Perfil: ¿qué es realmente el Hogar Social Madrid?

Somos Malasaña

4 de noviembre de 2018 08:57 h

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Hace tiempo que el Hogar Social Madrid no es un desconocido para los madrileños porque, entre otras cosas, han utilizado una estrategia mediática activa, pero también deliberadamente confusa, tratando de ocultar su componente fascista y la militancia neonazi de muchos de sus miembros, por lo que merece la pena intentar aclarar quiénes son los nuevos vecinos de la plaza de Cristino Martos y San Bernardino.

Corría el año 2014 cuando se dio a conocer el Hogar Social Madrid (HSM) después de ocupar un inmueble vacío en la calle Juan de Olías, en el distrito de Tetuán. Existían experiencias previas en Zaragoza (Hogar Social Zaragoza), en un casal en Cataluña, en Valencia y, sobre todo, trataban de importar el modelo del grupo fascista italiano Casa Pound.

El HSM en sus orígenes tenía vinculación con el Movimiento Social Republicano (MSR) y la Liga Joven, juventudes del anterior formado por cabezas rapadas neonazis que actuaban en el ámbito universitario. El MSR se ha disuelto en 2018 pero su posición de fascismo tercerista sigue muy presente en la inspiración de los comunicados y en la propaganda del HSM que, sin embargo, hace tiempo que ha dejado de ser un instrumento de partido alguno para convertirse en punta de lanza de la extrema derecha en su frente por ganar la calle, independientemente de los resultados electorales. Así, el HSM se declara nacional-revolucionario, razón por la cual en su primera ocupación llevaban el apellido Ramiro Ledesma Ramos, conocido ideólogo de la extrema derecha española de los años treinta que representaba una opción obrerista dentro de la misma.

A pesar de que juegan al despiste respecto a su ideología, un simple seguimiento a sus miembros en redes sociales devuelve gran cantidad de memes protagonizados por Hitler u otras cabezas del nazismo histórico, y en sus manifestaciones, incluso cuando existen consignas por evitar la simbología nazi, abundan los saludos fascistas. En realidad, cuando quien habla no es Melissa Rodríguez, portavoz y líder del grupo, las manifestaciones de sus miembros denotan escasísima habilidad a la hora de distanciarse de la extrema derecha más clásica y del matonismo asociado a las hinchadas futbolísticas a las que parte de sus militantes también pertenecen.

Como Casa Pound, HSM trata de copiar los modos de los movimientos sociales de izquierda, desde las mismas okupaciones hasta la eventual presencia en algunos desahucios, pero siempre aplicando su filtro “sólo para españoles”, que en realidad se refiere a españoles no racializados, pues en diferentes ocasiones han manifestado que su concepto de español no se circunscribe a lo que figura en el DNI. Es este vector de la solidaridad para españoles y la apelación populista sobre el dinero que supuestamente se estaría gastando en ayudas sólo para extranjeros la principal baza que juegan para tratar de ampliar su base social en los barrios donde abunda la migración.

Tras ocupar en Tetuán, distrito conocido por albergar altos porcentajes de vecinos de origen migrante en algunos de sus barrios, y después de producirse una fuerte contestación vecinal, su estrategia territorial varió, ocupando en distritos que consideraban más tranquilos y utilizando esos inmuebles como centros de operaciones, mientras que sus objetivos siguieron siendo los barrios que ellos consideraban estratégicamente prioritarios (Carabanchel, Tetuán o Vallecas), a los que seguían acudiendo a recoger comida y a hacer propaganda racista.

De esta forma, sus siguientes ocupaciones fueron en Chamberí o en el barrio de Salamanca, siendo la más duradera la de la plaza de Margareth Thatcher (desde abril de 2017 hasta julio de 2018). Esta última sede, en uno de los puntos más visibles de Madrid, en la confluencia de la calle Goya con el paseo de la Castellana, sigue una estrategia de visibilidad que puede tener que ver con haber entrado ahora en un local de Centro (además del pasado sindicalista de izquierdas del mismo), pues hasta la fecha Malasaña era, dentro de su retórica, señalado como un barrio decadente, burgués y progre, como se evidenció en la manifestación contra los inmigrantes de 2016, con final en la Plaza del Dos de Mayo, donde llevaron a cabo propaganda en este sentido.