El cartel luminoso de Schweppes celebra medio siglo coronando el Edificio Carrión e iluminando la Gran Vía a su paso por Callao. 50 años que le han dado para convertirse en un icono turístico y cultural de Madrid gracias a sus luces o su privilegiada ubicación, pero también por las encendidas discusiones para ver cómo se pronuncia correctamente la famosa marca de tónica.
El 5 de agosto de 1972 se expidió la licencia de instalación del cartel, que sustituyó a un rótulo de la compañía de tabaco Camel. La principal responsable de la obra fue Luisa Álvarez, una pionera y una referencia en el arte lumínico. En su creación combinó bombillas incandescentes, neón y retroiluminado. El resultado es un trabajo realizado de forma artesanal, ya que la pieza metálica está soldada y pintada manualmente.
Esta emblemática publicidad de Schweppes está formada por cinco neones concatenados de 37 metros de altura y en torno a 100 metros cuadrados. La cortina que se mueve de derecha a izquierda y viceversa por la noche, desplegando varios colores, está compuesta por 312 barras que extendidas en línea recta alcanzarían una distancia de un kilómetro.
Una exhibición cromática con gran poderío visual, algo que supo ver muy bien Álex de la Iglesia. El director bilbaíno ambientó aquí una de las secuencias más recordadas de El día de la bestia (1995). En ella, las siluetas sombrías de Álex Angulo, Santiago Segura y Armando De Razza se sujetan al letrero del anuncio para evitar despeñarse. Síntesis perfecta del apocalipsis a la madrileña que retrata toda la película.
Los neones se encienden y apagan gracias a un sistema informático en distintas fases: por la noche tiene un ciclo en el que empieza encendiéndose poco a poco la marca Schweppes de color azul y después, de color amarillo. Cuando acaba esta parte, se ilumina el neón de colores de derecha a izquierda y se apaga de izquierda a derecha dos veces cada paso. Más tarde, se enciende el neón de fuera hacia dentro y se apaga de dentro hacia fuera tres veces cada uno. Después, color a color del neón, cada uno va encendiéndose y apagándose (uno sí, otro no) cinco veces. El ciclo acaba con el encendido de todo el neón y la marca Schweppes de color amarillo parpadeando tres veces.
Las luces funcionan desde las 05.00 hasta las 08.00 y desde las 17.00 hasta las 02.00 durante los meses de invierno (entre el 1 de noviembre y el 31 de marzo) . En el horario de verano, del 1 de abril al 31 de octubre, están encendidas de 06.00 a 08.00 y entre las 21.00 y las 02.00.
El cartel difícilmente sería santo y seña de la ciudad sin su situación espacial: junto a un anuncio de Vodafone mucho más reciente y menos mítico, preside el también llamado Edificio Capitol, bautizado así ya que aloja el Hotel Vincci Capitol y se sitúa al lado de los míticos cines madrileños. El Carrión es una histórica construcción que ya desde su origen fue pesada para albergar anuncios en la fachada. Acabada en 1933, ha aumentado todavía más su valor simbólico desde la instalación de esta publicidad.
En este medio siglo, el letrero de Schweppes solo se ha ausentado de esta tradicional estampa unas semanas. Fue en 2004, cuando tuvo que ser retirado para someterse a unas obras de remodelación. Cuando regresó, lo hizo algo cambiado: no solo se modificó la tipografía, sino que las letras pasaron a ser minúsculas (salvo la “S” inicial“), siguiendo así los cambios en la identidad gráfica de la compañía de bebidas.
“Parte del paisaje urbano”
Aunque se haya convertido en una referencia contemporánea de la capital, la declaración del Carrión como Bien de Interés Cultural en abril de 2018 no incluyó el luminoso, por lo que su autorización no es indefinida según estipuló la Comunidad de Madrid. La propietaria de la construcción, Daellos S. A., defendía en cambio que dicho rótulo publicitario “forma parte del paisaje urbano”.
Pese a esta exclusión administrativa, el cartelón iluminado de Schweppes en el Edificio Carrión supone todo un ejemplo de integración entre patrimonio histórico y un diseño más moderno, ya que ambos se han retroalimentado para conformar uno de los epítomes urbanísticos de la identidad madrileña.