En la presentación de los miembros de la candidatura de Unidos Podemos a la Asamblea de Madrid el pasado jueves, Pablo Iglesias no pidió el voto para una lista concreta de izquierdas, sino que invitó a la movilización de las gentes humildes, de los barrios, en favor de cualquiera de ellas.
En ese sentido, el fichaje para su proyecto de activistas como Alejandra Jacinto, abogada de la Plataforma Antidesahucios; Agustín Moreno, veterano sindicalista y miembro de la Marea Verde; de Cecilio Rodríguez, taxista contrario a la uberización y a favor de los servicios públicos y de Serigne Mbayé, portavoz del Sindicato de Manteros de Madrid y miembro de la Asamblea de Sin Papeles, podría verse como la inteligente jugada de un buen estratega que toca a líderes de colectivos ya bien organizados y activos para animar al alto porcentaje de posibles votantes de izquierdas que no siempre responden a la llamada de las urnas.
De este puñado de caras de independientes incluidas en la lista del partido morado es posible que la de Mbayé, madrileño de origen senegalés y número 9 de la candidatura, sea la más inesperada. Sin duda, en la foto de familia de aspirantes a diputados autonómicos su espigada figura sobresalía por encima de la de cualquier otro e Iglesias lo presentó como “el más español de cuantos se presentan a las elecciones de la Comunidad de Madrid”.
Serigne Mbaye llegó a España en patera en 2006 para cuatro años después lograr regularizar su situación. Nos encontramos con él en Lavapiés, en la sede del Sindicato de Manteros, organización de la que se declara ya ex portavoz. En realidad esa sede se sitúa en el local compartido que gestiona la asociación Mbolo Moy Dole (La Unión Hace la Fuerza) donde, por ejemplo, también se enseña a leer y a escribir a personas analfabetas, se dan clases de español a migrantes y de apoyo escolar a niños y se ayuda a solicitar prestaciones y a hacer todo tipo de papeleos a personas con dificultades para hacerlo por sí solas.
Serigne no sólo es conocido en Lavapiés por su trabajo para el Sindicato de Manteros sino que, como uno de sus representantes, se ha involucrado en cada iniciativa del activo movimiento social de esta céntrica zona de la capital. De repente, no sólo los hipotéticos focos de su barrio se han puesto sobre él.
¿Un mantero nunca deja de serlo?
Eso es totalmente falso. Yo he sido mantero y lo he dejado. Ningún mantero quiere serlo. Lo somos por una obligación y la obligación de muchos es no poder tener papeles para trabajar en otra cosa. Cuando regularizamos nuestra situación buscamos otros trabajos y yo doy ejemplo de ello. Lo que sucede es que una vez que sufrimos esa condición y salimos de ella siempre somos solidarios con quienes siguen en la manta. He pasado por eso y sé que no es justo, que es muy duro. Eso nos hace estar para luchar y sacar a los compañeros de esa situación. En el sindicato los apoyamos denunciando su situación y dando la cara por ellos los que ya tenemos papeles y trabajo.
¿Criminaliza el Estado español la necesidad de buscarse la vida que tiene cualquier persona?
Sí. Es una criminalización desde que llegas aquí y no tienes papeles. Te obligan a estar 3 años en el país sin poder regularizar tu situación ¿Cómo piensan que alguien puede buscarse la vida sin papeles? No puedes encontrar trabajo y elegimos vender productos en la calle.
Le hemos visto muchas veces desde el sindicato denunciar el racismo institucional que afirma se da en España. ¿En qué situaciones cotidianas se manifiesta?
En muchos aspectos pero, por poner sólo un ejemplo, en el tema de las citas de extranjería. Algo que debería ser tan sencillo como renovar el DNI o empadronarte es realmente difícil. Ponen horarios complicados. Hay gente que tiene sus papeles caducados hace un año y no los pueden renovar por falta de cita. Es algo que hace la Administración y que nos mete en un agujero que puede suponer que hasta pierdas el trabajo porque hay empresas que echan a gente si no presentan a tiempo la tarjeta de renovación de sus papeles. Se ve claramente una discriminación entre el nativo y el extranjero. No vas a ver nunca un español que deba esperar un año para renovar su DNI.
Con la pandemia desapareció el 'top manta'. Al principio, los manteros sobrevivieron con el sistema de ayudas que tiene establecido el sindicato, pero la cosa se ha ido alargando. ¿Cómo sobrevive a día de hoy un mantero que no puede ganarse la vida en la calle?
La crisis está siendo muy larga, seguimos tirando de esa caja de resistencia que llenamos entre todos con aportaciones quincenales o mensuales y que ya está casi vacía. Con ella repartimos ayudas para alimentación y alquileres. También aportamos traductores. Nadie se ha interesado por todo eso. Ahora la situación está muy jodida. Pero es que además estamos pensando en otras formas de superar esta crisis y de sacar a los compañeros de la manta porque no estamos deseando que se acabe todo esto para volver a ella, sino que buscamos fórmulas para que cuando pase la pandemia, y aunque se nos espere en las calles, no nos vean ahí. Buscamos ideas y formas de generar trabajo y papeles para los compañeros y que puedan buscarse la vida de otra forma.
¿Qué papel están desempeñando los servicios sociales municipales en la contención de esta crisis?
Si hay que dar una nota esa es cero. No han hecho nada. El barrio en el que estamos, Lavapiés, donde tenemos nuestra sede, se ha salvado por toda la organización que hay de los distintos colectivos, de recaudar fondos, alimentos y repartirlos entre la gente que lo necesitaba. Pero en ningún momento servicios sociales ha hecho algo. Más allá de la alimentación, no hemos tenido traductores en la sanidad pública que atendieran a los vecinos en sus distintas lenguas y muchos no sabían bien el idioma. Es algo muy grave en una crisis sanitaria.
El hecho de que en un barrio como es el de Lavapiés haya colectivos de migrantes, de mujeres, antidesahucios, despensas solidarias y hasta un museo nacional como el Reina Sofía unidos pidiendo justicia social, ¿qué quiere decir?
Esperar algo de la administración actual es imposible. No van a venir con nada. Ya lo sabemos y también sabemos que dependemos de nosotros mismos, de esta unión de los vecinos, de esta unión de los colectivos, porque todos estamos y nos sentimos discriminados. Nosotros desde abajo nos tenemos que unir y salvar. Esa ha sido nuestra estrategia y es lo único que nos está ayudando en esta crisis. La Administración debería encargarse de las necesidades de la gente pero han pasado olímpicamente. Hay una parte de personas que existe para ellos y otra que no han tenido en cuenta.
En ese entorno, que hasta ahora ha sido el tuyo, te sientes un vecino más ¿Crees que en la política será lo mismo?
Soy una de las personas que forma Madrid, da igual que sea negro o blanco. Me considero un ciudadano y todos los ciudadanos tenemos derecho a formar parte de esta ciudad y de esta comunidad. Tenemos que hacer visible que somos de Madrid y debemos tener derecho a la toma de decisiones y a representar a los colectivos a los que siempre hemos representado y luchar para que todos estén incluidos. A mí nunca me va a cambiar la política.
¿Cómo te fichó Unidas Podemos? ¿Cómo fue el acercamiento y por qué has aceptado entrar en política?
Me contactaron primero a través de una llamada de teléfono y después nos reunimos para concretar la propuesta que me hacían. Comenté la propuesta en el Sindicato de Manteros y lo valoramos. Yo tenía que tomar una decisión por mí mismo pero también era necesario que el colectivo pensara sobre el tema. Lo pusimos sobre la mesa y valoramos que sí, que nos ofrecían un proyecto que nos representa y en el que nos sentimos identificados con lo que se quiere hacer y mostrar que Madrid es diversa. Ver que tengo sitio en ese proyecto es positivo. Decidimos que por la lucha de muchos colectivos a los que representamos estaría bien que entrara en este proyecto para intentar que Madrid cambie. Y Madrid va a cambiar.
Vas como número 9 de la lista…
Dejamos claro que no entraría en listas para rellenar. Quiero empujar para que este proyecto salga. Deseamos que haya un cambio y que sea visible nuestra lucha. No es un tema de poder, pero tampoco quería ser el último de la lista. Este proyecto es muy ambicioso. Que en la candidatura haya un obrero como yo, un taxista o una compañera de la PAH de Vallecas dice mucho del proyecto, de lo que Unidas Podemos quiere hacer. Llevamos mucho tiempo quejándonos de la sanidad pública, el transporte público, la educación pública, el racismo... Son temas que afectan sobre todo a la gente de los barrios humildes. La presencia de las policía en los barrios humildes es de acoso, hay cámaras por todos lados en sitios como Lavapiés, donde quieren generar una alarma y hacer ver un peligro que no hay... Son asuntos que queremos cambiar como madrileños y para ello hay que llamar a las urnas a la gente que los sufre.
¿Habrías aceptado igualmente el ofrecimiento de ir en las listas de otra formación?
No conozco el proyecto de otros grupos y no nos lo han propuesto. Pero si lo hubieran hecho habríamos valorado igual lo que nos hubieran dicho para ver si era algo con lo que nos sintiéramos identificados y algo en lo que podríamos participar. No es que nos ofrecen cualquier cosa y entramos. Valoramos el proyecto y lo que quieren hacer porque nosotros somos la clase obrera, parte de esa clase obrera que necesitamos que muchas cosas cambien en Madrid. Como manteros somos clase obrera que sufrimos el racismo que hay y es algo que Podemos nos ofrece cambiar.
Según las encuestas es fácil que te conviertas en diputado, llegue o no Unidas Podemos en coalición al poder. Pablo Iglesias ha asegurado que a partir del 4 de mayo te deberán llamar “señoría”...
Conozco bien las cosas a cambiar: el transporte, la educación, la necesidad de intérpretes para hospitales, el trabajo precario. Son cosas que nos afectan directamente a muchos de nosotros porque yo soy uno más de los habitantes de los barrios humildes. Son dificultades que he tenido y que sigo teniendo. Las conozco bien y es por eso que pedimos el voto de la gente inmigrante, de la gente humilde. Hay mucho por mejorar y también hay que frenar el auge de Vox, con quien quiere pactar Ayuso.
Hablando de voto, ¿has ejercido siempre tu derecho al mismo desde que pudiste hacerlo?
He votado siempre. Si no votas no puedes cambiar nada. Tengo compañeros que no han votado hasta ahora, pero estas elecciones sí lo van a hacer.
Para finalizar, has vivido muy de cerca, en las personas que te rodean, lo difícil que es acceder a una de las medidas estrella del Gobierno central en esta legislatura como es la aprobación del Ingreso Mínimo Vital (IMV) ¿Has tenido la oportunidad de hablar sobre eso con Pablo Iglesias, por la parte que se toca? ¿Es consciente de que no está llegando, al menos con la celeridad necesaria en estos tiempos?
No he tenido aún oportunidad de hablar sobre ello con él, pero son temas que tengo claros. Yo he ayudado a gente a tramitar el IMV y luego la Renta Mínima. Nos sentaremos y hablaremos sobre eso. Es una cosa muy ambiciosa para cambiar.
¿Crees que con un ex vicepresidente del Gobierno como número 1 de la candidatura en la que participas vas a tener línea directa con Moncloa para dar un empuje a un tema básico para el sindicato del que vienes como es la regularización de las personas migrantes?
Todo eso es competencia de varias administraciones. Si quieren que la manta desaparezca hay políticas inclusivas que se pueden hacer. Primero se debe empezar actuando en las Comunidades Autónomas para luego obligar al Gobierno Central a tomar medidas también. Todo va escalón por escalón. Cada quien que haga su trabajo. La regularización es un tema de Gobierno Central pero autonomías y ayuntamientos deben reaccionar fomentando políticas inclusivas, políticas sociales y no sólo medidas policiales, que es lo que se hace ahora en la Comunidad de Madrid. Hay que seguir líneas para que todos nos podamos integrar de alguna manera y acceder al mercado laboral, porque los manteros y los sin papeles ya están aquí y señalizarlos y criminalizarlos no es el camino.