros respectivamente y también para unidades familiares compuestas por tres o cuatro personas: gel de ducha y champú, jabón, pasta y cepillos de dientes, desodorante, cuchillas y espuma de afeitar, compresas y tampax; además de lavavajillas, estropajos, balletas, lejía y friegasuelos.
Obligados a ser solidarios
La actuación separada de diferentes iniciativas de ayuda por parte de personas y entidades privadas derivó en la creación de este grupo de apoyo, que forma parte de la red Cuidados Madrid Centro. La despensa comenzó repartiendo comida semanalmente a 24 familias en abril de 2020, en el antiguo local de Ecologistas en Acción, en la calle Marques de Leganés. Un mes más tarde, ya se repartía ayuda a más de 150 familias, lo que suponía más de 500 personas atendidas, de los que más de 150 eran menores de edad.
En sus 11 meses de vida, Malasaña Acompaña ha repartido más de 40.000 kilos de alimentos entre un total de 251 familias, demostrando ser un grupo eficaz -ágil y resolutivo- de ayuda vecinal por el que, organizado de forma asamblearia en diferentes comisiones, han pasado más de 400 voluntarios, de los que en la actualidad se mantienen en activo alrededor de 120, siendo mujeres un 80% de ellos.
“El grupo se ha ido adaptando a los distintos escenarios derivados de la situación de la pandemia, dado que lo que en principio se pretendía que fuese un breve esfuerzo solidario hasta que los servicios sociales se pudiesen ocupar de la situación, se ha ido prolongando en el tiempo por la desidia de las instituciones”, indica Andrés Español, uno de los miembros de Malasaña Acompaña.
Actualmente, los propios beneficiarios de la despensa solidaria se han involucrado también en la organización y gestión de la misma. “La voluntad de colaboración y el reconocimiento mutuo han predominado, generándose un fuerte sentimiento de grupo. Somos conscientes del enorme potencial que tiene una organización como la nuestra”, apunta Español, que destaca que Malasaña Acompaña se ha integrado en el proyecto autogestionado y vecinal Haciendo Barrio, que da cabida a distintas organizaciones sociales del barrio de Universidad y que se desarrolla en la Casa del Cura.
Mirando al futuro, es posible que estas personas a las que ha unido la pandemia sigan trabajando en beneficio de la comunidad reorientando el proyecto de Malasaña Acompaña, pero ahora lo que se necesita nuevamente es dinero. Con el Ayuntamiento no cuentan: “A día de hoy no hemos tenido ningún apoyo público y eso que desde hace tiempo detectamos que nos llegan familias en busca de ayuda derivadas y valoradas por los servicios sociales municipales. Con la administración hablamos de manera muy esporádica”.