Cómo es el nuevo gran carril bici de Madrid que abre en La Castellana: azul, doble y con un problema que lo ralentiza
Las calzadas del paseo de la Castellana se han llenado de azul. Es el color que marca su recién inaugurado carril bici, la principal infraestructura ciclista creada por el equipo de Almeida en esta legislatura. El Ayuntamiento eligió este tono celeste para integrarlo dentro de su plan de movilidad Madrid 360, pese a que en los diseños previos se presentó en rojo, el tono oficial para el diseño de este tipo de vías ciclistas, según el manual municipal.
Colores aparte, los 4,4 kilómetros de nuevo carril entre plaza de Castilla y Nuevos Ministerios suponen una revolución en la movilidad de la capital, una ciudad poco habituada a este tipo de infraestructuras pero que ahora estrena lo que el consistorio quiere que se convierta en “la nueva columna vertebral” sobre la que pivotarán los trayectos ciclistas en la ciudad, ha asegurado en su inauguración el delegado de Movilidad, Borja Carabante.
En la práctica, el carril permite a los ciclistas cubrir 2,2 kilómetros por una calzada separada del resto de la circulación, con una anchura amplia (más cerca de plaza de Castilla que después) y los laterales protegidos por setos y árboles, que disminuyen la sensación de peligro al crear una barrera física y verde con respecto al resto de la abundante circulación de la Castellana. Cuenta con bastantes intersecciones marcadas por pasos de cebra pero al ser apenas transitadas por los peatones el conductor de la bicicleta apenas ha de frenarse en su trayecto.
Tal vez la mejor muestra de su diseño ha sido que el primer ciclista del carril ha entrado tres minutos después de su inauguración, cuando el delegado respondía a preguntas de los periodistas y el gentío inaugural tapaba casi por completo los accesos. También esta mañana circulaba por él un niño de corta edad, subido a una pequeña bici con ruedines y acompañado de un adulto, demostrando uno de los puntos fuertes de este tipo de carriles segregados frente a los ciclocarriles: que puede ser utilizado por cualquier persona, independientemente de su experiencia sobre una bicicleta.
En el lado de lo negativo, el principal problema de diseño en el nuevo carril bici es su encuentro con las rotondas de Lima y Cuzco, que ralentizan notablemente el trayecto si se efectúa siguiendo el trazado previsto. Al haber optado por rodear las rotondas por el lado de la acera, el ciclista está obligado a atravesar tres semáforos para llegar al otro lado, lo que alarga notablemente el trayecto, no tanto en distancia sino en tiempo.
Pongamos un ejemplo práctico: si a un ciclista le toca detenerse en un primer semáforo en la plaza de Cuzco, deberá esperar 40 segundos a que se abra, luego circulará unos 50 metros hasta el cruce con la vía paralela, donde estará obligado a detenerse otros 90 segundos en el segundo semáforo al encontrárselo en rojo. Finalmente, cuando llegue la luz verde avanzará hasta el siguiente cruce con semáforo, donde le aguardan otros 40 segundos. En total, 2' 50“ (como máximo) para atravesar una rotonda que un coche cubre entre 5 y 10 segundos.
Una de las formas de evitar esta ralentización es que el ciclista acceda a la vía de servicio lateral antes de llegar al primer semáforo y cruzar este tramo legalmente por la calzada compartida por los coches. Pero obliga a salirse del carril y de su seguridad.
A lo largo del recorrido se alternan los tramos en azul (en intersecciones y zonas en las que haya que prestar especial atención), aparcamientos para bicicletas, estaciones de Bicimad y pavimento en gris. Casi todo el trayecto del carril circula en paralelo a las vías de servicio de la Castellana y su entrada y salida resulta sencilla.
Siete minutos de trayecto y falta de un tramo
Cogiendo el atajo de las rotondas, desde plaza de Castilla se tarda unos siete minutos en llegar al cruce con Raimundo Fernández Villaverde, tiempo que puede extenderse hasta los 12 minutos con los semáforos de la rotonda incluidos. En cuanto al trazado y a falta de pequeños detalles por pulir, solo hay una curva a la que prestar atención por ser demasiado cerrada, en la zona de AZCA.
El tramo de subida es otro cantar. De momento falta el que pasa por delante del Bernabéu, en obras, que tardará todavía mucho en estar operativo, ya que se prevé construir un aparcamiento justo al lado y que las obras se extiendan dos años. Además, el carril bici no llega a plaza Castilla: se queda a unos 300 metros y gira a la izquierda para volver a tomar la vía azul de vuelta.
Además del diseño del paso por las rotondas, la mayor carencia del carril bici Castellana la tiene alrededor: esta infraestructura ciclista es una de las pocas existentes en la ciudad para usos de transporte urbano, fuera de los usos recreativos. Y no enlaza con ninguna otra salvo el recién estrenado carril bici de General Perón. Solo hace falta observar el mapa de vías ciclistas segregadas para darse cuenta de la falta de continuidad de los recorridos ciclistas madrileños. En cualquier caso, el área de Movilidad celebra haber construido esta legislatura hasta 71 kilómetros de carriles bici segregados, casi el triple que en la legislatura de Manuela Carmena.
Lo presentado este lunes es la primera fase de los seis tramos con los que contará el proyecto y que servirán para enlazar plaza de Castilla con Atocha. Una actuación que el Ayuntamiento espera desarrollar a lo largo del resto de la legislatura al contar con el apoyo de todos los grupos políticos. Los detalles técnicos en las fases siguientes implicarán algunos cambios en la movilidad de la Castellana, debido a que se deberán eliminar algunos carriles al resto del tráfico, algo que no ha tenido lugar en este primer tramo, debido a que su trazado discurre por antiguas plazas de aparcamiento, que ahora se han dispuesto en línea en lugar de en batería.
Carabante calcula que la nueva infraestructura ciclista reducirá un 10% los trayectos actuales en moto o coche y permitirá incrementar hasta 4.000 los viajes diarios en bicicleta en el eje, 3.000 más de los que se contabilizan actualmente. El Ayuntamiento confía en que se producirá un trasvase del vehículo privado y la moto a la bici de hasta 1.400 viajes diarios.
Los detalles técnicos del nuevo carril, presentados hace unos meses, plantea dos vías ciclistas unidireccionales, de aproximadamente 2,20 kilómetros cada una y una sección transversal media de 2,00 metros, situadas entre cada bulevar y la vía lateral. En total, unos 4,25 kilómetros (sumando ida y vuelta) que se abren este lunes, último día que marca la ley para la inauguración de obras, por la cercanía de las próximas elecciones municipales de mayo.
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