La paradoja de la motosierra de Almeida: cuantas más talas autoriza, más árboles recibe para plantar
La semana que viene, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid tendrán que decidir cuántos árboles talarán en el Paisaje de la Luz, la única zona de la capital protegida por la Unesco por su valor histórico y ambiental. En principio está previsto que caigan 51, aunque la presión por las protestas vecinales de los últimos días puede hacer reducir esa cifra.
“Se van a reponer”, explican sin descanso desde los equipos de Almeida y Ayuso cuando hablan de las talas de árboles. Y es cierto, porque no hay otra alternativa si quieren cumplir con la legislación. En concreto con la Ley de protección y fomento del arbolado urbano de la Comunidad de Madrid, aprobada hace casi dos décadas y que obliga a plantar un árbol adulto “por cada año de edad del árbol eliminado” en aquellos casos “en los que la tala sea la única alternativa viable”, explica el texto normativo.
La legislación regional obliga a todos los ayuntamientos a proteger sus árboles y prohíbe las talas de cualquier ejemplar con más de diez años de antigüedad o veinte centímetros de diámetro de tronco al nivel del suelo. Solo las permite cuando el arbolado “se vea necesariamente afectado por obras de reparación o reforma de cualquier clase, o por la construcción de infraestructuras o por su presencia en el interfaz urbano forestal”. En el caso de que unas obras -como las de la ampliación de la línea 11 de Metro- obliguen a su retirada, el consistorio tiene que estudiar primero si el trasplante es viable.
Cada retirada de árbol propuesta ha de venir acompañada de un informe sobre el ejemplar, que recoge la especie, dimensiones, estado general y una foto identificativa. Además, los técnicos municipales del Servicio de Conservación de Zonas Verdes han de estimar la edad para marcar con cuántos se tiene que compensar su pérdida, como marca la ley. La normativa del árbol en Madrid considera infracción muy grave “la tala, derribo o eliminación de los árboles urbanos protegidos por esta Ley sin la autorización preceptiva o incumpliendo las condiciones esenciales establecidas” y prevé multas para estos casos que van desde los 100.001 a los 500.000 euros.
En el caso de las talas del entorno de Atocha, acabar con 51 árboles le costará a la Comunidad de Madrid otros 1.939 ejemplares de especies similares, que deberá entregar en los viveros municipales. Entre los que serán pasto de la motosierra están cuatro cedros del Himalaya, una especie singular de grandes dimensiones que crece desde hace décadas en el Jardín de Jimena Quirós: su desaparición obligará a compensar con otros 315 árboles a los viveros municipales, porque sus edades se estiman entre los 61 y los 88 años.
La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, recordó por carta hace unos días al Ayuntamiento que la ley regional pide que se garantice “las precauciones suficientes y necesarias para evitar, de manera especial, las talas o apeos de arbolado”. El alcalde Almeida la criticó por “politizar” las obras de Metro, aunque ahora deberá elegir entre salvar 15 árboles en Atocha o restringir la movilidad en la zona, según la última propuesta de la Comunidad de Madrid, adelantada el jueves por la Cadena Ser.
Miles de los 500.000 árboles prometidos procederán de talas
El alcalde de Madrid intenta pelear estos días con la imagen que le asocia a una motosierra y que está calando en el imaginario colectivo. “¿Qué tiene contra los árboles”? es la frase más repetida en conversaciones y redes sociales cuando se toca el tema y aparece la noticia de una nueva tala. Sus caricaturas echando abajo cualquier tipo de masa forestal se han multiplicado, tanto a nivel pictórico como generadas por inteligencias artificiales.
Para intentar frenar esta fama de “alcalde arboricida”, el primer edil se ha sacado muchas fotos pala en mano e incluso ha llegado a ofrecer a los madrileños adoptar digitalmente cada árbol de la capital (aunque también ofrece los que ya han sido talados). Almeida se presentó a las últimas elecciones con la promesa de hacer 500.000 plantaciones en Madrid durante toda la legislatura. A día de hoy, su equipo asegura que ha puesto ya en las calles de Madrid 50.000 nuevos ejemplares, por lo que aún le queda el 90% para llegar a la cifra marcada durante la campaña. También es necesario que cuando se planten, no se acaben secando, como ocurrió en 2022 por colocar muchos fuera de temporada y sin riego. El sol del verano quemó miles de ellos.
Se da la paradoja de que miles de estos nuevos árboles que llegarán a la ciudad vendrán gracias a las talas que está autorizando el área de Medio Ambiente en distintos lugares de Madrid. La última desvelada en la plaza de Santa Ana, por ejemplo, arrojará 1.540 árboles a los viveros municipales para compensar la desaparición de 28 de los existentes y el trasplante de otros 19. El consistorio calcula que un 30% de los que se trasladan acaban muriendo en su nuevo destino.
Las obras para levantar los aparcamientos del Bernabéu ocasionarán la pérdida de 73 árboles del entorno, que llevará a los viveros otros 1.949 árboles. Durante la remodelación del parking del Carmen desaparecieron 59. Y la construcción de un centro logístico en Villaverde preveía arrasar con más de un millar de pinos. Solo en este último caso la empresa impulsora debía compensar la tala al Ayuntamiento con 48.477 ejemplares de pequeño tamaño, de entre 19 y 50 centímetros de altura, valorados en unos 55.000 euros.
Las cifras de talas se añaden a los números del recuento oficial de árboles en las calles de Madrid, que el Ayuntamiento publica anualmente en su portal de datos. Según las últimas estadísticas disponibles en la web municipal, desde el año 2019 la capital ha perdido 78.616 árboles maduros. Menos de una tercera parte de las pérdidas fueron atribuidas por el consistorio al paso del temporal Filomena. De momento, el equipo de Almeida no ha hecho públicas cuántas de estas desapariciones se deben a las talas autorizadas.
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