El Palacio sin los Deportes: vecinos contra los continuos conciertos en un WiZink que arrincona su función original

Guillermo Hormigo

Madrid —

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En Madrid, el continente y el contenido de los edificios no siempre concuerda: el Palacio Real ya no hospeda a ningún miembro de la Corona; el de Cibeles no guarda en su interior la famosa fuente; la Caja Mágica solo tiene de sobrenatural lo que los tenistas consiguen sobre su pista. Esa nomenclatura metafórica o histórica es la que parece aguardarle al Palacio de los Deportes, si es que alguna vez se recuerda por el nombre anterior a cualquier patrocinio (ahora el de WiZink), a la vista del menguante papel que las actividades no musicales tienen en este importante pabellón propiedad de la Comunidad de Madrid.

Así lo denuncia en conversación con este medio Alejandro, vecino de la plaza de Salvador Dalí, en la que prácticamente a diario miles de personas se concentran antes de los conciertos para hacer cola y tomar algo, o después del evento para comentarlo y tomar algo de nuevo. Un vistazo a la programación del recinto en lo que resta de año muestra lo que ya es una tónica habitual: la única presencia de acontecimientos deportivos son los partidos de baloncesto que juegan como locales Real Madrid y Estudiantes.

“Cada vez hay más eventos y menos deporte aunque es para lo que originalmente está destinado el edificio”, sintetiza este residente. Los datos le dan la razón: entre septiembre y diciembre tendrán lugar 76 conciertos (casi el 80% del total de actos), 17 encuentros deportivos (17,71%, todo basket) y tres citas de otra índole como conferencias o grandes presentaciones (3,13%). Situado en la avenida de Felipe II, en el corazón del distrito de Salamanca, el recinto tiene capacidad para más de 17.000 personas. El tráfico y el trasiego asociados son, por tanto, muy significativos.

“Desde que se fundó en los sesenta, el Palacio de los Deportes siempre cuidó la faceta que le dio nombre, incluso después del incendio que lo devastó en 2001 y de su reapertura en 2005. La cosa empezó a cambiar cuando Ignacio González, por entonces presidente regional, lanzó en octubre de 2013 el concurso para ceder su gestión a manos privadas”, expone Alejandro.

Impulso a los macroeventos

A dicho concurso se presentó una única compañía, creada pocos días antes de que expirara el plazo para presentar un proyecto. Se trata de Impulsa Eventos e Instalaciones S.A., con varios dirigentes procedentes de Madrid Deportes y Espectáculos, la empresa que gestionaba a su vez el espacio antes de su externalización y que era presidida por el expolítico del Partido Popular Pedro Antonio Martín Marín, exsecretario de Estado de Deporte y ex secretario de Comunicación de José María Aznar.

Precisamente Aznar es uno de los protagonistas de una concentración que ha colmado el vaso de la paciencia para muchos residentes: la manifestación/mitin contra la amnistía convocada por el PP y sectores de la derecha para este domingo 24 de septiembre. La protesta iba a celebrarse originalmente en Plaza de España, pero finalmente tendrá lugar en la de Dalí. Alejandro aclara que no les molesta por motivos ideológicos, “ya que como Asociación de Vecinos Goya Dalí somos apartidista”, sino por la presión acumulada durante estos meses. No en vano, ese mismo domingo y a la misma hora en la que arranca el acto, el WiZink acoge un encuentro del Real Madrid.

El Palacio de los Deportes siempre cuidó la faceta que le dio nombre. La cosa empezó a cambiar cuando Ignacio González, por entonces presidente regional, lanzó en octubre de 2013 el concurso para ceder su gestión a manos privadas

En cuanto a la composición de la marca Impulsa, se trata más bien de un conglomerado empresarial temporal creado específicamente para la administración del pabellón. Se integran en él Live Nation u Octagon, dos de las mayores productoras de eventos en vivo del mundo. Con estos mimbres, Impulsa no necesita mostrarse al mundo, su poder es interior. Todavía hoy, carece de herramientas a priori tan básicas e indispensables para lograr un contrato de estas características como una página web.

Pero lo consiguió, claro, y desde entonces gestiona el lugar con unas condiciones muy ventajosas. Según la adjudicación a la que ha tenido acceso Somos Madrid, la empresa abona al Gobierno autonómico un canon anual fijo de 550.000 euros (salvo en 2020, cuando la Comunidad de Madrid acordó suspenderlo por los efectos de la pandemia coincidiendo con su utilización como macropunto de vacunación) y uno variable que equivale al 5,5% de sus ingresos anuales. Un acuerdo por diez años desde el 1 de enero de 2014, pero que se alargará otros cinco gracias a sendas prórrogas por tres y dos años aprobadas respectivamente en mayo de 2015 y abril de 2020, ya con Isabel Díaz Ayuso al frente del Ejecutivo regional y en pleno confinamiento.

Una de las primeras decisiones fue el patrocinio empresarial en el nombre del recinto. Impulsa llegó un acuerdo con la compañía de crédito Barclaycard en 2014. Dos años después, dicha corporación fue adquirida por el banco digital WiZink y esta marca pasó a coronar el pabellón. El acuerdo de patrocinio está ya renovado hasta 2026.

También en 2014, primero año de Impulsa al frente del enclave, sus gestores expulsaron a uno de los últimos supervivientes deportivos (antes ya se marcharon el atletismo o el hockey): el Club de Esgrima de Madrid. Sus 800 alumnos y 14 empleados se vieron obligados a marcharse después de que les exigieran un alquiler de 200.000 euros anuales por las dos salas que empleaban. Hasta la llegada de Impulsa, les costaba 80.000.

“Han estado pagando un alquiler ínfimo, impropio de la calle Goya, donde está el Palacio, una de las mejores zonas comerciales de Madrid. El precio de mercado es 10 o 15 veces superior a lo que pagaban”, defendió por entonces un alto cargo de Impulsa en un artículo publicado en 20minutos. “Si la gestión fuese pública el rédito económico o la necesidad de ajustarse a las exigencias del mercado no serían la prioridad, lo principal sería servir a los vecinos a través de servicios o dotaciones que les sean útiles”, asegura Alejandro. Aprovecha para recordar lo paradójico de que esta situación se diese mientras el Ayuntamiento que lidera José Luis Martínez-Almeida celebró por todo lo alto el (cuestionable) título de Capital Mundial del Deporte en 2022.

Fuentes de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte del Gobierno de Ayuso defienden el modelo en declaraciones a este diario: “Durante el ejercicio 2022 se llevaron a cabo en el Palacio de Deportes un total de 180 eventos, un tercio de los cuales fueron eventos deportivos [los partidos de Real Madrid y Estudiantes en las diversas competiciones de baloncesto]”. Desde la Comunidad remiten en cualquier caso a “la concesionaria, que es quien efectúa la programación”.

Las molestias de un modelo que va a más

“Impulsa se vanagloria de que es uno de los espacios del mundo con más eventos, pero ese crecimiento ha llevado a situaciones insostenibles, como 18 días continuados de conciertos. Las molestias por la suciedad, los problemas en los accesos o una incómoda pantalla LED que el Ayuntamiento de Madrid permite instalar en Fuente del Berro empiezan a ser cada vez más numerosas y más habituales en todo el barrio. Soportamos un 77% de ocupación diaria en el recinto, una cifra altísima que no existe ni en la plaza de toros de las Ventas”, lamenta Alejandro. Incide además en que los ruidos generados por maquinaria o trabajos posteriores a los conciertos exceden en ocasiones los límites permitidos una vez traspasada la medianoche.

Pero el trasiego generado por el Palacio ya no tan de los Deportes sobrepasa con mucho el propio recinto. A las aglomeraciones a la salida de los conciertos, especialmente delicadas en las puertas que dan con la avenida Felipe II, hay que añadir la proliferación de terrazas en esta vía, en la calle Goya o en la propia plaza de Dalí: “En los alrededores todo es hostelería, hay 60 terrazas, una situación que nos ha llevado a solicitar la declaración de zona de protección acústica especial, como sucede en Ponzano o Chamberí, para limitar su extensión”.

Sobre todos estos perjuicios, en la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte recuerdan que “el control de la limpieza, ruido y aglomeraciones no es competencia de la Comunidad de Madrid”. La acción directa corresponde en efecto tanto a la propia concesionaria como al consistorio de la capital, en función de las zonas o las afectaciones referidas, pero desde el Ejecutivo autonómico tampoco desean aclarar si estudiarían un nuevo modelo para el pabellón que minimice estas problemáticas.

De esta forma, la actividad no musical del WiZink se limita a los partidos de Real Madrid y Estudiantes, exigidos por contrato (aunque en el caso del club merengue ya se especula con una mudanza al remodelado Santiago Bernabéu), así como a actos muy puntuales con potentes patrocinadores detrás. El polémico evento de criptomonedas en agosto de 2022 y el Madrid Oktoberfest son los escasos ejemplos recientes. Aunque estas últimas no son las mejores referencias, Alejandro cree que una apuesta por deportes minoritarios, de proximidad y formativos impulsaría el barrio desde un ocio más sano: “El tipo de público de esos espectáculos y el comportamiento en ellos no tienen nada que ver con el de los conciertos, donde por mucho que la mayoría de la gente respete siempre hay un peligro mayor”.

No parece que este modelo vaya a revertirse, sobre todo teniendo en cuenta apuestas recientes como La Sala. Este nuevo espacio con capacidad para 800 personas está situado al mismo nivel de la pista central, con acceso independiente desde la calle Goya esquina Fuente del Berro, concretamente por la Puerta 36. Después de una gran inversión para independizarlo acústicamente, la actividad en el habitáculo puede convivir con los conciertos y los puntuales eventos deportivos que se desarrollen en la sala principal.

Una apuesta para impulsar grupos más minoritarios que luego, si todo va bien, puedan dar el salto escalonado a uno de los diversos niveles de aforo a los que se adapta el pabellón principal, desde los 3.000 espectadores de The Box a los 17.453 de los conciertos 360, pasando por los 5.000 de Ring, los 8.706 de Ring Plus y los 15.500 del formato clásico. “Los problemas en los accesos y las salidas, con el tráfico en general, van a ir a más. En realidad todas las molestias que denunciamos van a crecer”, augura Alejandro.

Es la puntilla a un contexto en el que “hacerse un WiZink” se ha convertido en la aspiración de todo artista musical, por independiente que sea. Una etiqueta de la que se han apropiado desde el propio espacio lanzando un podcast titulado Mi primer WiZink Center. Mientras tanto, el hartazgo crece entre quienes se han hecho a su pesar cientos de WiZinks. Quienes conviven con él desde sus propias casas, o quienes lo disfrutaron cuando todavía era un templo deportivo y ahora lo contemplan con una mezcla de distancia con añoranza. Porque la vida no tiene sentido sin música, pero la música tampoco tiene sentido sin vida, y el deporte es vida.