Abierto desde 1943 y situado en la esquina de las calles Colón y Barco, enfrente de la iglesia de San Ildefonso, el Sidi es uno de los últimos bares clásicos que quedan en Malasaña. Ahora, sus dueños han decidido venderlo y será alrededor del mes de junio cuando, tras cerca de 80 años de servicio, su cierre deje huérfana a una clientela abundante y fiel que, sin duda, lo echará de menos.
Sus propietarios, Celso y Alicia, tenían ganas de jubilarse después de 50 años detrás de la misma barra según ha podido conocer este periódico. Su hijo, Víctor, también estaba ya cansado. Propuestas de compra jamás les faltaron y la pregunta que a mucha gente le rondaba por la cabeza -desde que la desaparición de este tipo de bares en la zona ha sido un goteo continuo- sobre cuánto aguantaría el Sidi ya tiene respuesta.
No le ha hecho falta a este lugar más que ser fiel a su esencia de establecimiento de barrio, de los de toda la vida, para lucir una envidiable eterna juventud, mientras que a su alrededor tanto la zona como el resto de bares de su misma liga iban transformándose en lugares del siglo XXI.
Ha sido precisamente esa propuesta inalterable de raciones abundantes, platos combinados, bocadillos, tapas de paella y bebidas a buen precio la que con el paso del tiempo ha hecho del Sidi un lugar único, intergeneracional y heterogéneo, donde el parroquiano de copazo y palillo entre los dientes coincidía con el estudiante, el viejo rockero, el moderno recién destetado y el turista en busca de la autenticidad del bar español, casi extinguida en Malasaña.
Se irá el Sidi por la puerta grande, funcionando bien en todos los tramos del día y a reventar en esas tardes-noches de partido de fútbol en las que uno puede acabar abrazado a cualquiera que a su lado celebre el mismo gol que acaban de ver juntos en las televisiones del local, o a cualquiera que le quiera dar cariño, que en este bar hay mucho roce en mitad de las alegrías colectivas.
Sobre el futuro del espacio, nada se sabe por el momento. Silencio sepulcral sobre los planes futuros de los nuevos dueños de este pedazo de nuestras vidas.
Recuerdos de barras de bar
Recuerdos de barras de bar
Las necrológicas de los bares de viejo de Malasaña que este periódico ha ido publicando a lo largo de los últimos años se han convertido en duelos comunes donde muchos de nuestros lectores han ido derramando, más que lágrimas, anécdotas vividas en torno a sus barras de estaño; y en un cementerio virtual donde se honra la memoria de aquellos lugares en los que fuimos felices.
La lista de las bajas de las que el periódico Somos Malasaña se ha hecho eco es larga: el Lozano, el Prado, bar Noviciado, La Pepita, O Compañeiro, el Chamizo, Boñar de León, Farmacia de Guardia, Dominó, Casa Candi, bar Jose, Mesón Andino, Hermanos Campa. El Sidi será pronto otro ilustre miembro de ella.