El templete “mutilado” de Antonio Palacios se vuelve a elevar ante la Gran Vía
Medio siglo después de que desapareciera del centro de Madrid, el granito de Porriño vuelve a la Gran Vía. Los obreros colocan estos días las piezas del puzle que recrearán el histórico templete con el que el arquitecto Antonio Palacios remató una de las primeras estaciones de Metro en la capital. Este lunes se descargaron las piezas y desde entonces se han ido poniendo una sobre otra, con precisión milimétrica, durante un montaje laborioso y delicado.
“Es una obra distinta y compleja por todo lo que conlleva, tanto de ejecución como de repercusión”, cuenta Fernando Godoy, gerente de la empresa que se ha encargado de hacer realidad esta recreación monumental para el suburbano. La intención inicial de Metro de Madrid era volver a traer el templete original de Palacios desde su ubicación actual, un parque de Porriño (Pontevedra), localidad natal del arquitecto. Fue trasladado allí cuando se desmontó, a principios de los años setenta. Pero su Ayuntamiento se negó en redondo a devolverlo a la capital. Así que decidió encargar una réplica exacta de esta monumental estructura para montarla en Madrid. La compañía elegida fue Godoy Maceira, una empresa familiar porriñesa que lleva 42 años trabajando el granito de esta pequeña población gallega.
El modelo que tomaron fue el de los restos que se conservan en Galicia, que estudiaron con detalle, incluso hicieron volar un dron a su alrededor “para ver si había algún detalle que pasase desapercibido, es una réplica lo más fidedigna posible”. También revisaron la documentación existente en el Ayuntamiento de Madrid y en su propio concello. “Metro insistió mucho en que había que hacer una réplica exacta de lo que había”, recuerda Fernando.
Una vez tomadas las medidas, tuvieron que cortar el granito y reforzar ciertas partes del templete, en función de los cálculos, del peso de los cristales, la forja y teniendo en cuenta la vistosa estructura del paramento, esa visera característica del conjunto, que fue suministrada por otra empresa de Porriño, Difmar. Y tener en cuenta que la estructura pudiera soportar tipos de vandalismos de los que Palacios no tuvo que preocuparse hace un siglo. “Había que contar con ciertas cosas que en su día no estaban pensadas”, puntualiza Fernando.
La réplica se ha cuidado al detalle, incluso para volver a esculpir los leones que coronan la estructura. Al elaborar el proyecto, cuentan desde Godoy que les sorprendió cómo hace un siglo Antonio Palacios y su equipo fueron capaces de ejecutar un proyecto “que es muy complejo a día de hoy pese a la maquinaria existente. Hay detalles como el arco que son increíbles, con piezas complicadas”.
Hay mucha expectación en Madrid ante la vuelta del templete al corazón de la ciudad, la guinda de la nueva estación de Gran Vía, que conectará con el Cercanías de Sol y se convertirá en una de las más visitadas de la red. Las ganas se han visto acrecentadas por el enorme retraso que acumula la reforma (más de dos años a día de hoy), debido a un cambio en la forma prevista de excavar los túneles y –en parte– a los restos que se encontraron de la centenaria estación original.
Antes de que se iniciaran las obras en superficie, allá por el verano de 2018, la asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio (MCyP) ya denunció que durante los trabajos podrían encontrarse elementos originales de aquel primer metropolitano madrileño, pero la Comunidad de Madrid, que esperaba llegar a las elecciones de 2019 con la reforma terminada, no prestó atención. Al abrir la tierra en la Red de San Luis, en el lugar donde se encontraba el templete original, aparecieron los restos del ascensor y de sus escaleras aledañas. Después de ser catalogados, acabaron siendo destruidos.
“Se ha copiado el diseño reformado, no el original”
MCyP sigue recordando que se podría haber recuperado mejor el legado de Antonio Palacios en este lugar y que el Gobierno regional tuvo una actitud negacionista cuando les avisaron que encontrarían los restos históricos del hueco del ascensor. “Nos dijeron que ahí no iba a aparecer nada”, lamenta Álvaro Bonet, miembro de la asociación y probablemente el mayor experto en la obra del arquitecto del Metro de Madrid, después de años de estudio y de la publicación de varios libros centrados en su figura.
Bonet se declara favorable a la reproducción del templete, aunque con muchas críticas. “En apariencia va a gustar, pero desde una perspectiva arquitectónica tiene muchos fallos”, explica en conversación con Somos Madrid. El primero de ellos es la ubicación que tendrá, que no es la original: “Palacios ideó el templete para que se abriera a la Gran Vía, pero lo han puesto más atrás, desplazado hacia el interior de la Red de San Luis, sin vistas desde la avenida. El contexto edificatorio se pierde ahora”. Desde su punto de vista, Metro debería haber adaptado el proyecto para hacer una recreación histórica completa, que incluyera las escaleras de bajada para los viajeros que no pagaban el coste del ascensor.
Otra de las críticas de Álvaro Bonet es que la réplica que se ha ejecutado no es la del templete original, sino que se fija en el aspecto que tenía después de ser reformado varios años después de su inauguración, para incluir dos ascensores. En 1920 presentaba una parte trasera acristalada, con el plano de Metro en el centro, como muestra la imagen situada bajo estas líneas. Después de la reforma, se abrió su parte trasera para colocar la entrada de la bajada mecanizada. “Está mutilado, no se ha entendido que el gran arco no era para pasar, sino una cristalera que miraba hacia el sur, con un zócalo de granito”, añade. Bonet valora el minucioso trabajo de la empresa constructora de la réplica, y culpa a la Comunidad de Madrid de no haber prestado atención a estos detalles: “En la administración faltan expertos en patrimonio que sepan cómo actuar en este tipo de recuperaciones”.
Álvaro Bonet no es el único que tiene dudas sobre la recreación. Una animada discusión en este foro de urbanismo reúne muchas opiniones sobre este nuevo elemento urbanístico, que probablemente se convertirá en un icono de Madrid cuando se inaugure la estación, en julio de este 2021, si no hay más retrasos.
En lo que coinciden tanto Bonet como Godoy es en que el reconocimiento a Antonio Palacios, uno de los grandes arquitectos de Madrid, es muy escaso actualmente. Autor junto a Otamendi del palacio de Cibeles en el que se ubica el Ayuntamiento, o del impactante Hospital de Maudes, su figura solo se ha empezado a destacar muy recientemente. Y tal vez no lo suficiente. “Bajo mi punto de vista está poco valorado, se le debería dar más importancia” –indica su paisano– “además de toda su obra, fue impulsor del desarrollo de las fábricas de granito en Porriño, pero aquí tenemos una plaza y ya, ni siquiera el templete original tiene mucho protagonismo ni está bien cuidado. No parece que haya sido profeta en su tierra”, dice con pesadumbre. “Espero que el templete sirva para darle un empujón a su reconocimiento”.
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