Un control aleatorio en la calle San Bernardo frustra un posible nuevo engaño del presunto estafador Sánchez Pacheco

El pasado 18 de abril Tomás Sánchez Pacheco, presunto estafador inmobiliario a cuyas andanzas le ha dedicado Somos Malasaña varios artículos, fue detenido una vez más por la policía. Ya en libertad, pesan sobre él nuevas acusaciones de falsedad documental, intrusismo profesional y desobediencia por saltarse en tres ocasiones el confinamiento, según ha publicado el diario El Mundo en un artículo en el que destaca que en esta ocasión habría intentado una estafa económica en el ámbito de la Sanidad, aprovechando las necesidades de material surgidas con el Covid-19.

Cuatro días antes de su detención, la policía había dado el alto a Sánchez Pacheco en la calle de San Bernardo. En esos días de confinamiento total querían saber por qué motivo estaba en la calle. Éste argumentó que era médico y que volvía de su trabajo pero mostró una credencial que los agentes creyeron falsa y lo propusieron para sanción.

Al llegar sus datos a la comisaría de Centro el asunto mutó de inmediato. El historial de detenciones por presunta estafa que acumulaba hizo saltar todas las alarmas. Fue entonces cuando comenzó una investigación sobre él ante la sospecha de que pudiera estar involucrado en algo turbio. Las pesquisas policiales, finalmente, apuntaron a que podría tener como objetivo una estafa económica relacionada con la escasez de material sanitario que había en España, en concreto de trajes y de mascarillas, siempre según lo que recoge El Mundo citando al subinspector que lo investigó.

Para lograr esos supuestos fines, Sánchez Pacheco se habría introducido en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, donde se hizo pasar por médico mostrando un número de colegiado de otra persona en unos momentos críticos y de cierto caos en los que toda ayuda sanitaria era bienvenida. Así sería cómo habría conseguido un uniforme del hospital, cuyas cámaras de seguridad lo captaron moviéndose con soltura por el mismo. En el citado artículo se afirma que una celadora lo vio hablando con médicos del citado hospital sobre la posibilidad de hacer una colecta para comprar material de protección y asegurando que él podía conseguirlo.

Suma y sigue

Suma y sigue

No es la primera vez que Sánchez Pacheco se hacía pasar por médico. De hecho, tal y como publicamos en Somos Malasaña, mostraba nóminas falsas como investigador médico del CSIC para alquilar viviendas que luego subarrendaba. A los propietarios de los pisos les hacía transferencias que seguidamente anulaba y, al mismo tiempo, cobraba por adelantado fianzas y mensualidades a los subarrendados. Esta operación la habría repetido decenas de veces, según los testimonios detallados de sus presuntas víctimas que logramos reunir.

Por otra parte, junto a un socio, en 2018 protagonizó un enrevesado asunto, actualmente judicializado por lo penal, en torno al café situado en la famosa Farmacia Juanse. Su anterior propietario lo acusa de no haber realizado el traspaso acordado y de haberse quedado con la explotación. El modus operandi, una vez más, habría sido el de presentar justificantes de transferencias que luego anulaba y que jamás llegaban a su destino.

Las presuntas estafas de Sánchez Pacheco, desde que se instaló en Madrid, se remontarían, como mínimo, al año 2016. Un proveedor de productos de nutrición deportiva le acusa de haberle estafado 30.000€ al encargar un envío por ese importe que jamás llegó a abonar. Por aquel entonces, Sánchez Pacheco había abierto una franquicia de una cadena de gimnasios en el número 10 de la Plaza de Chueca: “Para la compra de producto emitió justificantes de transferencia para que le liberara el envío del pedido, pero luego las anulaba antes de que se emitieran”, indica este proveedor.

Antes de llegar a Madrid, Sánchez Pacheco ya había tenido problemas con la justicia en Puerto Real y una salida polémica de la política local de Barbate, su localidad de origen. En la capital su nombre ha estado ligado a presuntas estafas económicas en distintos sectores.

Según pudo saber Somos Malasaña, la crisis del coronavirus habría pillado al presunto estafador en medio de una operación para adquirir en propiedad una vivienda en Torremolinos (Málaga), donde podría estar pensando en instalarse, dado lo quemada que estaba ya su figura en Madrid. Allí estaba en trámites para comprar una vivienda por un total de 245.000 euros, según figura en el borrador de un contrato al que tuvo acceso este periódico.

Ahora, según lo publicado por El Mundo, citando fuentes policiales, el posible adiós a su etapa madrileña podría haber estado precedido de un último golpe en el entorno del Hospital Clínico San Carlos, abortado por un aleatorio control de movimiento en la calle de San Bernardo.