Una nueva y repentina tala de árboles pone en alerta a vecinos de Arganzuela: “Es una irracionalidad”
“No somos justicieros de los árboles, simplemente vecinos con derechos”. Rosa, vecina de Arganzuela, resume así la actitud de cientos de residentes de este y otros distritos de Madrid afectados por el proyecto de la línea 11 de Metro, planteado por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso y que acarrea talas masivas. Estos ciudadanos se han unido para evitar que esta reducción del arbolado se lleve a cabo, especialmente cuando los permisos para ejecutar estas obras aún no han sido concedidos.
En este contexto, cualquier ataque a un ejemplar en la zona pone en alerta a este gran grupo de personas que se concentra cada jueves en Arganzuela. En sus marchas reclaman la protección de unos árboles que consideran “patrimonio natural y vivo, pero también histórico” de sus barrios. Su instinto de protección se ha agudizado después de lo ocurrido el domingo 13 y el lunes 14 de agosto con la tala de dos especímenes de sophora japonica en los números 35 y 45 de la calle Cáceres.
“Si atendemos a los planos del proyecto, parece que esta dos talas no tienen relación con la ampliación de la línea 11 de Metro, pero ante los arboricidios que tienen intención de ejecutar en otros lugares del barrio como el Paseo de las Delicias [donde se proyectan en torno a 30] estamos totalmente despiertos. Más si cabe cuando vemos que están desarrollando obras vinculadas a la línea 11 mientras el proyecto modificado sigue en estudio y las licencias de tala caducadas”, expone Rosa.
Esta vecina señala que en ocasiones son los propios agentes municipales, a los que avisan cuando observan una tala que consideran injustificada, quienes les han instado a “llamarles cada vez que suceda una actividad sospechosa”. Denuncia el “oscurantismo” del Ayuntamiento que lidera José Luis Martínez-Almeida.
Precisamente fuentes municipales confirman a Somos Madrid que las dos talas en calle Cáceres no tienen relación con el proyecto de la línea 11: “Se trata de dos árboles con signos de pudrición, con los riegos que supone para los ciudadanos”. Sostienen asimismo que el consistorio contaba con licencia para la operación.
Rosa reconoce el mal estado del árbol ubicado en el número 35, aunque apunta que los técnicos consultados desde varias asociaciones vecinales no tienen claro que sea el caso del otro ejemplar. “Lo que es una irracionalidad es que no se nos avise ni informe”, añade. Critica la ejecución en pleno puente de agosto, con una señal donde se indica que “se va a proceder en esta calle a trabajos de tala y/o poda de arbolado”. Considera “absurdo” equiparar “una acción para quitar la vida del árbol” con otra que se lleva a cabo “para cuidarla”.
Tratan los árboles como mobiliario urbano, como una farola, cuando son organismos que tienen derechos
No en vano, cuenta que cuando algunos residentes inquirieron a los operarios qué estaban haciendo con el árbol de apariencia sana, estos respondieron entre risas que solo iban a podar “porque no entra el sol en las casas”. Unos minutos más tarde, apenas quedaban los tocones de ambos ejemplares.
Se aventura además a cuestionar el tratamiento que el Gobierno de Cibeles está dando a miles de árboles: “Más allá de las talas, se están tapando algunos alcorques y se está dejando de regar para deteriorarlos y apostar por el cemento o las terrazas. Tratan los árboles como mobiliario urbano, como una farola, cuando son organismos que tienen derechos. La responsabilidad del Ayuntamiento es mantenerlos vivos, no asfixiarlos con zahorra para tener después una excusa que les permita eliminarlos. Ahora son muchos vecinos quienes se están encargando de bajar con cubos y regarlos, porque los conocen de toda la vida y observan cómo se van secando”.
“Estamos muy alerta”, avisa Rosa, que habla incluso de “patrullas vecinales de vigilancia para las calles afectadas”. Un grupo de vengadores que no persiguen mayor gloria o reconocimiento heroico que “defender el derecho a respirar”.
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