La estación de Metro de Gran Vía reabrirá el 16 de julio, con 825 días de retraso respecto a la previsión inicial

Diego Casado

3 de junio de 2021 10:29 h

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Los viajeros podrán volver a utilizar la estación de Gran Vía el viernes 16 de julio. Después de casi tres años de obras y con 825 días de retraso con respecto al primer cálculo de la Consejería de Transportes, los más de 52.000 usuarios que pasaban por esta infraestructura antes de su remodelación volverán a subir y bajar de los andenes de las líneas 1 y 5, por donde actualmente no paran los trenes.

El anuncio lo ha hecho la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que visitó este jueves las obras de la estación, donde bajó hasta los andenes y subió decenas de escaleras -las mecánicas y los ascensores aún no funcionan- para poder contemplar la réplica del templete de Antonio Palacios, su elemento más destacado y que en los últimos días ha recibido los dos leones erguidos que coronan la estructura.

La imagen de esos mismos leones destaca en el mural cerámico de Miguel Durán-Loriga de los años setenta recuperados en el piso -1 de la estación y que recibirán a los viajeros que accedan a unas instalaciones que no serán espectaculares en sus volúmenes como otras paradas de Metro -el hueco del vestíbulo principal, aunque se amplía, no es muy grande- pero que sí resultarán muy funcionales para los usuarios. Desde su interior se podrá hacer transbordo en Metro y acceder a la red de Cercanías a través de una conexión que enlaza con la estación de Sol y las líneas C-3 y C-5.

Los numerosos pasillos y una sensación un poco laberíntica son lo que más destaca de esta nueva estación en la que los trabajadores de Metro tendrán que emplearse a fondo para conseguir rematar en mes y medio los numerosos detalles que quedan por completar en las instalaciones, que serán completamente accesibles desde la calle, gracias a la instalación de 4 ascensores, uno de ellos en el templete, y 13 escaleras mecánicas. Según la Comunidad de Madrid, la obra civil está “casi concluida, a falta de los trabajos de revestimientos arquitectónicos”. También faltan por colocar los equipos de peaje y venta, de aspecto futurista.

Además del mural cerámico, una de las cosas que más llamarán la atención a las 66.000 personas que se espera pasen por el subsuelo de Gran Vía (hasta las obras eran 52.000) será el pequeño museo sobre los restos encontrados en la estación que se instalará en la planta -2. Además del antiguo escudo que se encontró durante los trabajos, se exhibirán otros pequeños objetos en una amplia vitrina, y se podrán contemplar in situ las antiguas escaleras de bajada a la estación, por las que pasaban los que preferían no abonar el coste del primer ascensor, que en 1919 era de pago.

Un cierre largo e inesperado

¿Qué pasó para que los trabajos acumulen más de 1.000 días de cierre en lugar de los 236 previstos? “Pueden parecer muchos, pero que cuando los ciudadanos vean el resultado sabrán que ha merecido la pena”, aseguró la presidenta regional durante su visita.

El retraso se debe a un cúmulo de circunstancias que incluyen una planificación deficiente, unos hallazgos patrimoniales inesperados y un embellecimiento extra de las instalaciones. El día después de empezar las obras, 21 de agosto, se hallaron los restos del ascensor centenario que diseñó Palacios para la apertura del suburbano madrileño en 1919. Que estaba allí ya se había advertido desde la asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio (MCyP) meses antes. Pero nadie atendió a su alerta y los hallazgos arqueológicos retrasaron los trabajos. No solo apareció el hueco del ascensor, también salieron a la luz las escaleras originales de bajada y otros elementos menores.

En paralelo, la mala planificación denunciada por esta asociación llevó a la compañía adjudicataria de las obras -Sando- a avisar en un informe del riesgo de colapso del túnel de conexión con el Cercanías y de los edificios colindantes por el método constructivo elegido y las intensas lluvias. Esta última circunstancia obligó a autorizar un contrato extra de casi 3,5 millones de euros a la propia adjudicataria, sin concurso, que en principio iba a duplicar el coste de las obras. A fecha de hoy Metro de Madrid admite un gasto total de 10,7 millones de euros.