Confinado en un hostal de Malasaña por positivo en Covid desde hace 15 días, sin dinero para pagarlo y comiendo de la ayuda que le prestan los voluntarios del banco de alimentos del barrio. Esa es la desesperada situación en la que está atrapado Arnaldo Mota, un joven de 32 años a quien los primeros síntomas de la enfermedad se le presentaron cuando pasaba unos días en Madrid, convirtiendo su visita en una pesadilla de la que no sabe cómo va a salir.
Durante todo este tiempo ha estado esperando a que la Comunidad de Madrid le asignara una plaza en un hotel medicalizado, tal y como le dijo que sucedería una trabajadora social del centro de salud de la calle Palma, lugar donde se hizo las pruebas de la enfermedad. Sin embargo, la respuesta a esa solicitud, que en principio iba a tener en un máximo de dos días, nunca llegó. La saturación de ese servicio no lo ha hecho posible y Arnaldo ha tenido que pasar la cuarentena donde estaba alojado.
El joven reclama que, ya que no le han podido encontrar un hueco en el citado hotel medicalizado, al menos sea la administración la que se haga cargo de la factura que ha generado en el hostal, una deuda a la que dice no poder hacer frente. La trabajadora social que se ha ocupado de su caso le ha dicho que no puede hacer por él más de lo que ha hecho y que el tema tendría que pelearlo por sus medios en la Comunidad de Madrid o con Salud Pública.
“Estoy muy agradecido a la dueña del hostal en el que estoy. Cuando fue conocedora de lo que me pasaba dejó que me confinara en la habitación y gracias a ella no acabé con Covid y en la calle. Pero, obviamente, debe cobrar por el tiempo que he estado aquí alojado. Después de 15 días, ya no presento síntomas y hoy me volverán a repetir la prueba. Los resultados me los darán entre el martes y el miércoles, momento en el que si todo va bien podré desconfinarme. El gran problema que se me presenta ahora es que ni tengo dinero para pagar estos días de hostal ni para costearme el billete de vuelta a Galicia, que es donde vivo. No sé cómo va a acabar todo esto sin ninguna ayuda pública”, cuenta Arnaldo.
Donde no llegan las instituciones están los vecinos
Donde no llegan las instituciones están los vecinos
Durante su tiempo de obligado confinamiento alimentarse ha sido otro importante obstáculo que sortear. “Me gestionaron un servicio de entrega de comida preparada que jamás llegó a funcionar bien. Quien la repartía me la dejaba tirada en la calle, cuando yo no podía bajar a por ella al estar aislado y, después de cuatro días, nunca más supe de él. Cuando expuse lo que pasaba a la trabajadora social ésta me dio el teléfono de una voluntaria de la red vecinal de apoyo ciudadano que actúa en el barrio de Universidad para que me ayudara y ha sido gracias a Malasaña - Conde Duque - Chueca Acompaña que he tenido algo de comida durante mi encierro”.
Lo de que trabajadores sociales remitan casos de personas, para los que no tienen una rápida solución, a las redes vecinales de apoyo que se han creado en distintos barrios de Madrid desde que estallara la pandemia y la crisis social es algo recurrente, aunque no por ello deja de ser “indignante”, según manifiestan desde la red de Malasaña: “Es muy fuerte que tengamos que estar proporcionando este tipo de servicio y hablando con las instituciones para tratar de conseguir ayudas para personas como Arnaldo porque las instituciones no hacen caso a lo que les piden sus propios trabajadores sociales”.
Pese a sus quejas, más que justificadas, la red de apoyo vecinal ha estado al lado de Arnaldo, y de otros muchos que como él necesitan de su ayuda. Lo seguirá estando y, con todas sus limitaciones, ya preparan una colecta con la que tratar de sufragar algunos de los gastos que esta desafortunada experiencia ha generado al joven. “Además de seguir manteniendo la despensa solidaria de la zona, de la que se benefician 600 familias, desde nuestra creación, en Malasaña - Conde Duque - Chueca Acompaña hemos dado servicio a personas que han recurrido a nosotros con necesidades de toda índole. Eso sí, luego son las instituciones las que presumen de no dejar atrás a nadie”.
Hostal y... ¿ONG?
Hostal y... ¿ONG?
En todo este asunto, el hostal en el que se hospeda Arnaldo ha jugado un papel asistencial fundamental que, por supuesto, no le correspondería. Su propietaria denuncia que la administración lo dejó tirado y a su cargo. “Cuando mi huésped dio positivo recibí una llamada de Sanidad preguntándome con quién había tenido contacto e invitándome a que yo me hiciera la prueba de Covid. Es todo lo que se han preocupado sobre el tema. Luego, en 15 días, ni una llamada. Lo único que me dijeron es que tuviera cuidado. ¿Qué iba a hacer yo, dejarlo en la calle? Le cocino, le cambio las sábanas, le estoy dando alojamiento cuando desde el día 16 de agosto no me ha podido pagar nada... El chico lleva todo este tiempo sin salir para nada de su habitación”, cuenta esta hostelera que prefiere mantenerse en el anonimato.
“Estoy arriesgando mi propia salud y yo misma estoy pasando la cuarentena en mi hostal porque vivo con personas de riesgo y no he querido volver a mi casa. Alucino con que las cosas se hagan así y con que ni los asistentes sociales sepan qué hacer con un caso como éste. No existe un protocolo, sólo un lavado de manos y una dejación de funciones que obliga a que otros actuemos de forma sustitutoria sin tener por qué ”, concluye.