Cambio radical junto al mercado municipal de Mostenses después de unas largas obras que han transformado el lugar para convertirlo en un entorno peatonal amable junto a la Gran Vía, a un paso de Plaza de España. Lo que hasta hace poco más de un año era un entorno de aceras estrechas, coches y furgonetas de reparto se ha convertido en un entorno peatonal que ha convertido 2.200 metros cuadrados de asfalto en aceras.
El resultado lo están comprobando los vecinos de la zona y clientes habituales del mercado, que desde hace unos días pueden entrar desde una nueva plaza aparecida gracias a una reordenación del tráfico de entrada al aparcamiento subterráneo de este lugar y en los accesos a la carga y descarga del centro de abastos. Lo más llamativo es el espacio libre al este del mercado, rematado con un parque infantil circular, forma que se repite también en el diseño del suelo.
La otra parte que llama la atención es la intervención en la calle Ricardo León, sobre la que se han colocado varias estructuras metálicas que soportarán las pérgolas de enredaderas que irán creciendo en el futuro.
Estos soportes nacen de otras jardineras también con forma circular, dispuestas alrededor de la entrada principal al mercado y llenas de romero, aportando un suave aroma a los que se sientan alrededor de ellas.
Aunque las jardineras funcionan como bancos corridos, también se han dispuesto numerosos bancos en distintos puntos de la plaza. Algunos de ellos todavía mostraban esta semana los envoltorios de fábrica, porque la obra no está acabada oficialmente y tiene algunos remates por concluir.
El acceso al aparcamiento de Mostenses ha quedado ahora bastante más disimulado de lo que estuvo en su origen, con un acceso por la calle García Molinas con aspecto de acera y nuevos árboles recién plantados. Parte de la rampa se ha cubierto para ganar espacio peatonal.
Otra de las transformaciones más importantes han sido las de las peatonalizaciones de Antonio Grilo, la travesía de la Parada y Beatas. Allí han desaparecido los aparcamientos y también el espacio para coches, hasta dejar estas calles irreconocibles.
Se mantienen las escaleras de bajada desde la travesía de la Parada, aunque ahora la vista ha cambiado notablemente.
El proyecto se complementa con otras intervenciones en las calles aledañas, como la peatonalización de la calle Manzana o la puesta al día de San Ignacio de Loyola, donde también se han plantado árboles. Y con la reforma de Amaniel, que incluyó la calle Álamo y empezó a transformar esta parte de Malasaña, antes con aceras angostas y poco accesibles.
Aunque a primera vista puede parecer que no hay demasiado verde, el proyecto contempla la plantación de 53 nuevos árboles en todo el entorno (incluidas las calles aledañas citadas) y la pérgola de Ricardo León, que tardará todavía en crecer. Las nuevas especies plantadas son manzanos ornamentales en su mayoría, también existentes en la reforma de Quiñones o Amaniel, donde están más crecidos.
Un largo proceso con muchos colaboradores
La historia de la peatonalización de esta plaza es el resultado de un largo proceso, que parte desde el diseño de Furii Studio, que ganó uno de los concursos de ideas convocados durante la legislatura de Manuela Carmena para remodelar varias plazas del centro de Madrid. El proyecto fue respaldado por la asociación de comerciantes del Mercado de Mostenses, que sugirieron algunos cambios para aterrizarlo al entorno del mercado.
Aunque con el proyecto estaban sentadas las bases, no fue hasta la primera legislatura de Almeida cuando se aprobaron y ejecutaron las obras, con algunos cambios en los que también participaron los vecinos de la zona, que impulsaron una peatonalización de Antonio Grilo inicialmente no prevista. Los trabajos, ejecutados por el área de Obras y que han costado tres millones de euros, arrancaron hace algo más de un año y finalizan ahora.