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Política de ninot en Madrid: del gallo de Vallecas a La Pinocha, pasando por Ruiz-Vampirón y Cobri

La Pinocha

Luis de la Cruz

19 de marzo de 2021 21:52 h

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El pasado domingo, 14 de marzo, conocimos a La Pinocha en el transcurso de las movilizaciones de la Marea Blanca. Pinocha es un ninot de más de dos metros de Isabel Díaz Ayuso, con las formas y colores del popular personaje de cuento. Una metáfora poco sutil, la de la nariz elongada por las mentiras, que entronca con los trazos gruesos de la mejor tradición de la reivindicación política bufa y fallera. Del carnaval a los gigantes y cabezudos, las representaciones humorísticas asociadas al poder forman parte de la reivindicación popular y colectiva desde hace siglos. Sin tener que girar la cabeza tanto, hemos visto en los últimos años algunos ejemplos de política de ninot sin salir de Madrid.

El político que, probablemente, más ha sufrido la política de ninot ha sido Alberto Ruiz-Gallardón, que ha tenido sombras caricaturescas tanto en su etapa como presidente de la Comunidad Autónoma como en la de alcalde de la capital.

En 1999, el gallo perseguidor siguió a Ruiz-Gallardón a todo acto público que este tenía agendado. El caballo de batalla de las asociaciones vecinales vallecanas que lo idearon era, en aquel momento, precisamente, el caballo. Las cundas, el tráfico en poblados como La Rosilla y los efectos de los estupefacientes, que asolaban las calles de Vallecas.

El disfraz de gallo, típico de cabezudo de las fiestas populares, lo compró la Asociación de Vecinos de Palomeras Sureste, según cuenta el histórico dirigente vecinal Pepe Molina, y una vecina le añadió la cresta y las babas de fieltro. Diferentes mozos vallecanos fueron los porteadores de la figura del gallo tras el entonces presidente de la Comunidad de Madrid. Los paseos del gallo, que acabaron por exasperar a Gallardón y a su escolta –hasta el punto de que se llevó algún pescozón– quedaron amortizados a los tres meses, después de los cuales las asociaciones vallecanas continuaron su reivindicación con otras tácticas.

Años después, siendo ya alcalde, Ruiz-Gallardón tuvo que enfrentarse a su propia caricarura: Ruiz-Vampirón, que se presentaba como candidato alternativo a la alcaldía. En 2007 diversos barrios de Madrid estaban en pie de guerra contra el alcalde por la implantación del sistema de parquímetros (SER): Hortaleza, Carabanchel Alto o el Barrio del Pilar, y fue en este ámbito donde hizo su aparición Vampirón.

El muñeco, de unos tres metros de altura, adornaba la característica figura del alcalde con la capa negra propia de Drácula. El personaje sería recuperado en 2012, ya con Ana Botella, por parte de la autodenominada Marea Negra de los trabajadores municipales.

Ana Botella, posteriormente, también se enfrentó a la crítica bufa de Cobri en 2013, un trasunto de la popular mascota de Mariscal en forma de sobre que hacía referencia a los escándalos de corrupción del Partido Popular y a la, entonces, eterna candidatura olímpica de la ciudad. En ese momento, Madrid estaba a la espera de la decisión del Comité Olímpico Internacional sobre su candidatura para las Olimpiadas de 2020.

Esta mascota irónica contra la especulación apareció en redes sociales, pero se hizo tela y carne en el contexto de la lucha contra la expropiación y el derribo de la casa de Ofelia Nieto 29. “Ha llegado el momento de hablarles en su lenguaje y convencerles por el único medio que entienden: la entrega de sobres”, decía el comunicado de la asamblea que resistía entonces al derribo de la casa. Cobri estuvo presente, incluso, en unas Olimpiadas contra la especulación celebradas en El Retiro y en la acción de un activista titulada Cobri se viene arriba, en la cual este permaneció varias horas subido a una farola en la Puerta del Sol.       

Suponemos que La Pinocha seguirá al frente de las manifestaciones contra los recortes de la sanidad madrileña un tiempo: uno de los aspectos que hacen eficaces estas burlas colectivas es su reiteración hasta convertirse en una broma pesada para el poder.

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