“El Ayuntamiento tiene la sartén por el mango y no hay mucho que podamos hacer”. Así se expresa Adrián, quien tras dos años programando conciertos acústicos -¡más de 150!-, gratuitos, en su bar de Malasaña, ha decidido dejar de ofrecer música en directo ante la amenaza de multa municipal.
Queda certificada de esta manera la defunción de las actuaciones en vivo en los bares del barrio, al menos las que se producían con regularidad. Sólo en los locales con licencia de sala de conciertos están permitidas.
La clave es la licencia
La clave es la licencia
Cuenta Adrián que “jamás ha tenido ni una queja de los vecinos” y que en las actuaciones, las cuales finalizaban siempre a las 23 horas, se tocaba bajito para no superar límite legal alguno de ruido. Pero eso da igual, “aunque no molestes a nadie, si no tienes licencia para actuaciones en directo no puedes hacerlas”.
Como la inmensa mayoría de locales de copas de Malasaña, el de Adrián funciona con permiso de café bar, lo cual le imposibilita programar conciertos y realizar cualquier actividad que convoque público.
Aplicando con rigor la normativa vigente, en un bar normal no se podrían realizar ni recitales poéticos ni espectáculos de magia, cuentacuentos, monólogos o, incluso, exposiciones. Es más, por sorprendente que parezca, no pueden ni tener hilo musical.
El pasado sábado dos policías de paisano, en inspección rutinaria, abrieron expediente al local de Adrián por dos motivos: tener sonando música de fondo y no tener jabón en los cuartos de baño. “A partir de ahora estará bajo el punto de mira”, le dijeron. Ahí se acabó la canción. La adecuación del local para poder optar a conseguir una licencia de sala de conciertos le costaría unos 80.000 euros.
Un desierto
Un desierto
Anoche Somos Malasaña acudió a distintos bares de las calles Ruiz, Manuela Malasaña, San Vicente, Noviciado, lugares donde la música en directo había tenido cabida. En todos ellos confirmaron que dejaron de programar actuaciones hace tiempo.
Hoy son sólo dos o tres los bares que, de forma esporádica y sin apenas publicitarlo, admiten algún pequeño e íntimo 'bolo'. “El riesgo de multa es grande y con estas actuaciones no se obtiene beneficio”, cuentan en uno de estos últimos bares.
Grupo busca escenario
Grupo busca escenario
“Existe una desproporción absoluta entre grupos que quieren tocar en directo y salas disponibles para hacerlo”, indica Adrián, quien ha estado ofreciendo un micrófono a decenas de formaciones en estos dos últimos años, especialmente noveles. “Los grupos que luego pueden actuar en salas de concierto han tenido primero que foguearse en pequeños locales y crear fans que luego les vayan a ver”.
Javier Olmedo, gerente de la asociación de salas de concierto La Noche en Vivo, afirma, en referencia al fin de hecho de los conciertos en directo en bares de Malasaña, “que debería ser mayor el número de espacios dedicados a dar salida a las propuestas musicales que tenemos en Madrid” y que “no es una buena noticia que desaparezca cualquier posibilidad de ello”.
¿Qué sucederá ahora, por ejemplo, con proyectos tan loables como 'Tres Tristes Trastes', que desde hacía meses había encontrado refugio fijo en el barrio?
La cultura musical vaga por las calles de Malasaña en busca de un escenario que la legislación municipal le sisa.